Sobre el propósito

Visto así ha obtenido descanso… puede que el comentario de @Pacheco49 vaya por ahí; no obstante imaginemos el tiempo de un muerto, que está gastado y es igual a cero, ya no queda nada de utilidad si no deja una obra ‘útil’, que puede ser cualquier cosa, desde un nuevo software hasta una sinfonía, ahí si veo la conversión del tiempo.

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Para mi entender y en el contexto en que se desarrolla este hilo , el tiempo y la utilidad formal ,lo establecido , son convencionalismos necesarios pero abstractos .
En el plano de la persona que busca sentido a las cosas que le suceden y sobre las que no tiene ninguna potestad a pesar de reconocer que son suyas ,en ese plano los formalismos confunden más que aclaran .

Son estas cuestiones las que nos confunden .

Sartre decia : El corazón tiene razones que la mente no comprende .

Tengo una actividad que es familiar , de trabajo , social , de estudio y luego esta la otra actividad que escapa a los convencionalismos y que este axioma plasma de forma meridiana . ( me autocito )

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En su contexto, vale. Entiendo lo que me dice.

El objetivo personal de cada uno es diferente, más aun cuando la parte animal que tenemos se empeña en hacernos competir para sobresalir y demás…

No me refiero a todo lo que puede diferenciarnos, que es mucho y nada según el ángulo con que se mire.

A usted se le puede acentuar el competir con su amigo con 5 años, siendo su amigo mejor… y al conseguirlo con 7 años y ver que eso no le proporciona la satisfacción que esperaba decaer o sin más buscar otro objetivo por el que competir y así toda su vida.

Visto desde la otra posición, su amigo que es mejor, disfruta ganando a todos los demás hasta que se percata que ganar no es lo mas, y que algunas veces, dejándose ganar consigue más.

Hay quien pueda decir que hay diferencias dependiendo a quien de los dos analices. Desde mi óptica cada uno experimenta una fase de la vida, cada uno tiene una duración diferente, como diferente es que una situación se te presente en una etapa o otra de la vida.

Los dos son y siempre serán iguales. Los dos nacerán, crecerán, vivirán situaciones acordes a su sitio y cualidades, querrán estar bien y para eso competirán para conseguir a la mujer de su vida, un trabajo con el que poder tener seguridad, darle una vida buena a sus hijos, y todo lo demás…

Generalmente cuando uno deja de tener miedo , no quiera “competir” (en su contexto), le guste “mucho mas” dar para de verdad recibir sin pedir… es cuando está mejor preparado para partir.

Un saludo.

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La diversidad del ser humano es tan grande que en este contexto que plantea, en mi opinión aún hay más diferencias (afortunadamente) que en el anterior.

La curiosidad me ha llevado a oír el podcast, me he quedado pensando en una cosa, la pregunta: ¿qué es una buena vida? Sinceramente es una buena pregunta, porque si la contesto y me fuera concedida “esa buena vida” la respuesta a la pregunta realizada en esa nueva vida posiblemente no sería la misma… me ha quedado como un retruécano pero creo que se entiende.

Ahora me voy a arriesgar a responder: No existe una buena vida, como tampoco existe una mala vida, existe una vida y una visión que se tiene de la misma, esta visión está influenciada por la perspectiva del análisis aplicado para evaluar la calidad de vida, sea esta individual o colectiva.

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Menos mal que yo ni me acerco por allí :innocent:

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Hola, creo que eso nos pasa a la mayoría de la gente, cada uno a una edad (según las vivencias que uno tuviera ) a mi me ha ido pasando por etapas, ésta última pasado los cuarenta con el tema financiero, nunca le presté demasiada “atención “ y ahora me encuentro más centrado aunque aún tengo que atar bastantes cabos, cosa habitual hasta el momento en el que nos vayamos. Un saludo.

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Muy interesantes todas sus aportaciones.
En mi modesta opinion, es muy dificil no pasar por etapas en la vida a nivel profesional o personal, en donde nos encontremos enfrentados a situaciones/pensamientos que nos hacen cuestionarnos el sentido de muchas de nuestras acciones y que nos perturban.
El terreno laboral esta especialmente abonado a ello, dado que vivimos en un entorno crecientemente competitivo, en donde practicamente tanto produces/facturas tanto vales y en donde la empatia brilla por su ausencia. De hecho, los paises (supuestamente) desarrollados son los que tienen un mayor indice de suicidios y de problemas de salud mental, en buena medida por esa deshumanizacion de los entornos laborales.
Personalmente he leido algun que otro articulo sobre como tratar de impulsar tu bienestar psicologico y hay tres pequeños trucos que realmente me han ayudado a enfocar determinadas situaciones que me quitaban el sueño, se trata de plantearse las siguientes preguntas:

  1. Esto que realmente te preocupa, que importancia tendra dentro de X años?.
  2. Esta situacion depende realmente de mi? Si la respuesta es SI entonces tiene solucion, si la respuesta es NO, ¿para que preocuparse por ella si no esta en tu mano remediarla?.
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Muy buenas noches a todos.
Lo primero agradecer a @emf23 crear este hilo que es canela pura. He ido leyendo por encima (y dando likes) pero quiero hacerlo con detenimiento.
En mis 33 me reconozco que también he pasado por ese punto profesional. Me veo en ese espejo.

