Tragicomedia en tres actos

Hoy quisiera robarles algo de su tiempo para narrarles tres historias: una que presencié, otra que me contaron y otra que nunca sucedió. La primera podría ser considerada una tragedia sin crimen, la segunda una égloga sin rimas y la tercera una leyenda inconclusa, pero será mejor que etiqueten ustedes mismos.

La primera historia tiene lugar a finales de 2017 y trata de una moneda que nunca existió.
Como muchos de ustedes sabrán, 2017 fue el año de la eclosión definitiva, o burbuja, según a quién preguntemos, de las criptomonedas. En esos momentos el bitcoin y muchas otras criptodivisas estaban en máximos históricos y arreciaban las disputas por dirimir el futuro de la reina de ellas. Era evidente que la red Bitcoin no podía realizar las transacciones tan rápido como deseaban sus usuarios. ¿Qué se podía hacer para desarrollar su escalabilidad? Había diferentes propuestas, y una de ellas sugeria, entre otras modificaciones, aumentar el tamaño de los bloques minados al doble. Recibió el nombre de “SegWit2x” y la idea de sus partidarios era que llegado un determinado momento se bifurcara la red Bitcoin, confiando en que la cadena triunfadora acabaría por ser la suya. Hasta ese día no habría más que un auténtico bitcoin, pero algunas casas de cambio, con una encomiable capacidad par ver nuevas líneas de negocio procedieron a ofrecer futuros de algo que no existía aún, del bitcoin SegWit2x. Estos futuros cotizaban a 1000$ por cada hipotética moneda, que era un precio notablemente inferior al de un bitcoin en aquel momento.
Un trader, cegado por las potenciales ganancias, anunció y documentó públicamente la inversión de 85000 $ en esos futuros sobre el nasciturus. En pocos días el precio se disparó, y el 3 de noviembre de 2007 ya tenía beneficios de más de un 100%, que equivaldría a un interés anualizado exorbitante. Parecía ser solo el principio de un acertadísima operación, y no faltó gente que aplaudiera su hábil movimiento. Pero apenas unos días después, el 8 de noviembre de 2017, sucedía el desastre: se anunciaba el desistimiento de la bifurcación planificada por falta de apoyo suficiente entre la comunidad. Inmediatamente el precio cayó un 90% desde los máximos previos, sin que ningún stop loss pudiera salvar la posición. Actualmente el valor de aquellos 85000 $ es inferior a un centavo. Pese a que la historia tuvo un final trágico, hasta llegar al desenlace la impresión reinante fue bien distinta. Observen pues que a corto plazo el necio puede parecer sabio.

La segunda de las historias tuvo lugar bastantes años antes y trata de un pastor que nunca quiso tener un rebaño. Eran los tiempos en que abrir cuenta en un broker extranjero era un duro rito iniciático y la mayoría de traders se conformaba con perder dinero dentro de nuestras fronteras. En foros ya extinguidos comenzó a escribir un hombre probablemente entrado en años, afable y que sin ánimo de lucro ni oscuras intenciones, compartía su operativa con opciones y futuros del Ibex o de su hermano pequeño, el Ibex mini. Su estilo desenfadado, tan apartado de lo habitual en los traders, dados a concederse excesiva importancia a sí mismos, le granjeó pronto un apreciable número de seguidores. También buena parte de culpa tendrían las excelentes rentabilidades que conseguía sin necesidad de abandonar las frecuentes partidas de cartas con los amigos ni permanecer horas con la mirada fija frente a varios terminales de Bloomberg.
Algún profesional con más experiencia en estas lides y probablemente el recuerdo en sus carnes de alguna dentellada lupina, trató de advertir al heterogéneo grupo de seguidores de que su estrategia no era ni tan nueva, ni tan segura ni tan rentable como creían. Pero como las ganancias seguían llegando, aquellos ignoraron amablemente los consejos, incluso llegando a pensar que debían provenir de esbirros del establishment.
Pasó el tiempo y nuestro hombre recabó a su pesar un buen número de adeptos, pero desgraciadamente se encontró con problemas de los que realmente importan en la vida, mucho más serios que la simple duda entre comprar o vender unas opciones o unos futuros; y su operativa cayó lentamente en el olvido. Por aquellos años aún no se vislumbraban en el horizonte los nubarrones de la gran tormenta que se produciría y resultó que aquellos que sabiamente les advirtieron de los riesgos no llegaron a ver materializadas sus negras profecías. Y es que deben ustedes tener presente que a medio plazo incluso el sabio puede parecer necio.

