Perras Earning. Perras Earning.
Siempre nos quedará la Smart Social Sicav…
Entiendo lo que dice. El problema está en la eficiencia del mercado en transmitir de cargo para la empresa a repercutirlo en el mercado.
Hay una extraña tendencia según la escuela económica de la que hablamos o según la situación analizada a dar por sentada esa eficiencia o a cuestionarla enormemente.
Creo que ya lo comenté cuando hice la reseña de Mito y Medición: un análisis de los efectos del salario mínimo--David Card,Alan Krueger , que uno de los aciertos que tenía el libro precisamente al estudiar el salario mínimo, era incorporar elementos que muchos que hablan de mercado eficiente en la oferta y demanda de empleo, consideran que afectan a la dinámica de empresas, por ejemplo al hablar de ventajas competitivas.
Otro ejemplo que considero muy significativo al respecto, para el que siga los razonamientos de mucho gestor de fondos, es como tiende a ver el mercado como muy eficiente para corregir las desviaciones de precio pero muy poco para evitar formarlas. Es una de las ideas interesantes de Minsky sobre la estabilidad del mercado.
Volviendo a las consecuencias de lo que comentaba, el que se halle en medio de ese proceso por el cual un coste para la empresa se traslade en el precio final del producto (o cualquier otra consideración donde se tiende a confundir la eficiencia del mercado con el proceso por el cual se produce) precisamente será bastante escéptico sobre dicha equivalencia. Porque le va a tocar lidiar con ello y sufrir las posibles consecuencias.
Por ejemplo en otro tema muy presente en los debates y sobre el cual creo que usted es mejor conocedor que yo, como es la globalización, hay que ver las confusiones que hay en torno a como funciona realmente el proceso y que una cosa es el resultado global y otra el conjunto de dinámicas que hay allí inmersas. Mucho dueño de pequeño negocio habrá comprobado que el proceso por el cual la economía general iba a mejorar, ha comportado cambios gordos en el suyo propio y, que al menos en algunos casos, ha implicado que su negocio se volviera no viable.
Muy ilustrativo el ejemplo.
Sin embargo, aunque vienen bien para ver según que tipo de posibles consecuencias, estos ejemplos tan básicos, a veces son bastante menos útiles para observar otro tipo de problemas que no aparecen en los mismos pero si pueden aparecer en un sistema real con más capas.
Un ejemplo evidente es cuando uno añade simplemente la presencia de deuda y de instituciones de crédito en el típico ejemplo de oferta y demanda.
Un error habitual en ello está en el análisis del precio del petróleo donde es habitual escuchar comentarios sobre si a una empresa le es rentable producir petróleo a un determinado precio, cuando igual hay que cambiarlo porque la empresa ya ha realizado el gordo de la inversión con deuda y ahora tiene que hacer frente a sus compromisos de deuda.
La idea es tentadora: dependiendo de la ideología de cada uno permite posteriormente justificar desde el anarcocapitalismo al marxismo.
El problema llega cuando la llevamos al mundo real en el que se queda justo en eso: una idea, y todo el mundo es consciente de que subir precios no implica que los costes sean realmente traspasados (el consunidor tendría que asumir todos los compromisos asociados y es muy claro que esto no ocurre). Si yo vendo muebles y no le pago al proveedor de madera, este no va a reclamar a mi cliente (al que le habré repercutido o no mis costes) y si quiebro el banco no va a reclamar mis costes financieros a mí cliente, ni el fisco les va a reclamar a ellos mis pufos. Esto es así aquí y en China (con la diferencia de que en China es Winnie-the-Pooh quién determina a quienes van a quebrar). Las ideas están bien pero la realidad es tozuda.
La finalidad del ejemplo era ilustrar la innegable relación que existe entre la oferta monetaria y los precios, pero, evidentemente, la realidad está sujeta a otras variables adicionales. Por eso puse un ejemplo simplificado y mencioné “ceteris paribus”, es decir, asumiendo que todo lo demás se mantiene constante.