En mi primer trabajo en una gran multinacional solía decir que prefería enfadarme frente a un problema/conflicto. Ya que de no hacerlo pasaba a tener desidia. Y de ahí a estar quemado. Y de ahí… y no quería coger ese camino. Llegado el caso dejé de enfadarme y fui caminando, poco a poco, sin saber muy bien donde iba pero sabiendo donde no quería ir… espero explicarme, porque a estas horas.

A nivel personal. Bueno. Si. La cosa cambia cuando a la ecuación añadimos el hecho de que tengo dos niños de menos de 2 años. Pero no se engañe muchas veces el resultado también sale rojo. Y de repente me invade una sensación de desazón o tristeza.

De hace un tiempo que considero estos momentos puntuales como el pasar hambre antes de comer, sed antes de abrirte una cerveza o un sueño terrible cuando se acaban de dormir los dos mocos. Y creo que sea lo que venga después, lo disfruto más.

Si me permites, para terminar.
Como buen padre millennial e inversor de Disney que me considero, he descubierto hace no mucho los grandes clásicos.
Póngase El Libro de la Selva. A mi me explotó la cabeza. Si no tiene Disney+ (aunque deberían ir suscribiéndose todos), con que busque en YouTube: Lo Más Vital, será suficiente.

Cuídense. Nos leemos por aquí, y no me sean abejas.

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Estimados amigos:
Antes de responder al creador del hilo, quería agradecerles a todos ustedes sus valiosos comentarios, que creo que estarán de acuerdo conmigo en que nos van a ser de gran utilidad a todos los lectores del hilo.
Especial agradecimiento a @emf23, autor del mismo, y que nos pide opinión al respecto de su “crisis existencial” (permítame llamarla así). Con toda humildad, le expresarė mi opinión al respecto.
Mi joven amigo, creo que lo que usted está viviendo nos ha ocurrido a todos en diferentes momentos de nuestra vida. Llega un punto en que echas la vista atrás, reflexionas, ahora miras hacia adelante, y te entra vértigo. Solo tenemos una vida, y el miedo a no sacarle todo su jugo nos atenaza, y nos entran dudas sobre muchos aspectos de la misma: unas veces son los estudios, otras el trabajo, cuando no será la familia que te viene dada al nacer o la que te buscas a lo largo del camino (no les cuento nada a los que tienen hijos porque yo también los tengo y las dudas al respecto crecen más rápidamente que ellos mismos), qué decir de las preocupaciones por la salud, por los hábitos, …
Mi modesta experiencia me dice que ese vértigo, a quien lo padece, no se le cura nunca, pero eso no es intrínsecamente malo, siempre y cuando aprendamos a convivir con él: a lo largo de la vida hay que tomar decisiones, y nunca hay peor decisión que aquella que no se toma. ¿Nos vamos a equivocar cuándo decidamos? Seguro, pero siempre será mejor equivocarme yo a que se equivoquen los demás por mí.
Con esto, querido amigo, le quiero decir que es sabio aquel que escucha las opiniones de los demás, las valora y aprende de ellas, pero no olvide nunca que el único que conoce todas las circunstancias que le rodean es usted mismo, y las consecuencias de las decisiones que tome a quien más van a afectar van a ser a usted.
Dicho esto, viendo los toros desde la barrera no le veo muy convencido con su trabajo. Ahora bien, dejarlo supone tirarse a una piscina. ¿Cómo de llena de agua cree que está dicha piscina? Y todavía más importante, ¿cree que si hay suficiente agua en la misma se va a encontrar más a gusto nadando que tal y como está ahora?
Para que vea que no es oro todo lo que reluce, le cuento mi experiencia: ingeniero de telecomunicaciones (cuando esta carrera era lo más de lo más), no he llegado a ejercer nunca porque también soy músico y saqué las oposiciones a profesor de secundaria. Posiblemente una de las mejores decisiones de mi vida, cierto, pero también le diré que he pasado años laborales que no se los deseo ni a mis peores enemigos (cuando te tocan un par de clases bordes te lo pueden llegar a hacer pasar muy mal), que dar clase hoy en día por desgracia es bastante desmotivador (algún día habrá que plantearse abrir un hilo para debatir sobre la educación que estamos dando a las nuevas generaciones), y que como decía en una de sus intervenciones @jvas, cuidado que la hierba del vecino siempre nos parece que crece más y mejor que la nuestra (pero obviamente esto no siempre es así).
En fin, no sé si le he aclarado algo o todavía le he confundido más, pero espero que mi reflexión le haya servido de algo. Al menos le aseguro que la he hecho con la mejor intención.

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Estimado @emf23,
Le agradezco que comparta con nosotros sus inquietudes pues con ello nos invita a detenernos a reflexionar.
Sinceramente, poco tengo que añadir a los consejos o experiencias que han compartido con usted otros compañeros de inquietudes, aunque por la deuda infinita que poseo con este foro y la identificación que siento con usted, le daré algunas pinceladas de mi experiencia personal y trataré de ponerme en sus zapatos para sugerirle algún consejo práctico, por si acaso no se le hubiera ocurrido ya a usted ,y pudiera resultarle de alguna utilidad.
Les ruego me disculpen por lo que de batallita personal tendrá mi respuesta y por su extensión probablemente excesiva con respecto al valor de su contenido.

En primer lugar, aún sin conocerle, me aventuro a decirle que alguien que hace referencia al “famoso” Ikigai japonés, al estoicismo, budismo, minimalismo, movimiento FIRE…no anda muy perdido o al menos no en mayor medida que el resto de seres humanos, incluidos los grandes sabios de todos los tiempos.