La tercera de las historias, la que jamás sucedió, trata de un hombre cuyo recuerdo se ha borrado. Nos tenemos que remontar a muchos años atrás, a la década de los 80, a esa época dorada de codicia y testosterona que tan bien quedó retratada en obras como Wall Street, La hoguera de las vanidades o El póquer del mentiroso. Por entonces un ya famoso Warren Buffett tomaba el relevo como apóstol del value investing, y nos hablaba de los superinversores de Graham y Doddsville. Había alguien que destacaba por encima de todos ellos, incluso del mismísimo Buffett. Era Rick Guerin, que no tenía una educación formal en economía, pero lo suplía con una capacidad innata para entender y aplicar inmediatamente el principio fundamental del value investing: comprar dólares por cuarenta centavos (Buffett dixit).
Este hombre había conseguido con su vehículo inversor, Pacific Partners, cerca de un 33% anual durante 19 años. Algunos detractores pensaron que tamaños resultados solo podían ser producto de haber sido tocado por la fortuna, o de un notable apalancamiento o por la asunción de riesgos desmedidos. Pero no, porfiaba Guerin, se debía a la aplicación a rajatabla de los sagrados principios del value investing.
Desgraciadamente algo comenzó a truncarse a partir del momento en que fue entronizado por su colega y amigo. Tal vez Guerin se vanaglorió en exceso de su éxito, tal vez menospreció el papel que había jugado el azar o tal vez incluso llegó al punto de creerse un dios en la tierra, pero fuera por una causa o por otra acabó por despertar la ira de la diosa Fortuna, tal y como le ocurrió a la imprudente Aracne con Minerva. La diosa decidió mostrarle su cara menos amable y castigar su altanería. Descargó su poder sobre el malhadado vehículo inversor hundiéndolo para siempre, y con él a cientos de inversores que se habían agolpado para depositar sus ahorros en manos del nuevo ídolo de la inversión en valor.
Juzgando que no era suficiente castigo, decretó la damnatio memoriae sobre Guerin. El maleficio consiguió borrarlo del recuerdo de Warren Buffett, resto de colegas e inversores, en un admirable ejercicio de amnesia colectiva que perdura hasta nuestros días.
Pero incluso el poder de una diosa tiene sus límites y no pudo eliminar todo vestigio de la existencia de Guerin y su legendario Pacific Partners. En lo más recóndito de alguna biblioteca quedaron ocultos ciertos pliegos que bastantes años después algunos estudiosos sacaron a la luz. Si ustedes han sido tan afortunados como yo, tal vez en alguna ocasión hayan podido ver alguno de estos documentos que dan testimonio de las andanzas de Guerin, eso sí, previas a su caída en desgracia.

Más allá de aquella fatídica fecha un numinoso velo de olvido cae sobre el personaje y su obra, ¿pero a quién le importa saber más allá? ¿Qué importa si su estrella se apagó? Lo importante es que durante un tiempo fue la que ardió con más fuerza en el firmamento. Las leyendas no se pueden confeccionar con hombres y mujeres normales, sino con seres excepcionales. Los primeros los podemos encontrar todos los días en lugares y acciones de lo más banales: comprando en el supermercado, esperando el autobús o tratando de esconder unos regalos navideños en el trastero. Son gentes que trabajan a diario, en su mayoría sin bailar claqué por el camino, y se esfuerzan en asuntos tan triviales como sacar adelante a sus familias o educar a sus hijos lo mejor que saben. Esos individuos que transitan por la vida sin aspavientos, sin grandilocuencias, no son merecedores de ninguna estrofa, ya que no son útiles para narrar grandes gestas.
En cambio con hombres superlativos como Guerin sí se pueden confeccionar leyendas. Ustedes ya conocen la suya y no deberían tomarla a la ligera, pues no es extraño que en el interior de ellas haya un poso de verdad soterrado bajo estratos de fantasía. Juzguen ustedes qué parte de la historia que han leído podría ser cierta y qué parte ficticia. Tal vez lleguen a algunas conclusiones coincidentes con las de un descreído como yo: que la gente siempre ha necesitado de ídolos y que si no los hay en forma o número suficiente, se fabrican a medida. Y que, incluso sin intervención sobrenatural, a largo plazo el sabio puede acabar siendo un necio.

fortuna

Para quien haya tenido la paciencia de leer hasta el final estas tres historias de ascenso y caída, solo me queda decirles que, en la opinión del que les escribe, la vida es una tragicomedia en la que hasta que no desciende el telón no cabe distinguir a los necios de los sabios, a los héroes de los villanos y, en lo que al futuro atañe, nadie sabe nada.