Los efectos de esas “capas” que usted menciona se vieron, por ejemplo, con el Quantitative Easing (QE) del BCE. Muchos economistas mencionaban que la inflación no subía porque gran parte del dinero inyectado a través del QE permaneció en el sistema financiero en lugar de fluir hacia la economía real. El QE afectó principalmente al precio de los activos financieros, pero no se trasladó a los precios de los bienes y servicios. Al menos, no en esa época. Quizás la inflación que hemos sufrido recientemente tiene algo que ver con todas esas políticas.
Había entendido su ejemplo y me parece muy indicativo de lo que puede pasar.
A veces el problema viene que no tiene sentido esperar que todo lo demás se pueda mantener constante en según que tipología de ejemplos. Vamos que según que efectos económicos no serán neutros respecto a otros factores.
Un ejemplo clásico donde no tiene demasiado sentido esperar que algo se va a comportar igual independientemente de como se comporte el resto del sistema es el de una empresa o una persona con ahorros en lugar de con deudas. Si la situación de las personas o empresas con deudas se complica lo suficiente, va a tener que asumir que ese dinero con el que cuenta que son deudas en otros sitios, ya no lo va a poder cobrar y por lo tanto pasará a no tenerlo. Es quizás una de las grandes enseñanzas de la gran depresión.
Los que pronosticaban inflación muy fuerte por las políticas post 2008 lo tienen complicado para argumentar que esta apareció en 2022 después de otro fenómeno como fue la crisis del covid con otra inyección masiva de capital.
Aquí el efecto de la deuda privada en el sistema también tiene su importancia. Vamos que la situación del crédito en el sistema es otra variable a considerar.
No es algo fácil de extrapolar pero hay que ver como en las situaciones de estrés tremendo, las últimas veces, la liquidez en dólares ha sido el activo estrella. Vamos que algo que en teoría es muy poco fiable desde el punto de vista inflacionario y a largo plazo, es casi lo único que se acepta como garantía de pago cuando la situación se tensa lo suficiente.
Los términos de una definición, siguiendo a Aristóteles, consisten en el género próximo y la diferencia específica. El género próximo es la clase conceptual a la que pertenece el elemento; la diferencia específica es la propiedad que distingue al elemento de los demás elementos de su clase. Es el método de clasificación que se utiliza en la taxonomía biológica por ejemplo.
Usted define a la empresa privada como una “unidad que produce bienes y servicios” (valor si lo prefiere). Pero esta propiedad no es exclusiva de la empresa privada. Las cooperativas, las empresas públicas o las Asociaciones sin Ánimo de Lucro también son “unidades que producen bienes y servicios”. La clase “unidad de producción de bienes y servicios” está integrada por diversos miembros. Se trata entonces de buscar la o las diferencias específicas entre los miembros que permitan distinguir a las distintas especies. Sino, lo que usted está haciendo se llama sinécdoque: designar a la especie por su género. Sería como si para hablar del perro doméstico utilizase el término “canis”, el género que incluye también al lobo, al coyote y al chacal. Según esto, producir bienes y servicios no puede ser en ningún caso la propiedad esencial que permita definir el concepto de “empresa privada”. Cual es su diferencia específica respecto a los otros miembros de su clase? Es la “generación de un beneficio monetario para sus accionistas, sin límite legal en la revalorización del capital”. Mi definición de empresa privada sería entonces “una unidad de producción de bienes y servicios (género próximo) con el objetivo de generar un beneficio monetario para sus accionistas, sin limite legal en la revalorización del capital (diferencia específica)”. Esto cambia totalmente su esencia, dado que la producción deja de ser la meta de la lógica empresarial, y se convierte en el medio por el cual alcanzar la revalorización del capital. El incentivo de una empresa privada no es la producción por la producción, no es satisfacer filantrópicamente unas necesidades sociales, es producir si, y solo si, existe un potencial de revalorización del capital invertido.
No uso inconsciente en el sentido de la teoría psicoanálitica, sino en un sentido similar a lo que Kahneman llamaba sistema 1 o instintivo, emocional o heurístico. Que nuestro proceso de decisión está travesado por todo tipo de factores que escapan a nuestro discernimiento y que no somos conscientes de la forma en que afectan a nuestra conducta es algo que a estas alturas creo que es difícil de discutir.
