Sobre salir de España

Sin embargo, los países con más funcionarios por habitante son los países escandinavos, que a menudo son puestos como paradigma del buen gobierno económico y social. España, de hecho, está por debajo de la media de la Unión Europea en porcentaje de funcionarios por población. Noruega, que lidera el ranking, dobla el porcentaje de funcionarios español. No creo que el problema español sea el funcionariado. Sino más bien su estructura económica, el paro estructural, la productividad de su sector privado y la poca influencia que tiene el país en el contexto geopolítico.

Puede que en otros países exista mayor cultura financiera. Sin embargo ¿no podría ser este un error al correlacionar las variables? ¿Y si la cultura financiera, en lugar de ser un requisito para la prosperidad de un país, es su consecuencia? O como mínimo ¿y si esas variables se retroalimentan? Es complicado buscar el formarse y educarse financieramente cuando no tienes ninguna capacidad de ahorro. Y al revés. Es en el momento en que empiezas a tener capacidad de ahorro cuando comienzas a interesarte por tu economía. Dudo que en la República Centroafricana impartir clases de educación financiera vaya a sacar al país de la pobreza. La educación financiera es sin duda una herramienta indispensable para una buena economía doméstica, pero no sin antes reunir unas condiciones materiales mínimas que en España, para mucha gente, no se cumplen.

En el sentido en que utilizo aquí “élites” me quiero referir a las gobernantes y las intelectuales. Estar “europeizado”, como comento en mi primera intervención, no es una condición moderna. Hace más de un siglo Ortega y Gasset pronunció su famosa frase “España es el problema y Europa es la solución”, que describe a la perfección lo que ha sido la historia de las élites españolas en los últimos 200 años. En la actualidad, estar europeizado, como ideología, es creer que España, fuera de la UE, es un náufrago sin rumbo. Significa, y no puedo dejar de recomendar en este sentido el libro “Fracasología” de Roca Barea, en el que podrá encontrar ejemplos históricos abundantes, creer que todo lo que viene de más al norte es lo moderno, lo renovado, aire fresco que viene a desempolvar las instituciones de este arcaico apéndice europeo. En la mayoría de casos no es una reflexión consciente. Es simplemente una creencia que está incrustada en el subconsciente de mucha parte de la población. Este tipo de élite a la que hago referencia es la que realmente cree en el proyecto europeo. Luego podemos hablar de otro tipo de élites, que a menudo utilizan a las primeras como medio para alcanzar sus fines, que no son otros que la circulación de su capital. El gran capital, think tanks, grandes familias. No les interesa ni España, ni Europa, únicamente en tanto que representan plataformas para desarrollar sus actividades. Lo que defino como élites no es un conjunto homogéneo. A menudo tienen objetivos contrapuestos y se enfrentan por la hegemonía. El caso reciente más evidente fue el que enfrentó a Donald Trump con el capital financiero y think tanks globalistas norteamericanos.

Aquí y aquí intento dar unas pinceladas de la historia de las industrializaciones de las que hoy en día son las principales potencias. No puedo dejar de recomendar al respecto el libro de Ha-Joon Chang “Bad Samaritans: The myth of free trade and the secret history of capitalism”. En él podrá encontrar datos y referencias para quien quiera seguir informándose. La única forma o no, resulta ser la que han ejercido las grandes potencias económicas, en distintas latitudes y en distintos momentos y contextos históricos.

Parto del principio que desde el momento en que un país no tiene el control sobre su moneda y que sus presupuestos tienen que pasar por el aval de la Comisión Europea casi que todo lo demás es completamente secundario. Es más, me atrevo a afirmar que el simple hecho de no tener ningún control sobre la moneda es ya una condición suficiente para no tener prácticamente ninguna soberanía económica. Y, por extensión, como la economía no puede desligarse de la política, ninguna soberanía política. Lo que hay hoy en día en España son simples gestores o administradores, no políticos en el sentido amplio del término. No puedes organizar una polis, trazar planes y programas, si careces de la herramienta política, geopolítica y económica más potente al alcance de un Estado: la moneda.
Ojo, no pretende ser una descarga de responsabilidad ni una disculpa hacia los “políticos” españoles. Son corresponsables, por acción u omisión, de la situación.

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