Una máxima del budismo es que “La reflexión es el camino hacia la inmortalidad; la falta de reflexión, el camino hacia la muerte.”, por lo que diría que usted está MUY VIVO.

Aunque el contenido no aporte nada relevante (y bien haría en saltárselo), me atrevo a compartir un post que escribí cuando rondaba su edad en un blog personal donde me desahogaba por aquel entonces, con la única intención de mostrarle cuan habitual es el desasosiego como compañero de viaje para aquellos que tratamos de buscar un propósito para nuestras vidas.

No he encontrado jamás verdad más impactante que las reveladoras palabras de Pablo Neruda “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”

Como si desde mi niñez estuviera esperando la llegada de ese día, desde bien pequeño no escatimé esfuerzos por cumplir con todo lo que esperaban de mí. Me aplicaba por ser un alumno excelente, leía todo lo que caía en mis manos, tenía un apetito insaciable por aprender. Quería ser un buen hijo, una buena persona, soñaba con cambiar la vida de las personas, admiraba profundamente a Gandhi, Séneca, Buda…, deseaba parecerme a ellos, fundar una ONG, luchar contra las injusticias, ser admirado por mi familia, ser un sabio…

Una infancia compleja, viviendo en un barrio calificado de “marginal”, en una familia muy humilde y marcada una relación tormentosa entre mis padres, dejó una huella imborrable que contribuiría a hacer de mí un niño introvertido, soñador, refugiado en la lectura como vía de escape a una realidad que me apesadumbraba.

Con la adolescencia, aparque por inabarcable la idea de cambiar el mundo, y haciendo mío el lema “piensa en global, actúa en local” decidí que había mucho que mejorar a mi alrededor. Durante años milité activamente en un partido político, formé parte de la ejecutiva, organicé actos, coordiné campañas… De nuevo soñaba con mejorar la vida de la gente, con ser un gran dirigente, y así, pasaba largas horas divagando sobre como transformar mi pueblo…

Convencido de que la educación resultaría una gran aliada en mi tarea de cambiar la sociedad, y entusiasmado con llevar a la práctica nuevas formas de entender la educación, terminé Matemáticas y me lancé con ilusión al reto de ser profesor. Preparé con mimo las oposiciones, pasaba horas y horas elaborando los temas, mi programación, mi exposición, sin agotarme porque sentía que merecía la pena. Recuerdo la frase con que terminé mi exposición ante el tribunal: “Para mí, ser profesor no es solo una forma de ganarse la vida sino de ganar la vida de otros”

Colmado de ilusión comencé mi camino como profe. Cada alumno se convertía en un reto para mí, entusiasta de la consigna ”Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo” me afanaba por conectar con ellos, persuadirles de la importancia de la educación para su futuro, de que estar bien formados era el mejor camino al éxito. Vivía con extrema decepción cada suspenso, me dolía cada expulsión, y cada abandono se tornaba en un fracaso personal.

No solo ambicionaba mejorar la realidad política, no me bastaba con dirigir los pasos a mis alumnos, quería cambiar a mi familia, que dejaran de dar voces, que redujeran el consumo de luz y agua, que reciclaran, que compartieran mis ideas políticas… Anhelaba que mi relación de pareja fuera perfecta, en definitiva que todo se ajustará a unos ideales que para mi eran los más bellos y justos del mundo.

Deseaba viajar por todo el mundo, conocer todas las culturas posibles, todas las gastronomías y me asfixiaba si estaba un mes seguido en casa.

Jamás lograba estar satisfecho del todo, excesivo en mis exigencias con todo el mundo y sobretodo implacable conmigo mismo. Como es lógico, el resto de los mortales no aceptaban siempre de buena gana adaptarse a mi visión del mundo ideal. Discutía con mis padres, con mi hermano, con mi pareja, me desencantaba con la política… acumulaba por igual éxitos personales y frustraciones. Después de grandes euforias, llegaban enormes vacíos.

Paso a paso, dejé de luchar contra el mundo y decidí lanzarme a la ardua tarea de ser yo el cambio que deseaba ver en los demás.

Traté de no juzgar a las personas por las primeras impresiones, de abandonar aquellas rencillas enquistadas de las que ya no recordaba los motivos que las provocaron.

Comprendí que a la mayoría de las personas no les agrada que les “empujen” ni siquiera hacia el que tu consideras que es el “buen camino”.

Aprendí que olvidar es muy sano y reparador y tras mucho buscar, encontré en mí mismo a la persona que debía hacerme feliz el resto de mi vida.

Dejé de tener miedo a los silencios incómodos, entendí que a veces la soledad es la mejor compañía y que la amistad verdadera perdura incluso en la distancia.

Aprendí a trabajar en función de mis necesidades y no a hacer del trabajo una necesidad.

Entendí que en numerosas ocasiones “menos es mas”.

Rara vez me he visto tan diestramente reflejado como en el epitafio que reza en la tumba de un obispo anglicano:

Cuando era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo. Cuando me hice más viejo y sabio, descubrí que el mundo no cambiaría. Entonces restringí mis ambiciones, y resolví cambiar a mi país. Pero el país también me parecía inmutable. En el ocaso de mi vida, en una última tentativa, quise cambiar a mi familia, pero ellos no se interesaron en absoluto. En mi lecho de muerte, por fin, descubrí que si hubiera empezado por corregir mis errores y cambiarme a mí mismo, mi ejemplo podría haber transformado a mi familia. El ejemplo de mi familia tal vez contagiara a la vecindad, y así yo habría sido capaz de mejorar mi barrio, mi ciudad, el país y ¿quién sabe? cambiar el mundo”

Durante años estuve apuntando citas de aquí y allá en un cuaderno, muchas de las cuales guardan relación con esta búsqueda del propósito.