Y no les faltaba razón. Aquí habría que hablar del mito del progreso, por el cual parece que la humanidad avanza teleológicamente hacia el progreso, así en abstracto. En primer lugar, al progreso hay que adjetivarlo. Progreso que? Tecnológico? Social? Jurídico? Sanitario? Entonces puede resultar que el progreso tecnológico implique el retroceso en otras áreas. En segundo lugar, aunque se pueda proyectar un progreso a largo plazo en una área, no implica que no haya momentos de regreso en otros plazos. Es decir, si la aplicación de una nueva tecnología supone una pauperización de las condiciones de vida de una generación, no se puede pretender que esa generación se resigne pasivamente a aceptar las consecuencias por un supuesto beneficio futuro (impredecible) que ellos no llegarán nunca a disfrutar. Cada época de revolución tecnológica implica que ciertos actores salgan perjudicados. Solo la perspectiva histórica permite determinar que ha habido efectivamente un progreso. El progreso en cualquier área no es armónico. Tiene sus ganadores y sus perdedores. Paradójicamente, es en ocasiones la propia lucha de los perdedores la que permite tomar consciencia de las contradicciones y posibilita el tomar acciones que a la postre serán catalogadas de progresistas.
A mi juicio, esa es una concepción demasiado reduccionista y simplista de la idea de libertad. Se la suele conocer como “libertad negativa”, muy sostenida en los circulos liberales, y que consistiría en limitarse a no interferir en el proyecto de vida de los demás. Un principio de “no coacción” que, si de primeras suena a teoría elegante, basta con profundizar un poco, teórica y empíricamente, para descubrir sus contradicciones y limitaciones. Empezaría diciendo que la idea de coacción que subyace bajo la idea de “libertad negativa” peca de ser demasiado simple. Suele entenderse en su definición más “evidente”: la extorsión, el chantaje o el recurrir a la fuerza o la violencia para obligar a alguien a hacer algo. Pero la coacción no se reduce a su forma más visible. Hay otra forma de coacción menos evidente pero que es igual de potente y real. Es la coacción que está implícita en toda interacción humana, que no necesita el recurso de la violencia física y que se nutre de las relaciones de poder, ya sean estas “orgánicas” o “artificiales”. Relacionarse es literalmente interferir en la vida de los demás. La cuestión es que, en una comunidad, las interacciones no se reducen a las más evidentes y directas. La vida en sociedad implica actuar no únicamente sobre sí mismo, sino también sobre los demás, de formas que muy a menudo nos pasan desapercibidas. Hay áreas en que su libertad chocará irremediablemente con otras libertades. Nuestro “territorio de libertad” no es una burbuja hermética. Está constantemente atravesado por otros “territorios de libertad”. Las leyes estatales son el marco que permite resolver esos conflictos de intereses. Pero la jurisdicción no puede abarcar el infinito abanico de interacciones, y, en ciertos escenarios, se reduce a un simple formalismo jurídico que no permite englobar toda la complejidad del problema. En este sentido, a mi juicio, la idea de “libertad negativa”, la ausencia de coacción, tanto en su vertiente moral como en su representación jurídica, no es más que un prerrequisito para el ejercicio de la “libertad positiva”, es decir, la capacidad real, material, de hacer algo. De la ausencia de coacción no se sigue lógicamente el que se pueda llevar a la práctica una acción. Por ejemplo, de qué me sirve que jurídicamente se reconozca mi “libertad de expresión” si carezco de todos los medios (acceso a plataformas de difusión, etc) para expresarme. En ese escenario el derecho de libertad de expresión no sería más que un mero formalismo jurídico. La cuestión es que el principio pasivo de “no interferencia” no permite por sí solo vertebrar una comunidad. Si se pretende que la idea de libertad sea algo más que un simple formalismo, y se pueda implementar colectivamente, hay que resolver activamente los dilemas que, en el propio funcionamiento de la comunidad, obstaculizan el que ciertas personas puedan materializar su proyecto de vida. De bastar la norma moral pasiva de “no coacción” el arquetipo de hombre libre sería, siguiendo a la escuela cínica, el mendigo. Totalmente abandonado y olvidado, vaga por las calles sin que nada ni nadie interfiera en su camino.
