Hilo de Inditex

Beetlejuice, beetlejuice, beetlejuice… :grin:

No se azota a nadie en las nalgas estilo El Chepas, pero sí se acepta de forma implícita la idea de que uno puede tener rendimientos de doble dígito invirtiendo en empresas que lo han hecho bien los últimos 20 años, con independencia de que lo vaya a hacer bien los 20 siguientes, y, sobre todo, con independencia de a dónde hayan llevado el precio el resto de participantes del mercado en su puja por las acciones de esas empresas, espoleados por la toma de conciencia de la bondad de esos negocios.

Hay que reconocer que existen dos realidades distintas pero interconectadas. De un lado, las empresas con su desempeño en la economía real. De otro, las acciones de esas empresas que se negocian en mercados secundarios a unos precios que implican unas determinadas expectativas de desempeño de esas empresas en la economía real en el futuro.

Que no se pueda calcular, o directamente que no exista, un valor numérico exacto, no es un impedimento para que la arquitectura de valoración sea de utilidad. Me recuerda, si se me permite la analogía, a la crítica injusta de Ramsey al concepto de probabilidad lógica no numérica que Keynes establece en su A Treatise on Probability : aceptar que no exista un valor numérico exacto no significa que no se puedan estimar intervalos con los que poder formar juicios y tomar decisiones.

Como poco, manejar con soltura las herramientas de las finanzas corporativas para ser capaz de hacer el proceso de ingeniería inversa y saber leer las expectativas implícitas en el precio en términos de los drivers de valor. Y luego ya decidir, de acuerdo con nuestro conocimiento limitado del mundo, y con la ayuda de la microeconomía de la competencia imperfecta, si esos posibles escenarios tienen sentido o no, o cómo de probable es que tengan sentido.

Estudiar las empresas sin saber qué es el valor económico, cómo se mide, cómo impacta el crecimiento en ventas y los retornos sobre capital empleado, cuál es el devenir de estos drivers de valor en función de la estructura competitiva etc., lleva, en muchos casos, a la ilusión de conocimiento y a la confirmación de las creencias previas.

Aquí el paralelismo sería con el debate que la filosofía tuvo sobre el origen del conocimiento durante más de 2000 años. Platón, racionalista; Aristóteles, empirista; Descartes, racionalista; Hume, otra vez empirista. Hasta que llegó Kant a poner orden: "señores, están todos ustedes en la parra, no es una cuestión de razón o sentidos, el conocimiento proviene de la razón y los sentidos". En efecto, existen unas estructuras cognitivas previas, a las que Kant llamó categorías, que dan sentido y coherencia a la información que recibimos de la experiencia.

Los modelos de las finanzas corporativas y la organización industrial son las categorías que ayudan al inversor empresarial a interpretar el mundo que nos rodea.

Un saludo

27 Me gusta