“Tu propósito en la vida es encontrar un propósito, y entregar a él todo tu corazón.”

“Apasionadamente, haz hoy lo que debe ser hecho. ¿Quién sabe? Mañana, la muerte se aproxima”

“La felicidad no depende de las cosas exteriores, sino de la forma en que las vemos.”

“Cuando un velero no sabe a que puerto se dirige, ningún viento es el adecuado”

“Ninguna persona tiene el poder de tener todo lo que quiere, pero está en su poder no querer lo que no tiene, y poner alegremente en buen uso lo que tiene”.

“Ninguna pérdida debe sernos más sensible que la del tiempo, puesto que es irreparable.”

“El propósito de la vida es una vida de propósito”

“La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino sólo por falta de significado y propósito.”

“La persona que conoce el “por qué” de su existencia, podrá soportar casi cualquier “cómo”.”

“No es la muerte lo que un hombre debería temer, pero debería temer nunca comenzar a vivir.”

Siendo un apasionado del estoicismo y las filosofías orientales y compartiendo las ideas que se derivan de las citas mencionadas y los valiosos consejos que le han proporcionado los ilustres miembros de este foro, quisiera proceder, en una dirección ligeramente diferente y concluir con el atrevimiento de proporcionarle alguna idea más práctica que esta extensa divagación. En este sentido mi pequeña aportación se podría resumir en que:

La mayoría de los mortales no somos superhéroes, místicos o grandes pensadores, ni es necesario serlo para tener una vida plena llena de sentido.

El excesivo foco en dotar de un sentido a todos nuestros actos, en buscar “el propósito” puede irónicamente llegar a ser una de nuestras mayores fuentes de insatisfacción.

En ocasiones, la interpretación del concepto de “aceptación” propio del estoicismo, budismo y otras filosofías se asemeja en demasía, de forma errónea en mi opinión, a “resignación”.

Citar a Séneca, Marco Aurelio, Tolstoi, Montaigne, Buda, Victor Frankl, Charlie Munger…es enriquecedor y leerlos tranquilamente en un jardín puede resultar reconfortante, pero coincidiremos en que la mayoría de los mortales no somos Séneca ni Buda, por lo que sus enseñanzas bien pueden resultar frustrantes y su vidas abrumadoras si las tomamos como unidad de medida de las nuestras.

Beber de las gotas de sabiduría de los clásicos puede calmar la sed, pero quizá, igual que Don Quijote enloquece después de haber leído demasiadas novelas de caballería, corremos el riesgo de que un exceso de embriaguez nos perturbe hasta resultar incluso contraproducente.

Al parecer, el gran pensador León Tolstói anduvo buena parte de su vida buscando el sentido de la misma y en esta búsqueda pasó por épocas de gran desasosiego. Quizá una de sus máximas mas polémicas fue que “El único conocimiento absoluto que puede alcanzar el hombre es que la vida no tiene sentido”.

Michael de Montaigne dijo “Yo no me encuentro a mí mismo cuando más me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero” y Confucio que “La vida es simple, pero insistimos en hacerla complicada.”

Por otra parte, no deja de resultarme llamativo que tras haber dedicado miles de horas a leer y reflexionar sobre la obra y vida de estos grandes personajes, cuando busco unos referentes en mi vida, alguien a quien deseara parecerme, acuden a mi mente mi tío Manuel y mi tita María, agricultor y costurera, ambos sin formación académica pero cuyas vidas y sabiduría callada ejemplifican, como nadie que haya conocido, las enseñanzas que emanan del estoicismo y otras filosofías mencionadas, mi ideal de vivir dignamente y con plenitud.

Es habitual, sobre todo entre los que somos asiduos del estoicismo, abrazar la idea de que “El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace.”, que la serenidad reside en “hacer lo que hay que hacer”. Sin embargo, estoy de acuerdo con usted en que “existe una línea muy delgada entre algo positivo, que sería aprender a disfrutar incluso de aquello que no nos entusiasma, y algo negativo como la resignación a no buscar un camino mejor”.

Creo que es erróneo, confundir estoicismo con resignación y es posible que a veces “hacer lo que hay que hacer” conlleve precisamente, que pese a “aceptar” tus condiciones actuales lo mas sabio es tomar determinaciones para cambiar determinados aspectos de tu vida. Flexibilidad radical, para adaptarse cuando es lo más conveniente y cambiar de rumbo cuando se estima necesario.

De lo que usted relata, parece manifiesto que el aspecto de su vida que más pesar le causa es el laboral y el sentimiento de falta de impacto o aporte de valor de sus acciones. En este sentido, creo pertinente citarle a Taleb y a Viktor Frankl, cuya obra “El hombre en busca de sentido” recomiendo encarecidamente a quien aún no la haya leído.

Dice Taleb que “El trabajo destruye tu alma invadiendo furtivamente tu mente durante las horas no gastadas oficialmente trabajando; se selectivo respecto a las profesiones.”

“Si pudiera predecir cómo será mi día, me sentiría un poco muerto."

Según Viktor Frankl “El vacío existencial se manifiesta principalmente en un estado de aburrimiento”.