Pero no me monte usted un hombre de paja. No existe tal falsa dicotomía por mi parte. En ningún momento he dicho que sería conveniente cortar todo desarrollo tecnológico. Sino que las líneas de investigación que permiten el desarrollo tecnológico deberían considerar otros filtros más allá de la lógica de la rentabilidad monetaria y la pura mercantilización. La cuestión no es tecnología si / tecnología no. Sino si la aplicación de las tecnologías deberían supeditarse a la lógica de la rentabilidad del mercado de capitales o valorar otras consecuencias. Pero, hablando de falsas dicotomías, en el caso de la tecnología dineraria, no es necesario oponerse tajantemente a su mercantilización para observar que, bajo ciertas formas, su mercantilización pueden dar lugar a problemas. Pues, no siendo diferente a cualquier otra tecnología, se puede hacer un buen o mal uso de ella. Tan absurdo es considerar que el dinero es la razón de todos los problemas, como considerar que es un elemento totalemente inocuo y neutro en las relaciones económicas.
Efectivamente. Es por eso que desde mi primer post he hecho hincapié en que ese “mecanismo” no es perfecto y que coyunturalmente pueden existir desajustes que no permitan trasladar la totalidad de ciertos costes a los precios. Pero ojo, porque esos desajustes temporales también van en sentido contrario. He puesto el ejemplo de la inflación como paralelismo. En este sentido, hay escenarios inflacionarios en el que los precios se desajustan al alza en relación a los costes laborales. Suele ocurrir que, las empresas que pueden repercutir la inflación en sus precios, cosechen temporalemente unos beneficios extraordinarios, pues los salarios necesitan más tiempo para ajustarse.
Lo que quería transmitir en esencia es que, aunque coyunturalmente pueda ser el caso, estructuralmente no tiene cabida sostener que los costes sociales asociados al trabajo representan un coste para la empresa dado que en agregado e históricamente esos costes están incluídos en los precios. Que coyunturalmente este proceso no sea ni uniforme ni perfectamente límpido no significa que, no en la teoría, sino en la propia estructura que hace al sistema recurrente en el tiempo eso no sea cierto. Porque, sin la condición de repercutir todos los costes en los precios, la revalorización del capital, y por lo tanto la empresa privada, sería imposible. Es una forma de responder a quienes sostienen que la solución para mejorar la rentabilidad pasa por eliminar o reducir sustancialmente todo coste social asociado al trabajo. Lo que se encontrarán en cambio una vez los precios se ajusten a los nuevos costes es que su rentabilidad será muy similar y, ahora, además tendrán que rebanarse la cabeza para ver como, por una parte, sostienen el consumo sin las transferencias sociales, y, por otra, la presión que eso supondría sobre los salarios al tener las familias que hacerse cargo de aquellos a los cuales el Estado, mediante el déficit estructural, proporcionaba cierto bienestar. Ese déficit, alguien, la empresa o el trabajador, tendrá que cerrarlo.
Pero es que precisamente el mundo real lo que hace es validar ese principio. Pues, si no fuese así, no estaríamos produciendo en gran medida bajo un sistema por el cual la asignación de capital, es decir, lo que se decide qué se va a producir o no, y en qué cantidades, está subordinada a la revalorización de ese capital invertido. Que no sea homogéneo no significa que el sistema no esté supeditado a que este principio se cumpla en agregado.
A mi juicio, el ejemplo no tiene relación con la discusión. Que usted le pague o no a su proveedor tiene que ver con una cuestión contractual. El proveedor le permite a usted pagar en diferido, y eso tiene sus riesgos claro está. Pero el proveedor podría perfectamente pedir que el pago se hiciese en el mismo momento de la venta (para evitar situaciones como las que comenta). Diferir o no el pago es una cuestión de negociación de las condiciones de pago. Pero en lo que no va a negociar el proveedor, salvo en escenarios muy puntuales, es en transferirle todos sus costes de producción en el precio de la materia prima. Porque para el proveedor el cliente final, y al que le va a transferir todos los costes de producción, es usted. Que dependiendo de las condiciones de pago negociadas en ocasiones tenga que cargar con pérdidas tiene que ver con una cuestión de ruptura contractual.
