Refloto el hilo de este concreto podcast porque de las muchas preguntas interesantes realizadas, la última, la que me compete, la presenté señalando:
“¿Que les parece invertir algo de dinerillo en una motocicleta y, estando ya jubilado, patearme algunos puertos de montaña tipo Alpes, disfrutando de lo que queda de la juventud de mi vejez?”.
Agradezco sus respuestas, vi a Arturop acidillo pero ya sabemos cómo es, no lo puse en su día porque uno es como es. Hay que ver lo que han cambiado las cosas desde septiembre del 2019.
Me permitirán la coquetería de señalar que, tras muchos problemas, no los voy a contar porque sería indecente con la que está cayendo, he podido disfrutar de tres días, tres, y me he montado una ruta lo más parecida a pasar un día por los Alpes, uno de mis sueños y que no me he atrevido a realizar vista la situación. Algo es algo y hay que ser positivos. Me ha sido fácil, con ligerísimas variaciones, es la conocida como una de las etapas reinas del Tour, aparece en la totalidad de foros adictos a este vicio, porque es vicio.
Primer día: viaje para pernoctar en Bielsa, de paseo. Segundo día, un palizón controlado: salida de Bielsa y Coll de Aspin, Tourmalet, Soulor, Aubisque y Marie Blanque, pensaba ultimar la etapa con el de Somport, pero pasé a Jaca por el túnel, tengo muy claro mis límites, otros siguen la tralla con unos cuantos más. Tercer día de vagueo durmiendo, yo no hago gestas, y vuelta a casa por carreteritas poco concurridas, tranquilamente. El tiempo me ha respetado, cuatro gotas, estando los cielos negros. Se ve que a los dioses les gustó mi plan. Esta vez solo.
Las fotos son las típicas de esos parajes, me perdonarán pero las evito, soy malo en el asunto. Pero si les voy a mostrar tres, no crean que es coquetería, no me gusta mostrarme, pero hoy tengo un buen motivo: la primera es el Aspin, puerto de inicio, la segunda, ya en la cima del Aubisque viniendo del Soulor y pasado el Tourmalet.
Les aseguro que salvo el selfi del postureo, la diferencia que se ve no obedece a preparación alguna, salió así. Estoy igual de viejo en las dos, pero no sé, me veo distinto. Acababa de ultimar el tramo que une el Coll de Soulor con el Aubisque. Aquí el perfil de la carretera, foto que tomamos todos, es un clásico, todos conocemos el punto donde tomarla, al milímetro, es ese hilillo picado en el risco. Ya había pasado lo más complicado, solo quedaban el Marie Blanque y el Somport, más sencillos, hay que calcular bien los esfuerzos, aquí manda el indio y ese soy yo.
La carretera, delicada pero perfectamente transitable, sigue un barranco abrumador, lo que sin duda más me llenó de la ruta, no sé, me sentí lleno, suene cursi o no. y eso que sufro de un ligero vértigo. Abrumador. Un risco de un montañon que cae en picado, frente a un valle cerrado por otros picos de igual calado. El fondo verde, muy verde, que se aclara con la altura. He visto otros, pero con las oportunidades que te da la moto para disfrutarlos pues no, yo lo encontré espectacular. El resto de ruta estuvo a la altura, esto de los Pirineos se las trae, no pensaba que la joya pesara tantos quilates, por lo visto y por lo mucho que queda por ver. No me importa esperar así el asalto a los Alpes, si los dioses me siguen favoreciendo, veremos en el 2021.
Con el Covid, las precauciones de siempre. Dormí en Bielsa y Jaca, los vi muy serios en la materia, estuve tranquilo.
Conclusiones (las mías, se entiende, algunas las certifico):
Primera.- Se han realizado muchos estudios sobre como cuantificar temporalmente un estado de total felicidad. Yo si se el mío: Nueve horas y veintisiete minutos, el total, en moto calculo por debajo de seis. Parece un contrasentido, no lo es, pararse y observar engrandece la ruta.
Segunda.- He descubierto, aunque no lo crean, hay incluso monumentos erigidos a ellos, ¡que los suben ciclistas! Si, han leído bien, ciclistas, que viene de tipos que les da por la bicicleta, un artefacto mortífero para el cuerpo, para mi ininteligible habiendo mandos de gas. Las muñecas se cansan, pero no es lo mismo.
Tercera.- En las cimas, fumándome un cigarrito, no todo va a ser salud, veía como culminaban las cimas, no les cuento los rictus y esfuerzos, los ciclistas. No voy a realizar un chiste, el asunto merece respeto, pero me quedé asombrado de que alguno, pocos, pero alguno, parecía me sacaba, mínimo, mínimo, unos cuarenta años y yo ya tengo los míos. No me extraña si se dedican por placer a estos esfuerzos. Solo cabe una explicación, son héroes, héroes titánicos, que entre los héroes hay clases.
Cuarta.- En bajada, si es a tumba abierta, un ciclista puede adelantarte. No digo más, piensen lo que quieran, no solo lo he leído varias veces en prensa especializada en ciclismo sino que, además, certifico que no son bulos. Es lo que tiene el conocimiento. Y yo, cuando se algo, lo cuento. Fueron cinco, iban todos iguales, uno tras otro, gemelos, hasta en las bicis. Me pasaron como si yo estuviera parado tirando fotos. No me sentí humillado, salió a relucir mi sesgo inversor y así, a bote pronto, calculé que había un 93 % de posibilidades que los cinco, igualicos, fueran profesionales y desistí. ¿Quién soy yo para competir con los profesionales de las dos ruedas? ¿Y si son rezagados del Tour?
Quinta y última, la importante.- Si está pensando en hacerlo, no tenga la más mínima duda, no le defraudará.