Cuando tras siete años en un puesto de trabajo y sin haber cumplido ni tan siquiera la treintena uno siente que su profesión no le llena, que se aburre en ella, que no aporta valor, puede ser sabio cambiar de enfoque, recurrir a la aceptación estoica y aprender a “querer siempre lo que se hace”, pero hace bien en valorar si no es igual de sabio actuar con determinación para corregir el rumbo.

Afirmaba también Frankl que “Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”, enseñanza tremendamente valiosa para sobrevivir en un campo de concentración nazi y otras situaciones que escapan a nuestro control, ¿pero acaso es este el caso en la mayoría de las situaciones que se nos presentan al común de los mortales? ¿No posee usted la capacidad de tomar decisiones para cambiar dicha situación? Creo que, salvo en ciertas situaciones extremas, son las decisiones que tomamos, no las condiciones, las que determinan quiénes somos.

Le aconsejo abordar su situación laboral desde este doble enfoque, aceptación estoica de las condiciones actuales pero determinación activa para cambiar dicha situación.

Puede comenzar con introducir pequeños cambios en su día a día, ¿hay algún tema del que disfrute usted conversando, que le haga sentir que el tiempo pasa volando? Afánese por encontrar al menos un compañero/a en su oficina con quien comparta ese interés y haga que la pausa para el descanso sea un momento deseado de desconexión y grata interacción social.

¿Siente que su trabajo es demasiado exigente en tiempo? Haga partícipes a sus jefes de su abatimiento, es poco probable que pueda reducir su jornada laboral de diez a cuatro horas diarias pero igual es factible conseguir salir tres horas antes el viernes y poder dedicarse, si lo desea, a una de esas actividades que le hagan sentir más pleno. En el peor de los casos este atrevimiento puede costarle su puesto de trabajo, pero la idea de trabajar durante varias décadas para alguien que es insensible a la frustración de sus empleados no me parece mas halagüeña, y en dicho escenario “fatídico” dispondría usted de un tiempo considerable de prestación por desempleo para “ajustar las velas”.

“Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta las amarras. Navega lejos del puerto seguro. Coge los vientos alisios en tus velas. Explorar. Sueña. Descubre.” — Mark Twain

Le recomiendo eso sí, que tenga sumo cuidado en no idealizar otras profesiones o dedicaciones, incluso las que le puedan parecer mas vocacionales o altruistas pues por mi experiencia, todas conllevan el pago de un cierto precio. Personalmente, paso muy a menudo por esas fases en las que siento que mi trabajo carece de sentido, siendo fíjese usted, profesor vocacional. Durante un breve periodo estuve obsesionado en cierta medida con la idea de la independencia financiera y la posibilidad de abandonar la enseñanza para ser asesor financiero.

Indagar en los sinsabores que esta profesión puede acarrear, conocer las experiencias no tan agradables ligadas a ello, el peso de la responsabilidad de gestionar dinero ajeno, la dificultad de tratar con los partícipes en momentos difíciles, las dudas sobre tu propia capacidad…me fue útil para abordar esta posibilidad de una forma más serena. Con este nuevo enfoque pude encontrar caminos intermedios, como promover una asignatura de educación financiera en mi centro, publicar un blog o aportar valor a mis allegados compartiendo con ellos mis reflexiones sobre finanzas o filosofía, siendo obsequiado por ello con algunas de las conversaciones más interesantes que he mantenido en mi vida.
En cuanto a la IF, además de este proceso de indagación en los costes ocultos de una situación que a priori puede parecer ideal, fue la paternidad la que puso fin paradójicamente a la ansiedad por alcanzarla. Durante los tres primeros años de vida de mi pequeño reduje mi jornada de trabajo, y con ello mi sueldo, en un tercio y pese a la merma de ingresos que supuso no me cabe duda de que ha sido la mejor inversión que he realizado hasta la fecha.

Coincido en la idea de que aportar valor a los demás, sobre todo si es de forma desinteresada (si es que esto es posible) es una de las mejores formas de llenar de sentido nuestra vida. Concluyo, POR FIN, citando de nuevo a Viktor Frankl:

“El significado de mi vida es ayudar a otros a encontrar significado en las suyas.”

“El éxito, como la felicidad, es el efecto secundario inesperado de la dedicación personal a una causa mayor que uno mismo”.

“En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.

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Poco se puede aportar dado el nivel de las respuestas pero si le sirve simplemente de comparación a nivel mundano le explicaré mi situación.

Actualmente tengo 35 años, 2 niños pequeños, una vida según los cánones más rancios (estudio, trabajo, esposa, hijos) y un trabajo que por suerte o por desgracia es el mismo que obtuve al terminar la ingeniería. Este trabajo ha estado siempre en el límite entre algo pasable y algo totalmente desmoralizador y lo peor de todo es que, al ser una empresa eminentemente familiar, tiene un techo muy claro en lo que respecta a crecimiento profesional puesto que los puestos a los que podría aspirar están ocupados por personas que, a priori, nunca los dejarán o lo harán cuando mi edad ya no me permita optar a ellos.

Dicho esto y tras 7 años en ello, mi desesperanza y mi intención de cambiarlo todo eran parecidas a lo que usted señalaba en su gran post inicial y este sentimiento me acompañó durante más tiempo del que quiero admitir, afectando no sólo a mi rendimiento laboral sino a todo mi mundo por decirlo de alguna manera. Tras no ver una salida clara y hablarlo con mi ahora esposa, comprendí que mis aspiraciones laborales no eran sino, otra forma de seguir cumpliendo lo que la sociedad espera de ti y que quizás iba siendo hora de aceptar que no siempre hace falta ser el jefe para sentirse realizado.

