Emigrar es una decisión personal que dependerá de sus circunstancias. Nadie, sin conocer sus circunstancias, puede aconsejarle sobre este tema. Sin embargo, por su post, a mi juicio parece haber un fuerte componente ideológico en su reflexión. Su preocupación no parece estar tanto en el deterioro de sus condiciones de vida, sino en una disconformidad por ciertas políticas que no concuerdan con su visión de lo que debería ser una sociedad, sumado a cierto sesgo de proximidad y disponibilidad que le hace considerar cierta información y obviar otras. Le incomoda que el Estado controle sus movimientos y, sin embargo, eso lleva haciendo Google desde hace años, entre otras muchas empresas, y, de hecho, como bien queda plasmado en el vínculo que aporta, el Estado español se vale de empresas privadas para ello: “El análisis ha sido elaborado por el INE con la estrecha colaboración de los tres principales operadores de telefonía móvil (Orange, Telefónica, Vodafone).”
En este caso el Estado español no hace más que valerse de la tecnología desarrollada por empresas privadas y su experiencia en esa materia para hacer lo que está en su naturaleza, el control de territorio y de población. En ese sentido no importa donde decida emigrar, siempre tendrá que estar registrado como ciudadano y ejercerán sobre usted algún tipo de control.
Tal como le han comentado en el hilo, conocer otros sitios y culturas quizás le haga apreciar en mayor medida la suya. Si no tiene esa posibilidad siempre puede echar un ojo a la sección internacional de la prensa y verá como en “todas partes cuecen habas”. España es un país que se enfrenta a grandes desafíos en los próximos años (como muchos otros países) pero que, en términos generales y dándose uno una vuelta por el resto del globo, aún posee a día de hoy grandes atributos para ser considerado un país atractivo para vivir.
Por otra parte querría decir lo siguiente. Bajo la tutela de esta UE España nunca resolverá los déficits estructurales que la han llevado a la situación en la que está. En primer lugar porque nuestras élites están absolutamente europeizadas. No es un mal moderno, se remonta al siglo XIX y sus afrancesados como bien narra Roca Barea en Fracasología. Quienes se tranquilizan por estar bajo la tutela de las élites europeas porque bajo las españolas “España se argentinizaría” yerran al no entender que las élites españolas son el resultado y la conclusión lógica de la ideología europeísta. Es decir, no existe tal antítesis entre las élites europeas y las españolas. Basta con hacer un rápido repaso del currículo académico de nuestros políticos para advertir cómo muchos de ellos han hecho parte de sus estudios económicos y políticos en universidades europeas. Con el Plan Bolonia y la creación del Espacio Europeo de Educación Superior la UE pasó a adquirir competencias en materia de educación. Si bien esta europeización de las élites no es una idiosincracia específicamente española, aquí ha adquirido carácter de dogma como lo demuestra el hecho de que ni siquiera existen movimientos políticos ni sociales antieuropeísta fuertes, como sí los hay en gran parte de países europeos. Tenemos las élites menos chauvinistas de toda Europa.
En segundo lugar, tal como está construida, la UE es una superestructura de dominación. Los Estados miembros ven sus competencias limitadas, empezando por el control monetario. Sin soberanía monetaria no existe soberanía económica, y eso lo tuvieron claro desde el primer momento los ingleses (que serán muchas cosas, pero inútiles en materia geopolítica no es una de ellas) y por eso se negaron a adoptar el Euro. La UE es un instrumento que utilizan Estados fuertes y lobbies empresariales para poner en marcha sus planes y programas políticos y económicos a costa, o como mínimo sin tener en consideración, los intereses del resto de Estados miembros más débiles. Cuando desde la UE se rescata a España en 2012 no se hace por puro altruismo sino para proteger las (malas) inversiones que, entre otros, muchos bancos alemanes hicieron en el país. Las consecuencias de un default del Estado español hubiese sido una cascada de defaults, o como mínimo grandes reestructuraciones, de muchos bancos alemanes, derivando en una crisis bancaria. Mientras que refinanciando la deuda española lo que consigues es trasladar esa “presión” de los acreedores alemanes a unas cuantas generaciones de españoles obligados a contribuir con sus impuestos al pago de la deuda (en 2022 representa casi un 7% de los Presupuestos Generales).
La UE es hoy en día la CECA ampliada. Una unión comercial (y monetaria) sin unión fiscal ni política. Una prisión para los países poco competitivos que ven imposible, bajo el marco europeo de competencia, desarrollar su industria tal como lo han hecho históricamente las potencias industriales hegemónicas, esto es, protegiendo su industria en estadios tempranos de su desarrollo y mediante la financiación estatal. Este modelo de desarrollo se conoce como “infant industry” y fue acuñado por el padre fundador de la economía estadounidense Alexander Hamilton y seguido por todas las potencias industriales, desde Inglaterra a Corea del Sur. Quien quiera ampliar este tema le recomiendo el libro “Bad Samaritans” de Ha-Joon Chang. Respecto a las políticas de competencia esto dice la UE:
“El Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) recoge a tal objeto normas tendentes a impedir que se restrinja o falsee el juego de la competencia dentro del mercado interior. De manera más concreta, lo hace prohibiendo los acuerdos entre empresas que sean contrarios a la libre competencia y la explotación abusiva por parte de las empresas de una posición dominante en el mercado, ya que ello podría afectar al comercio entre los Estados miembros. La Comisión controla, asimismo, las operaciones de concentración y de absorción de dimensión comunitaria y puede prohibirlas en aquellos casos en que redundarían en una disminución notable de la competencia. Por otra parte, se prohíben las ayudas de Estado que beneficien a determinadas empresas o productos y falseen la competencia, aunque en ciertos casos pueden ser autorizadas. Las normas sobre competencia se aplican también, sin perjuicio de determinadas excepciones, a las empresas públicas, los servicios públicos y los servicios de interés general.”
Por no hablar de todas las cuotas impuestas desde la UE al sector primario español, dentro del marco de la Política Agraria Común a partir de 1986. Especialmente sangrante es el caso de la industria pesquera. A finales del siglo XX España era una potencia mundial pesquera y ahora se encuentra en plena reconversión por diversos factores, entre los cuales se encuentran la circunscripción a las cuotas europeas y las políticas medioambientales.
Con todo ello quiero decir que España, dentro de esta UE, permanecerá tal como está, con sus debilidades y fortalezas, pero siempre como un Estado subordinado a instancias superiores a las que poco les importan el bienestar de la sociedad y economía española, más allá de la mínima necesaria para contribuir al bienestar de los Estados dominantes. Una España con capacidad de consumir pero no de competir.
Edito: Se me olvidó comentar que en España también tuvo lugar ese proceso de industrialización. Fue durante el franquismo, con grandes proyectos y financiaciones estatales. Una industria desmantelada en los 80 por el PSOE, bajo tutela alemana, como concidición para ser miembro de la CEE. Está bastante bien documentada la relación entre el PSOE post transición, la Fundación Friedrich Ebert y el Partido Socialdemócrata Alemán.