Saludos cordiales, @Grossbaum.
El problema es que el recíproco no es cierto. Si el empresario tiene que repercutir tantos gastos en el precio de los artículos que vende o se los servicios que presta puede que el cliente ya no esté dispuesto ha adquirlo. Es un problema del exceso de regulación.
Una cuestion que creo que es fundamental en la discusion. Parece que ustedes @buso @Grossbaum consideran que de alguna manera el precio es una consecuencia de los costes y eso no es exactamente asi. El precio es una consecuencia del mercado, es el mercado el que marca el precio por la forma de competir en el mercado correspondiente.
Por otro lado el empresario si no cubre costes decidirá no producir, con lo que si que hay una influencia del coste en la oferta y por tanto en el precio, pero depende de la forma de competir en el sector.
Les pongo un ejemplo. Con la guerra de Ucrania se disparo el precio del cereal ya que no podían sacar su producción del pais y eso redujo la oferta mundial de cereales. Asimismo el coste de producción también aumento por los costes energéticos. Eso en 2022 creo, pero el 2023 los costes se mantuvieron y el precio del cereal se desplomó, ademas hubo mala cosecha con lo que en algunos casos no se cubrieron costes. Sin embargo el cereal se vendió, por debajo del coste. Si esto se repite mas años los agricultores decidirán no producir. Por ello las subvenciones. Pero eso es otro tema.
Cada sector es diferente, Apple por ejemplo fija los precios, pero no en base al coste, en base a lo que la gente esta dispuesta a pagar por su producto. Eso le permite a Samsvung poner precios en algunos casos cerca de los de Apple. Los costes aquí no influyen en la fijación de precios.
Quizá haya alguien de otro sector y nos pueda ilustrar con algún otro ejemplo.
¿Justifica entonces que el coste pertenece al consumidor solo por la intención con la que se asume dicho coste?
Cuando no se busca revaloración del capital invertido: ¿a quién pertenece el coste?
Exactamente. Al igual que la compra de cualquier producto por parte del consumidor y por eso le dan una factura en la que viene especificado que adquiere un producto determinado y no la suma de todos sus costes (y en consecuencia no tiene responsabilidad con lo que suceda con la fabricación ni asume sus costes realmente).
Interesante que cite justo las empresas de materias primas, cuando si de algo son ejemplo, es de empresas incapaces de trasladar costes y por eso existen sectores enteros que son estructuralmente deficitarios. ¿De quién son esos costes que no son capaces de trasladar sistemáticamente?
Por otro lado, se me ocurre que siguiendo la lógica de su argumento, se podría llegar a razonamientos contrarios tipo: los asalariados no tienen costes ya que estos son en realidad de sus empleadores o solamente quien emite la moneda tiene costes. Razonamientos que me parecen poco más que juegos de palabras.
El sector del transporte , los precios deberían oscilar según el precio del gasoil no? y no es así , el precio lo marca el mercado . (siendo breve)
Después hay otro tema y es que los portes deberían subir con el paso del tiempo debido a la inflación (subida del combustible , de los camiones sueldos seguros) y se da la circunstancia que en algunos casos no es así , y todo por la mejoria de las carreteras , de los camiones , supresión de peajes …
Saludos, @Psalvdo.
Efectivamente, pero no puede ser menor que el coste de producción (si no se compensa de alguna forma).
Por otra parte yo solo apunto a que si los costes hasta su venta son altos descenderá la demanda y se puede llegar a la situación en que ya no conviene ofrecerlo porque el número de consumidores es demasiado bajo.
Si que puede ser menor el precio que el coste de producción. Si el mercado dicta un precio menor. Hasta que la empresa quiebre o cierre.
Cierto, pero no es la dinámica habitual.
Sr @Buso la empresa no tiene porque cerrar pero si cancelar lineas de producto, que no cubren costes.
En cada sector es es diferente, en servicios profesionales, se suelen repercutir costes directamente, pero no siempre, conozco casos que no cubren costes.
Ademas, los costes son decisión del empresario, algunos los controlan pero otros no lo hacen y gastan en exceso.
