Después de haber leído “La ecuación del éxito” de Mauboussin, una recomendación de @arturop y uno de los libros que debería de estar en la lista de imprescindibles en esto de invertir, me vuelvo a preguntar sobre la conveniencia del enfoque que se da a este tipo de cuestiones en renta variable.
Es evidente que parte nada despreciable del resultado final estará condicionada por la aleatoriedad (prefiero en estas cuestiones este nombre al de simplemente suerte).
Los datos históricos están en el hilo, sin embargo, eso no significa que no puedan darse situaciones que también están en esas probabilidades.
Cuando se toman ese tipo de decisiones hay que asumir que una cosa es cual puede ser la decisión más razonable y otra entender que se pueden dar también otras situaciones. Y que se puedan dar esas situaciones no debería hacer pensar al que ha tomado la más razonable, que se ha equivocado.
Lo que sí hay que tener claro es precisamente la naturaleza probabilística de la cuestión y entender que otro pueda tomar otro tipo de decisión para estar más cómodo o porque en su situación personal debe de ponderar algo más los escenarios negativos.
En no pocos temas de inversión, encontrarse con situaciones que parecen ir en contra de lo que uno espera de los mercados, no debería sorprender y tampoco no debería llevar a intentar, más de la cuenta, sacar conclusiones equivocadas de casos concretos.
Lo que falla es que precisamente uno no se había planteado ya de entrada lo suficiente precisamente que la cuestión tiene parte probabilística.
Tal vez este año hay un montón de ejemplos de ello por encima de lo habitual.
En primer lugar pasa un fenómeno que en primer lugar parece no alterar mucho a los mercados a pesar de algunas imágenes dantescas de China avisando de que magnitud puede significar.
Luego se cae en vertical. Se pone gran acento en un dato que en mi opinión es poco relevante para un inversor de largo plazo, que es la rapidez de la caída.
Cuando parece que la cosa va a ir lenta, el mercado se pone a rebotar con una fuerza también tremenda, obviando bastante la posible afectación en muchos negocios que no parece poca cosa precisamente.
Posiblemente si no caemos en el error de reconstrucción racional a posteriori, nos daremos cuenta como una cosa son las probabilidades de lo que puede pasar y otra cosa el resultado concreto que termina pasando. Y que uno cuando se plantea escenarios debe de ir con cuidado con descartar excesivamente según que posibilidades.
Especialmente delicado es confundir lógica de largo plazo con lógica de corto plazo. En estas caídas de marzo, precisamente me ha parecido ver más de la cuenta quien parecía creer que podía anticipar dinámica de la situación. Por mucho que uno pueda utilizar argumentos de largo plazo, esto no los convierte en ciertos a corto plazo, donde la componente aleatoria se hace inmensa.
También hay que vigilar que conclusiones se sacan en caso de que haya podido acertar. Los aciertos de excesivo corto plazo tienden a parecerse a aquel que después de acertar 4 de 5 veces el resultado de lanzar una moneda, ya cree que tiene algún tipo de habilidad para ello, especialmente si se rodea de ruido propiciatorio para querer sacar este tipo de conclusión.