Sobre los tiempos inciertos

Un placer disfrutar siempre de sus reflexiones.

Recordando algunas de las reflexiones “incómodas”, por su capacidad de meter el dedo en la llaga, de @CharlesLogan (La IF de los cojones ), al final es difícil estar cómodo con algunas de las implicaciones que tiene invertir y buscar según que objetivos a largo plazo, si no es precisamente dando un valor, quien sabe si excesivo, a dichos objetivos y pensando que, una vez conseguidos, son inmutables.

Es fácil caer en errores que vemos en los demás pero que sin embargo somos incapaces de aplicarnos a nosotros mismos. Y uno emprende proyectos que le ayuden precisamente a evitar riesgos que cree que otras personas asumen en exceso, para quien sabe si terminar cayendo en errores parecidos.

Si algo muestran las crisis gordas históricas es que, en ellas, las normas que uno cree que funcionan magníficamente en situaciones normales, se ponen contra las cuerdas hasta unos niveles difíciles de imaginar a priori.

En las épocas muy buenas para la inversión en lo que sea, es habitual que pensemos que estamos asumiendo demasiado poco riesgo, ni que sea notable el mismo.

Argumentos como el manido vale la pena arriesgar en esta parte de la cartera aunque uno pueda perderlo todo porque a cambio uno puede multiplicar suelen ser, en no pocos casos, indicio de estar menospreciando el riesgo que uno ya asume sin necesidad de irse a estos extremos.
También abundan los que ven razonable apalancarse o que “forrarse” aunque su capital inicial sea pequeño, está al alcance de su mano.

Después de según que episodios de mercado muy negativos, el péndulo va hacia el otro lado y se tiene mucho miedo a incurrir en cualquier riesgo, incluso en aquellos que suelen ser razonables con mentalidad de largo plazo.

Tal vez el empeño en disfrazarla y en no querer asumir según que inconvenientes, precisamente tiene parte de culpa en que uno termine con la sensación que dicha realidad es desagradable por no ser como a uno le gustaría. También tiene sus cosas buenas sin necesidad de exagerarlas e intentándolas poner en un contexto adecuado.

Para que invertir sea algo bueno no hace falta que sea maravilloso ni que nos lleve, en según que aspectos, a unos niveles muy superiores a los que no invierten.

Para que la opción que uno elige sea buena, no hace falta que las demás sean un desastre. Tampoco hace falta que haga “desaparecer” riesgos intrínsecos a lo que se intenta. Y si los hace desaparecer ya puede uno andarse con cuidado con que no le aparezcan en otra forma mucho peor por otro lado.

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