Tras esto y gracias a que tengo un salario que cubre mis necesidades y las de los míos, opté por vivir la vida y el trabajo de una manera distinta, no pasando de todo, que es lo que me pedía el cuerpo, sino intentando hacerlo lo mejor posible en todos los aspectos y esto me ayudó a que el trabajo se convirtiera casi en algo entretenido, no diré que me emocione ni mucho menos, pero he aprendido a aceptarlo como lo que es y aquí estamos casi 15 años después de acabar la carrera, mejorando día a día… Y a nivel personal he aprendido a que lo que me parecía siendo joven una falta de ambición imperdonable se convierta en una aceptación de uno mismo que me permite disfrutar de familia y amigos como no hacía antes.

Por último, decirle, que efectivamente, en lo que respecta a los niños, suponen un cambio de enfoque total, pero no comparto que deban ser el motor de su realización personal sino una pata más de ello.

Espero que de alguna manera le haya ayudado a usted este comentario. Al menos a mi me ha ayudado hacerlo.

Un saludo.

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Nunca defrauda usted, @JoseCasas , he disfrutado enormemente leyéndole.

Es curioso como nuestras vivencias de niños, nos moldean hacia lo que finalmente acabamos siendo de mayores. Los orígenes, no tienen porque definirnos, y podemos encontrar ejemplos de todo tipo en ambos rangos de las familias. Desde gente que ha tenido infancias complejas, pero ha sabido avanzar y construirse a si mismo, pasando por gente que ha nacido en familias adineradas y no se ha dejado influir por esa abundancia, hasta casos contrarios en uno y otro lado del espectro.

Lo que somos, lo que “vamos siendo” y lo que seremos, no tiene porqué coincidir siempre y podemos disfrutar (y a veces nos tocará sufrir), la plasticidad del destino.

Personalmente, creo que la vida se puede descomponer en fragmentos más pequeños, que nos den información “usable”, y uno de los que más me llaman la atención, sería el que yo llamo , “la lucha por la estamina”.

Casi todo lo que hacemos en la vida, aumenta o disminuye nuestra estamina. A veces hay cosas placenteras que la aumentan rápidamente y tal como la aumentan se van, y otras cosas dolorosas, que dejan un poso de estamina mucho más permanente en el tiempo.

Otro fragmento interesante es lo que llamaremos, “la huída del dolor”. Que básicamente es nuestro miedo a tomar decisiones difíciles.

Esto, que pudiera parecer a simple vista algo obvio, extiende sus redes desde decir que si a cosas baladíes que no queremos hacer, a cosas que realmente nos afectan negativamente y que “por miedo a no ofender”, nos callamos y no decimos.

Yo reconozco que en mi vida, hubo un antes y un después de entender esto. Hasta hace unos años, muchos de mis mayores errores pasaron por ese punto. Me sabía muy mal enfrentarme con la gente, no en el sentido de ir peleándome por ahí como un matón, si no a decir las cosas claras aunque no gustasen, o simplemente a defraudar a gente (clientes, amigos, familiares …) a los que les decía que no a algo, sin sentirme mal.

Con el tiempo, me di cuenta, que decir que no, es el equivalente a ponerte tu primero una máscara de oxígeno cuando se despresuriza la cabina de un avión antes de ponérsela a tus hijos. A primera vista puede parecer que eres un desconsiderado por hacerlo, pero tras un segundo análisis ves que es lo mejor.

Otro fragmento que no tiene precio, y del que ya he hablado anteriormente, pero que considero bastante importante, es lo que denominaremos “la implacable selección natural darwiniana”. , que no es otra cosa, que seleccionar extremadamente bien, la gente que quieres que forme parte de tu vida personal y profesional.

Uno puede estar muy quemado con su trabajo de 9 a 5, pero nada le impide buscar buenos socios e iniciar un proyecto en equipo. Sobre la selección de socios podríamos abrir una enciclopedia Larousse, pero así como pinceladas a lo bestia, que son perfectamente aplicables a la elección de tu equipo más cercano, , que sin ser socios son tan o más importantes, sólo diría:

  • Que sea gente a quien admiras.
  • Que puedas confiar en ellos y darles las llaves de tu casa.
  • Que curren y suden.
  • Que te hablen claro y te digan las verdades del barquero.
  • Que te mejoren y te complementen.
  • Que los quieras mucho. Es cursi, pero ya saben que el amor es la fuerza más poderosa del universo :smiley:

Muchos proyectos no van a buen puerto por cosas como estas, y a veces es hasta mejor. Embarcarse en algo con una mala persona es bastante malo.

Por supuesto, en este capítulo darwiniano, alejarse de envidiosos, resentidos, malmetedores etc… por muy inteligente que sean. La especie autóctona del Yoyalo Íberus , también fuera. Saben de todo lo humano y lo divino, sin haber hecho absolutamente nada útil en toda su existencia, y siempre intentarán vengarse de cualquiera que les haga verse a si mismos ante el espejo desnudos. Que nunca proyecten su falta de autoestima sobre ustedes, si están frustrados, que pasten felices por los campos molestando a otros :joy:

Hacer actividad física, también mejora mucho para mantener el equilibrio y la estamina tanto en el área laboral como personal. Cada uno con el deporte que más le guste, pero te sube mucho el flujo de endorfinas, y cuando todo va mal (que siempre vivimos épocas en que todo va mal) , te ayuda a que puedas levantarte de la lona y seguir peleando.

