Es más que evidente que los responsables de la educación patria son los primeros interesados en que la educación financiera (y la no financiera también, si me permiten la boutade) sea inexistente.
Y además algunos lo afirman así abiertamente.
Es demencial. Porque es evidente que nuestros hijos (aquellos que tienen la fortuna de nacer en un entorno donde se da importancia a la formación, y al ahorro e inversión) van a recibir este tipo de formación en casa y ningún político lo va a evitar, pero con esto condenan a la pobreza y a la ignorancia a los que nacen en entornos con menos oportunidades. Es una traición en toda regla a aquellos que dicen defender…
No he dicho que no tengan un objetivo claro por el que hacer lo que hacen. Lo que digo es que aquellos a los que dicen defender son traicionados por aquellos que dicen defenderles.
Es evidente que en un país con un nivel cultural alto partidos como ese del que estamos hablando no tendría absolutamente ninguna posibilidad, y por tanto son los primeros que necesitan gente lo menos formada posible. Y a eso se dedican con todos sus medios. Eso lo ve cualquiera con dos ojos en la cara y más de dos neuronas.
Yo tengo claro a dia de hoy que voy a tener que formar a mis hijos en aspectos basicos de finanzas personales, considero que es un aspecto fundamental para su bienestar futuro y quiero transmitirles el (poco) conocimiento que he ido adquiriendo, pero lo que me parece lamentable es que nuestro sistema educativo dimita de esta responsabilidad.
¿Que pasara con todos esos niños cuyos padres por multiples motivos carecen de formacion financiera?
¿No se les está dejando atrás (por traducirlo al lenguaje que nuestros gobernantes emplean-manosean a diario)?
El problema de la formación financiera es como se llega a cierto consenso sobre lo que hay que dar y lo que no hay que dar.
Si ya hay cierta polémica con los padres los últimos tiempos, sobre el contenido que debería darse en disciplinas tan objetivas como Matemáticas y Ciencias Naturales, no me quiero imaginar los que podrían llegar a ocurrir en una disciplina de este estilo.
Igualmente creo que parte del problema no viene sólo de tener o no formación financiera, que alguien con interés puede adquirir en poco tiempo al mismo nivel que se daría en una educación general básica. El problema viene más bien de no tener sentido crítico.
En fenómenos como la burbuja immobiliaria o las punto com se metió mucha población que ya se preocupó de adquirir las cuatro nociones básicas necesarias de formación financiera. El problema vino cuando les faltó el sentido crítico para darse cuenta sobre la sostenibilidad a largo plazo y la probabilidad inherente a lo que pretendían hacer.
Uno puede pasarse por los muchos hilos de cryptomonedas que hay en este foro o en otras redes. No creo que sea problema de falta de formación financiera que aparezcan según que opiniones. Más bien el problema es ser capaz de poner los riesgos en la balanza.
Supongo que si. Aunque sin ir tan lejos, yo lo que pienso es que es deseable que haya mucha gente empleando sus ingresos en comprar productos y servicios a las empresas que lleva uno en cartera. Quizás seria aún mas deseable que ahora consumiesen menos, invirtieran el excedente y en el futuro pudiesen consumir más aún… Pero como dice el refrán, más vale pájaro en mano que ciento volando.
Cada vez que veo a gente endeudarse para comprarse un iPhone me alegro de que Apple sea la posición más grande de mis indexados🤭
No sé si será un planteamiento egoísta, pero desde luego es sincero.
Permítanme poner en cuestión la capacidad intelectual de quien polemiza con cosas como las matemáticas.
En esto me temo que no puedo sino estar de acuerdo con Ud. Y creo que estaremos en que una ciudadanía lúcidamente crítica tampoco es algo que convenga a nuestros actuales gobernantes. Ni a los anteriores tampoco.
Acabo de leer un artículo, que me lleva a cuestionar los índices, o al menos al “Índice Big Mac”.
Tal vez sería interesante cuestionarse el seguimiento de los miles de índices que se publican, como representación de una realidad, siendo realmente unos indicadores de tendencia.
Usando una frase de otra disciplina, el mapa (el índice) no es el territorio (la economía), aunque a veces los cofundamos con resultados sorprendentes por buenos o menos buenos.
Si nos adentramos en el índice es duro aceptar que las economías/divisas de: Líbano, Holanda, Venezuela y Suiza tengan poderes adquisitivos similares, al menos a mi pequeña cabeza le cuesta aceptarlo.
Por no ahondar en el hecho de que el primero, Líbano, tendría doble capacidad adquisitiva que Holanda y casi triple que Luxemburgo o Liechtenstein.
Líbano pasa a estar en el extremo inferior, a España no he logrado de localizarla y no tengo intención de visitar establecimientos de esa cadena en breve.
Las conclusiones que saco de estos hechos me llevan a:
aumentar mi inseguridad en la información,
proponerme contrastar de manera sistemática las informaciones que lea,
repensar las decisiones que se basen en esos datos publicados,
evitar tomar decisiones con lo que publique ese grupo editorial.
Recomiendo evitar la comida basura y la información basura.
A veces este tipo de artículos pueden parecer algo sensacionalistas, pero cuando uno vive en carne propia o en su entorno más cercano los efectos de tener a auténticos desalmados en puestos directivos, esto cobra un significado real.
Gente sin empatía alguna y dispuesta a pisotear para cumplir un objetivo personal hasta el punto de no importar los efectos sobre la salud mental de sus actos.
Algunas personas (fue el caso que nos tocó vivir de cerca) tienen la fortaleza mental para no agachar las orejas, documentar su caso y llevar a la empresa hasta los tribunales en estas situaciones, pero no todo el mundo es capaz, desgraciadamente.
Este artículo sobre el problema de la ludopatía da para reflexionar:
«Este paciente se llama a sí mismo ‘inversor’, algo que es idéntico a lo que les pasa a los jóvenes que tienen adicción al juego on line, que se consideran muy listos y unos inversores y lo que son es unos perdedores que, además, caen en la adicción mucho más rápidamente que el clásico adicto de tragaperras y bingo: en cinco o seis meses se ha enganchado porque internet no da tregua y no deja ni un segundo de enviar estímulos, de prometer ganancias y de facilitar préstamos inmediatos»
It was not always this way. In pre-industrial Britain, the wealthy elite were defined by their ability to not work, but live off land rents and capital investments. With the advent of industrialisation, and the emergence of an upwardly mobile middle class, industry replaced leisure as a marker of respectability.
…
As a result, leisure has become a dirty word. Any time we scrounge away from work is to be filled with efficient blasts of high-intensity exercise, or other improving activities, such as meditation or prepping nutritionally balanced meals. Our hobbies are monetised side hustles; our homes informal hotels; our cars are repurposed for ride-sharing apps. We holiday with the solemn purpose of returning recharged, ready for ever-more punishing overwork. Doing nothing – simply savouring the miracle of our existence in this world – is a luxury afforded only to the respectably retired, or children.
Es una auténtica vergüenza, un escándalo e insisto, una auténtica traición a todos aquellos a los que dicen representar, porque a los que no esperamos absolutamente nada de ellos poco más nos pueden decepcionar.
