Originalmente publicado en: Primeras veces – Historias para no tradear
Cómo olvidar nuestra primera vez, cualquiera que sea el ámbito. Esos nervios previos al evento, esas historias mentales que nos hacemos sobre cómo será tal o cual cosa. El recuerdo (en forma de cariño u horror según proceda) de nuestras primeras veces dejan un poso permanente en nuestra memoria. Sin embargo, si dejamos a un lado el plano sentimental, las primeras veces son raramente memorables. Y así deben ser, por supuesto. Nadie nace aprendido y si su primera vez en algo es la mejor hágaselo mirar.
No obstante, hay ocasiones en que una primera vez sirve para deslumbrar al mundo entero. Dicen que la primera vez que Mozart actúo siendo un crío la gente no daba crédito. O en un plano más mundano, ¿se acuerdan de Robinho contra el Cádiz?
No se preocupen, esta vez no será una de ellas…
Empezaremos con las presentaciones, dado que uno no es tan presuntuoso como para pensar que quienes están leyendo estas líneas sepan quién es el autor. Mi nombre es… bueno eso no es importante, llámenme Leeson o como ustedes quieran. El caso es que llevo unos meses formando parte de esa bonita comunidad llamada Más Dividendos, y los fundadores de ésta han considerado (con una falta de criterio poco usual) que las experiencias/historietas que les he venido contando en este tiempo merecían un espacio propio. Y aquí estamos.
Sepan ustedes que el que escribe es un apasionado de los mercados financieros y tiene la suerte o la desgracia de dedicarse también profesionalmente a ello. Actualmente trabajo como trader en la mesa de derivados de tipo de interés y divisas de un banco cuyo nombre no quiero acordarme. Ya profundizaremos en otro momento (lo justo, no se preocupen) en estos conceptos y especialmente en el de trading a nivel profesional.
En este espacio que me han dejado para charlarles, intercalaré experiencias que he sufrido en mi piel (no las llamaré batallitas dado que me echaría un saco de años encima) con historias financieras que no he vivido personalmente pero que considero que pueden aportarnos a todos en nuestro proceso inversor. O al menos para evadirnos un rato de nuestra rutina. Ya compartí en su día en el foro un par de ellas por si quieren hojearlas: La teoría de los tipos de interés maradoniana, y Ruinas y Stop-Losses made in Suiza.
Pero hoy estamos para hablar de primeras veces y por eso les vengo a contar mi primera vez en una sala de tesorería. Para los que no conozcan este concepto, la sala de tesorería (o Trading Room para los amigos de los anglicismos) es el área dentro de un banco donde se desarrolla la actividad directamente relacionada con los mercados financieros. Algo así como la sala de máquinas donde se negocian bonos, acciones y divisas.
Hay mucha idealización en torno lo que sucede ahí dentro. Gran parte de la culpa la tienen las películas que a todos nos vienen a la cabeza. Yo mismo pensaba antes de entrar a formar parte de ella que allí me encontraría gente que podría trabajar en la NASA. Pues bien, como suele ser habitual, la realidad es mucho más terrenal. Cierto es que mi primera experiencia fue en una de las mesas menos «glamurosa» de todas, la mesa de Money Markets. Por simplificarlo mucho esto de Money Markets no son más que depósitos e instrumentos muy líquidos a corto plazo. El momento en el que entré fue especialmente interesante para trabajar en esa mesa, apenas unos meses después del famoso “whatever it takes” de Mario Draghi. Hoy en día con el exceso de liquidez que tenemos su actividad es más bien monótona pero en aquellos tiempos muchos bancos europeos tenían problemas importantes de liquidez y había una enorme atencion puesta en lo que sucedía en aquella mesa.
Recuerdo perfectamente los días previos a mi primer día. Los nervios y las inseguridades ganaban por goleada la ilusión. Aun siendo consciente de que uno no debía ser Albert Einstein para poder trabajar allí no podía parar de pensar que no iba a estar a la altura. No obstante, tenía claro que me había costado mucho llegar allí y que por falta de ganas y esfuerzo no iba a ser. Y así afronté ese primer día. A las 8:00 am estaba como un clavo. Les confieso que cuando uno llega a un sitio así impresiona mucho. Y cuando le ponen un terminal de Bloomberg (aunque sea de prueba) y cuatro pantallas delante le entran a uno unas ganas ciertamente irresistibles de ponerse un traje de raya diplomática y engominarse el pelo al más puro estilo Gordon Gekko. Sin embargo, los humos tardaron poco en bajarse cuando me enfrenté a mis primeras tareas: comprar cafés, tomar recados e imprimir documentos. Después de aquellas ilustres áreas poco a poco empecé a entrar en el día a día y hasta empecé a cerrar operaciones con los clientes.
El trato, en general, en una mesa de mercados es mucho menos “estirado” que en banca de inversión tradicional. La gente tiene un trato muy cercano y muy informal (demasiado, en ocasiones). Las corbatas, por lo general, no existen e incluso las iniciales en las camisas pueden ser motivo de burla. En general, casi cualquier cosa que uno diga o haga puede ser susceptible de broma. Lo bueno es que mi personalidad encajaba muy bien con este tipo de ambiente. Tuve un trato muy bueno y cercano con mis compañeros y jefes en los meses que estuve allí. Aprendí muchas cosas sobre el funcionamiento de los mercados y tuve mis primeras experiencias en el mundo de la inversión (o más bien especulación) de las que salí escaldado pero de las que aprendí más que en cualquier Máster. Ya les contaré.
Y hasta aquí hemos llegado, que para ser la primera vez no está mal el rollo que les he soltado. Como advertíamos al principio esta primera vez difícilmente será memorable para nadie más que para mí mismo. Pero nos ha servido para conocernos y sentar las bases sobre lo que será este espacio. Desde aquí quiero agradecer nuevamente a Más Dividendos (especialmente a @jvas) por darme la oportunidad de vivir una nueva primera vez, en esta ocasión la de escribir un blog. Cuando uno va cumpliendo años las primeras veces cada vez son más infrecuentes y, a la vez, más ilusionantes. Que aburrida sería la vida sin primeras veces, ¿verdad?
Gracias por aguantar hasta aquí. Estaré encantado de atender sus sugerencias/críticas/comentarios. Cuídense mucho.