Por último pero no menos importante, a mi siempre me ha funcionado el “abrazar la lucha”, de lo que ya he hablado en numerosas ocasiones, pero que creo que para todo aquel que empieza es algo vital.
Si cada vez que te enfrentas a un problema, en lugar de verlo como algo negativo lo ves como algo que debes superar para conseguir pasar de nivel, le metes a la vida profesional “un turbo”, que te hacen avanzar muchísimo más deprisa.

En épocas complejas, siempre suelo releer a mi admirado Shackleton , con sus dos frases que me repito continuamente mentalmente cuando debo atravesar travesías del desierto (y los tíos que somos bastante borricos como yo, las atravesamos contínuamente :slight_smile: )

“Amo la lucha, y cuando las cosas son fáciles, lo odio”

Y sobre todo esta, que fue el motto que puso en su barco el Endurance

“Fortitudine vincimus”

Que espero disculpen mis nulos conocimientos de latín , pero se traduciría algo así como “Por la resistencia, venceremos”.

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Si están afligidos porque se les hizo larga la cuarentena, miren a lo que se enfrentó el bueno de Ernest.

Buen fin de semana!

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Tanto mi ego como mi corazoncito le agradecen enormemente sus palabras mi querido @jvas , su replica se unirá a ese legajo de textos que atesoro para releer pausadamente cada cierto tiempo, buena parte de los cuales proceden de esta gran comunidad y llevan su firma. Un fuerte abrazo amigo.
Con propósito o sin él, les animo a que disfruten de la vida y no se tomen demasiado en serio mis divagaciones.Tengan presentes las sabias citas de Charles Chaplin y Elbert Hubbard:

“Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más.”

"No te tomes la vida demasiado en serio. De todas maneras, no saldrás de ella con vida“

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Como todo se digiere mejor con humor, a todo aquel que trabaje en una oficina le recomiendo que vea “Trabajo basura” (“Office space” en VO). Me parece que aunque tiene ya más de 20 años las cosas no han cambiado mucho.

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Solo quería dejar un mensaje rápido para decir gracias, de verdad, no tengo palabras para agradecerles a todos tanta ayuda de manera desinteresada. Por un lado, porque es tremendamente reconfortante sentirse comprendido en momentos en los que falta esa claridad, y por otro por aportarme diferentes puntos de vista y experiencias que serán valiosas guías en los próximos pasos. Iniciar esta discusión ha sido una de las mejores decisiones que recuerdo.

En cuanto saque algo de tiempo será un placer continuar la charla con todos ustedes.

Un abrazo.

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Preciosa canción “Lo más vital”, me encanta escucharla con mi hijo.

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Estimado @emf23, enhorabuena por tu reflexión y tu generosidad en compartir tus inquietudes. Y gracias a todos por las interesantes aportaciones, la verdad es que llevo 2 hojas de notas en mi “Libro de reflexiones” personal y este hilo me está pareciendo espectacular por la calidad humana de todos vosotros.

Por mi parte reiterar como han comentado otros muchos, que todos nos preguntamos a menudo qué sentido tiene lo que hacemos. Yo lo hago con frecuencia, quizás más de lo necesario, y hace no mucho llegué a una conclusión simple pero que me está ayudando a simplificar la respuesta.

¿Cuál es mi propósito en la vida? Pues para mí la respuesta es de alguna manera…hacer que las cosas funcionen. Tan simple como eso (y tan complicado). Y creo merece mucho la pena y que vale para cualquier ámbito de la vida.

En el ámbito laboral si te centras en que las cosas funcionen puedes encontrar sentido a tu trabajo sea del tipo que sea, con más o menos responsabilidad, con más o menos vocación, te guste más o menos lo que haces, siempre que te centres en que “las cosas funcionen” estarás aportando valor y ayudando en la cadena. Y además te sentirás bien de forma frecuente porque habrás cumplido tu objetivo de solucionar algo…y hacer que funcione.

Y en el ámbito personal exactamente igual, desde ayudar a tus hijos a superar un conflicto, o enseñarles a mejorar sus herramientas para desenvolverse en el futuro (eso que llaman crianza) pasando por ayudar a tus padres en su ancianidad para que siga funcionando su esquema de vida con normalidad, o ayudar a tu pareja a superar sus dificultades.

En definitiva si te centras en “hacer que las cosas funcionen” creo que el propósito de la vida está más que conseguido, y uno puede estar más cerca de lograr estar en paz consigo mismo.

Un abrazo

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…“hacer que las cosas funcionen”, esta frase efectivamente resume muchas actitudes en la vida, con un sentido muy práctico y útil para la persona a la vez.

Gracias por la aportación. Un saludo.