Que pasen unas felices fiestas.

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Gracias por el post. Por la forma y por el fondo.

Se me hace difícil escribir este comentario, quizás por encontrarme algo desorientado como sthendal :yum:
Creo que toca de manera elegante temas importantes como, los límites de la naturaleza humana y nuestra necesidad de mitos, el espíritu crítico, el papel del azar y otras cuestiones que darían para echarse a llorar o reír dependiendo de cómo nos lo tomemos. Solamente me queda transmitirle mi enhorabuena por saber condensar tanta elegancia en sus aportaciones que, bajo la excusa de la inversión, acogen bajo sus sombras cuestiones vitales que nos caricaturizan y nos acompañan desde tiempos ancestrales.

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Gran lectura, queda claro el consejo. No perdamos la humildad, ni siquiera cuando podamos permitírnoslo.

Felicidades también por una de las historias de terror más breves:

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Aquí uno que leyendo artículos como este se siente necio a corto, medio y largo plazo.

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Me gusta todo lo que escribe lo entienda o no , porque me hace recurrir al diccionario continuamente y por lo tanto pensar .
De verdad que lo de este foro , nunca lo había vivido en esos foros de plazas públicas o cafés ,me eleva el espíritu el sentir mi pertenencia a él .

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Sí, señor, excelente pieza, como dicen por aquí, tanto en forma como en fondo. Hace pensar, es estimulante y hasta reconfortante. Una delicia. ¡Enhorabuena!

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Excelente texto con un gran consejo que deja pensando a cualquiera. ¡Maravilla!

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@Cygnus tengo cierta curiosidad,

  • ¿Ha habido algún evento concreto que haya generado la génesis o alimentado la chispa de manera especial, que le hiciera escoger la temática del post?
  • ¿El post se ha visto influenciado por el “Sálvame Inversor” que estamos formando últimamente en relación con los value patrios?
  • Además del placer de la creación, ¿Ha encontrado o definido mejor alguna nueva pregunta o respuesta que no tenía antes de hacerlo?
    :grin:
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Tres buenas preguntas. Como las tres guardan cierta relación entre sí, voy a responderle de forma conjunta.

No hay un evento concreto que me haya hecho decidirme a escribir el post justo en estos días, sino más bien un cúmulo de casos que he ido viendo, parte de ellos los generados por nuestros gestores value. Cuando hablaban de sus inversiones en Aryzta, Tullow Oil, Keck Seng, Burford, etc., destilaban una seguridad que no sé muy bien en qué se basa, si en la necesidad extrema de vender su gestión o en una falsa sensación de control que no se corresponde muy bien con la realidad. Un poco de observación y de autocrítica serían suficientes para darse cuenta de que incluso para un gestor con talento hay factores fuera de su alcance que no puede llegar a conocer o prever y por tanto deberían hablar con menos seguridad sobre el futuro. Se atreven con predicciones de todo tipo, no solo sobre la evolución futura de la empresa, sino de las materias primas e incluso la macroeconomía. En esas predicciones no suelen entrar términos como probabilidad o margen de confianza; luego ya sabemos lo que suele pasar.

Pero lo de los value no es más que una parte del cúmulo de casos que comentaba. Opté por escribir sobre esos tres, pero hay muchos más. Y eso enlaza con lo que preguntaba de si al escribir he hallado o definido mejor alguna pregunta/respuesta que no tenía antes. Al repasar mentalmente o releer algunos de ellos cada vez me resulta más evidente que muchos de los errores más graves en la inversión tienen un denominador común que no depende de un estilo de gestión en concreto: el error al calcular los riesgos. Y eso, junto con el azar, es el esqueleto del post; además de algunas reflexiones vitales, pero eso ya se sale del ámbito de la inversión.