De hecho, he utilizado valor en la cita que incluye Vd. más arriba. Entiendo que para discutir es necesario precisar bien, por ejemplo, en materia de definiciones. Sin embargo, también le digo que si la discusión sobre la definición supera al meollo del asunto dejaremos de salir en los periódicos.
Su explicación de la finalidad de las empresas (y por empresa incluyo también otras de sus categorías, quizá debería decir entidad privada, y por qué no a las empresas públicas que también tienen sus agendas propias y sería discutible si equiparables en términos de virtud a las de las empresas privadas) la intuyo muy reduccionista. Encontrará muchos ejemplos de empresas que se construyeron para rascar lo que le picaba a alguien, acabaron generando mucho valor y el dinero les llegó por castigo. El pensar que únicamente se mueven por dinero es como decir que los coches sólo se hacen para llegar rápido a expensas de comodidades, ostentación o capacidad de contaminar.
También creo que comete Vd. el error de asumir incentivos monetarios o financieros cuando yo los llamaría económicos (y aquí me vuelvo a meter en el barro semántico, pero que conste que empezó Vd.). Le pondré el ejemplo del estudiante que estudia por el mero hecho de aprender frente al de ostentar inútiles certificados, qué se yo, como el CFA.
No se, lleve cuidado Vd. al separar a los cánidos que hay algunos mansos y otros que muerden (algunos incluso comen gambas como ciertos dirigentes sindicales y miembros de partidos políticos de ideología deleznable, mientros que otros usan puertas viejas como mesas, como el ínclito y últimamente mujeriego Jeff Bezos). En fin, que está muy bien dibujar con tiralíneas pero luego llega Mike Tyson y ya sabe Vd. lo que pasa.
¿Sabe Vd. que esto es un modelo, igual que la teoría de los hemisferios izquierdo y derecho, o más que un modelo una narrativa, pues no existe ninguna evidencia de que esto sea así?
Olvidó precisar que excepto al discernimiento de los autores de los manuales del marketing esos que nos manipulan cual muchachita a muchachito en edad de merecer.
Realmente poner mito junto a progreso y ser capaz de seguir escribiendo impertérrito es algo que me parece escandaloso. Habla Vd. de retrocesos y de la forma en que lo dice “parece que implique” le da Vd. una dimensión considerable sin sustentar en qué grado y mediante qué mecanismos se producen estos retrocesos.
También rezuma su argumento un enfrentamiento entre ganadores y perdedores. Este argumento es progresivamente (pun intended) más dicotómicamente falaz según la civilización ha ido progresando. Tampoco tiene en cuenta que muchas veces los que se resisten al cambio son los que quieren defender sus privilegios a costa de los demás. Al final implica un elegir personal sobre quiénes merecen “ser rescatados” y quiénes no. Y aquí no le parafrasearé a Harry el Sucio por decoro. Tampoco creo que nos de el disco duro del servidor para entrar en profundidad sobre si hace falta llegar a contemplar las cosas desde la perspectiva de la historia o ya se vio que el chiquillo despuntaba desde su tierna infancia, ya me entiende.
Me encajona Vd. y yo soy un toro bravo al que no le gusta sentir la opresión de los límites y normas. A mi lo que me parece reduccionista es pensar que porque yo esgrima A no puedo esgrimir B ó C. Ya ve Vd. otra vez la dicotomía y el enfrentamiento frontal. ¿Por qué la no interferencia con ciertos límites que llama Vd. libertad negativa es incompatible con cualquier otro planteamiento?
Hay muchos tipos de relaciones humanas como la cooperación o el intercambio voluntario en que las partes actúan libremente y sin coacción. Me parece una exageración tomar otra vez esa postura simplificadora.