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@emf23, en este hilo se han hecho aportaciones realmente valiosas y me parece que no tengo mucho que añadir, pero creo que vale la pena resaltar alguna cosa que se ha apuntado. En primer lugar que el propósito es algo totalmente personal y subjetivo. Cada uno puede aportar su visión pero no existe tal cosa como un propósito único, objetivo y válido para todo ser humano.
Es un error pensar como si solo existiera o hubiera que buscar un único propósito. Salvo que se proponga algo tan inespecífico o ambiguo como “hacer el bien”, que sin más concreción carece de contenido, sería mucho más adecuado hablar de distintos propósitos. Quizás pueda establecer una jerarquía, teniendo algunos por más importantes que otros, pero sería absurdo el autolimitarse teniendo que escoger solo uno de ellos.
Además de esto, coincido en lo que ya se ha comentado de que estos propósitos no tienen por qué ser inmutables. Esa jerarquía puede cambiar, y lo que antes fuera muy relevante para usted ahora no serlo tanto y aparecer nuevos objetivos. Esto lo debería asumir como algo perfectamente natural y que no implica que se ande sin rumbo.
Le recomiendo un libro de un filósofo israelí, “Finding meaning in an imperfect world”. En él tiene más desarrolladas y mejor explicadas algunas de las ideas que he comentado. No encontrará recetas para la felicidad ni cuál es el propósito de su vida, porque nadie lo puede escoger por usted, pero sí que es probable que encuentre ciertas reflexiones valiosas y bien argumentadas, a veces rebatiendo algunas posturas existencialistas o al propio Viktor Frankl, que en mi opinión es dado a algunas afirmaciones que a veces parecen más propias de un vulgar libro de autoayuda que surgidas de una reflexión pausada. Por ejemplo cuando afirma que “El hombre siempre decide cuál será su existencia, en que devendrá en el próximo momento…todo ser humano tiene la libertad de cambiar a cada instante” o “Para cada cuestión hay una respuesta, la correcta. Solo hay un significado para cada situación, y este es el verdadero significado”.
Son sentencias muy tajantes que no comparto. El filósofo Javier Gomá comenta que el ideal romántico ha hecho creer que el ser humano es totalmente libre, sin importar el contexto en el que se halla, para convertirse en lo que quiera, lo cual es un error. “La vida humana no es esa fuente exuberante y casi infinita de posibilidades existenciales que un día imaginó el Romanticismo. El mundo real ofrece a cada persona sólo un surtido pautado de opciones vitales”.
Para Gomá la vida es como un cuadro en el que vamos dando pinceladas hasta el momento de nuestra muerte y entonces es cuando se podrá admirar la imagen de nuestra vida, con sus luces y sombras. Y para crear una obra de arte no hace falta haber llevado una vida extraordinaria. Aquí me acuden a la mente la excelente intervención de @JoseCasas y las palabras de admiración por su tío Manuel y su tía María.
Hablar de libertad absoluta, de capacidad de transformarse en lo que quiera ser en cada momento y hallar la respuesta y significados únicos y verdaderos suena muy bien, pero me temo que no se corresponden demasiado con la realidad que nos rodea. Ni somos absolutamente libres ni tampoco estamos totalmente maniatados por nuestra naturaleza animal o nuestro entorno. Tenemos ciertamente un abanico de opciones con las que podemos jugar y como decía Charlie Munger, lo que debemos hacer es jugar lo mejor posible las cartas que nos han tocado. En la mayoría de los casos eso será suficiente para poder perseguir aquellos propósitos que hayamos decidido que son valiosos.
Al igual que no podemos hablar de un único propósito, tampoco cabe esperar que cada uno de nuestros actos esté orientado a dar propósito a nuestras vidas. Tener ese objetivo es ser demasiado exigente con uno mismo. Nuestras vidas se componen de un gran número de actividades, y no hay nada culpable en realizar algunas de ellas simplemente por el valor que tienen en sí mismas, aunque sea mero disfrute. Lo que cuenta es el conjunto, esa suma de pequeñas actividades que todas unidas conforman nuestra vida.
Claramente es preferible tener un trabajo que nos resulte cargado de propósito que uno que no lo tenga, pero eso no significa que por ello nuestra vida necesariamente tenga que estar vacía de propósito. El trabajo no es más que una parte de ella, y tenemos la posibilidad de dotarla de él con otras muchas actividades y actitudes dentro y fuera del entorno laboral.
Me gustaría también hacer algún comentario sobre algo que se ha mencionado a lo largo del hilo, que es el crecimiento personal. Sin duda es un propósito muy loable: tratar de ser mejor en nuestra profesión, intentar ser mejor padre/hijo/esposo, tratar de ser un ciudadano más culto e informado etc. Esto último incluso lo considera Charlie Munger un deber. No tengo nada que objetar sobre ello, pero sí que quisiera señalar que se corre el riesgo de lanzarse a una carrera hacia ninguna parte en la que la meta se aleja constantemente y nos puede llenar de angustia. En el libro “Stand Firm”, Svend Brinkmann (sí, otro filósofo) desde una postura de tintes estoicos defiende el ser capaz de resistirse a lo que califica como la locura actual de la mejora constante, sin ser capaz de disfrutar del momento presente porque se tiene que continuar avanzando a toda costa hacia algún lado.
Cuando se reflexiona sobre cuál es el propósito o propósitos de nuestra vida deberíamos cuidarnos de pensar que necesariamente tenemos que llegar a este u otro objetivo, porque tal vez sea inalcanzable o al llegar a él descubramos que solo era el paso intermedio para llegar a otro posterior y así sucesivamente. El propósito consiste en el propio intento de caminar hacia lo que consideramos valioso, independientemente del resultado.

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Estimado, @Cygnus, su exposición me parece realmente brillante. ¡¡Qué placer leerle !!!
Enhorabuena.Habrá que ir pensando en abrir el foro +F (mas filosofía )
Un cordial saludo

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