Fíjese que en la primera historia, el trader ni siquiera contempló la posibilidad de lo que acabó sucediendo. En la segunda historia, la estrategia empleada (delta hedging con mucho apalancamiento) fue provechosa en un tiempo en que la volatilidad realizada fue menor que la implícita, pero en un escenario como el de 2008 hubiera llevado al desastre. Y respecto a la tercera historia, ¿qué se llevó a Guerin por delante? El apalancamiento, pero extrañamente no conocemos los detalles. Preguntado directamente sobre ello, Buffett se limitó a contestar que “Quiso hacerse rico demasiado rápido”. Mi sospecha es que el detonante fue el crash del 87, algo que poca gente consideró plausible.

Pero hay casos más recientes y muy interesantes que se han quedado en el tintero, como el Volapocalipsis de febrero de 2018. Creo que muy poca gente supo calibrar bien los riesgos que entrañaba la operativa sistemática de venta de futuros del VIX. Hay una relación entre caídas en bolsa y aumento del VIX que se rompió abruptamente en un día, llevando a la disolución de productos como el ETN XIV. La popularidad de estos activos, junto con las peculiaridades de su rebalanceo fue lo que cavó su propia tumba. Quien perdió ahí casi todo su dinero no fue porque no hubiera contemplado el escenario de una caída súbita de un 4% en el S&P 500, sino la reacción en cadena sobre el producto con el que especulaban. Nuevamente el problema es no ser consciente de todos los riesgos en que se incurre.

En el podcast de Rafael Valera decía que para hacerse rico había que arriesgarse en un momento u otro. Me parece muy bien que alguien, en función de sus objetivos vitales, decida tomar los riesgos que considere necesarios para llegar a dónde quiere. Pero antes de eso hay que reflexionar detenidamente si se han tenido en cuenta todos los riesgos que se van a asumir.

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Simplmente sobervio en sus reflexiones Cygnus.

Muchos inversores asumen riesgos excesivos porque son víctimas de ilusiones que llevan a un exceso de optimismo y confianza en sí mismos, subestimando los también posibles resultados adversos que se pueden producir debidos a su estrategia un tanto alocada, sin un control del riesgo adecuado.

En las inversiones, al igual que en el mundo empresarial, cuando empiezas, se trata primero de sobrevivir y luego con el tiempo llega el éxito y no al revés.

Cuanto mayor dimensión tiene un fenómeno(bolsas alcistas o bajistas), mayor es el número de interacciones posibles, que magnifican los hechos y por eso resulta desproporcionadamente más difícil entender lo macro a partir de lo micro, lo general a partir de lo simple.

Nassim

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Casi nadie prevée el “worst case escenario” por poco probable. Pero lo poco probable puede suceder y a veces sucede. El verdadero riesgo no es estar al 100% invertido en chicharros, si no, no estar dispuesto a asumir cualquier posible perdida de la cartera.
Si una caida del 10% en una posición significa no poder pagar el alquiler, tiene mas riesgo que tener toda la cartera invertida en OHL, si la quiebra de ésta no significa ver nuestra vida cotidiana alterada.

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The safest policy is rarely to tempt [Fortune], though to keep her always in mind and to trust her in nothing. Thus: ‘I shall sail unless something happens’; and ‘I shall become praetor unless something prevents me’, and ‘My business will be successful unless something interferes.’
That is why we say that nothing happens to a wise man against his expectation.

(Seneca, On Tranquillity of Mind 13.2–3, trans. Costa 1997, 51–2)

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Bernstein: “A la hora de adoptar decisiones en condiciones de incertidumbre, las consecuencias deben dominar a las probabilidades. Nunca sabemos lo que va a pasar en el futuro”.

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Totalmente @luis1, me recuerda al símil de jugar a la ruleta rusa con una pistola con 99 huecos y 1 bala.

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@Segado Llevando la cuestión a los extremos, podríamos asumir que nada es imposible, sólo teóricamente improbable; con la salvedad de los impuestos y la muerte, que son certeros. Quizá, por mi manía de rescatar y apoyarme en las palabras de otros, quien mejor resumió esa idea fue lord Lytton: “El destino se ríe de las probabilidades”.

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Muchas gracias @Cygnus por la entrada, reconozco que yo también tengo que tirar de Wikipedia para entender ciertas referencias :grin:

Me van a permitir, una vez más, la pedantería de autocitarme. En el pasado hice un comentario, al hilo de un paper de NNT, sobre lo que creo que es el tema de fondo dentro del contexto del análisis fundamental: el que parece hábil pero luego al final resulta que no lo era tanto.

Saludos

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Muy didáctico y ameno, muchas gracias y felices fiestas.