Luego se viene Vd. al terreno del choque entre libertades y aquí es donde me deja confundido, tras criticar mi tesis esencial y nuclear sobre los límites de la libertad individual. Y aquí llega la trampa de la libertad positiva. “Una vivienda digna”, “un puesto de trabajo”, “poder ver la Champions”, “financiar la cultura”. Las masas claman enfurecidas y nadie responde. ¿Cuántos recursos se necesitan para ser verdaderamente libre? ¿Cómo sabemos que el Estado no va a arrogarse de cada vez asumir más competencias y exigir su intervención constante para que cada ser humano y sus mascotas se puedan desarrollar en toda su plenitud? ¿Quién lo decide? Me recuerda a un chiste que vi el otro día de “le parece Vd que alguien que tenga dos pisos tenga que ceder uno? Por supuesto. ¿Y alguien que tenga dos camiones? Por supuesto. ¿Y alguien que tenga dos coches? Por supuesto que no ¿Y eso? Es que no tengo dos pisos ni dos camiones, pero sí tengo dos coches”
Su analogía mendicante tampoco me parece apropiada, si acaso un tanto cínica si me lo permite. Hay muchas razones que pueden llevar a alguien a esa condición, y de momento nadie ha visto a la libertad negativa que Vd. dice pasar por ahí. Quizá sea más fácil encontrar otras razones. Y no parece que al Estado le preocupe mucho esta condición cuando sigue habiendo mendigos y a la vez no se cuántos Observatorios que nadie sabe para qué existen sino para que viva mucha gente sin crear ningún valor.
De verdad que no creer en las personas y en su capacidad de tomar decisiones y asumir la responsabilidad de las consecuencias de las mismas es algo que está detrás en mi opinión de gran parte de los males de los que se quejan muchas de estas mismas personas.
En mi entendimiento, sí. Ha asociado en una cópula inseparable el desarrollo tecnológico y su mercantilización a la prudencia, sin más, sin ningún calificativo. Tan espantapájaros se puede entender que con mi ejemplo del dinero estoy yo implicando que hay que tomar las cosas en plan blanco o negro sin mayor disquisición, cuando me he repetido más que el ajo en una larga noche de verano tras una opípara cena precisamente sobre este punto de las falsas dicotomías y de la necesidad de ver las cosas en contexto.
Para las pérdidas extraordinarias ya está el Estado para rescatar a sus amigos.
Esta afirmación es uno de los meollos. Por mucho que Vd. diga que se trasladan a los precios esto no es necesariamente ni siempre así. Por el mero hecho que Vd. comenta de que las empresas van a intentar maximizar sus beneficios. Esto no lo determinan los costes sino la oportunidad. La empresa absorberá sus costes (incluidas las cotizaciones sociales) para producir, si puede, y a partir de aquí si no quiebra y tiene amigos poderosos en el Gobierno se buscará la vida.
También sufre de la falacia de la composición en el sentido de que incluso si en el agregado los costes se pueden reflejar en los precios, siguen siendo un coste para las empresas individuales y les fuerzan a tomar decisiones sobre muchos factores al margen de los propios precios.
No. Yo respeto y he aprendido de su exposición, pero esto no deja de ser un modelo, a las malas un axioma y ya sabe lo que piensa Vd. mismo de los axiomas.
Gracias por decirlo tan claramente.
O la rescate el Gobierno.
¿Está Vd. seguro?
Mi respuesta fue:
Vd. fue ayer en el anterior mensaje quien habló de quiebras o cierres.

no cubren costes.
El análisis de cubrir o no costes suele ser algo más complicado y, a veces, explica porque a veces se sigue en esa actividad aunque teóricamente no se cubren los costes.
Hay un coste que es fácil de bajar o subir que es el salario propio. Poco importante en empresas grandes, crucial si uno es el único trabajador.
Luego en muchas actividades un coste grande es la inversión inicial o aquella que hay que renovar cada x años donde x es un periodo medio/largo. Aunque la contabilidad haga repercutir el coste de amortización en cada uno de los años, el gasto ya está realizado o se va a realizar un año concreto.
Con lo cual si uno ha tenido años muy buenos y años malos, nada impide realmente repercutir el gasto a los añós buenos considerando que ha ganado menos y no repercutir nada los años malos. Especialmente en actividades bastante cíclicas.
Luego hay que mirar también si se reciben ayudas o si hay seguros subvencionados. En el caso de la producción de por ejemplo cierto tipo de alimentos, no es lo mismo mirar si se cubren gastos antes de cobrarlos o después de cobrarlos.