Recursive Return fund: Los siguientes hechos acontecen en un futuro próximo.
Se aproximó de forma sosegada pero decidida a su padre, que estaba sentado en el sofá con los pies en alto apoyados en un taburete, leyendo un extraño periódico. Cuando el pequeño estuvo a la distancia adecuada, adivinó a leer un título que rezaba: “Mi cartera. Para que su dinero crezca.” Poseía la intención de formularle a su progenitor algunas preguntas que hervían en su cabeza.
-Papá, hay algo que no comprendo bien. Después de los deberes del cole, he estado estudiando el sector petrolífero, que según parece es cíclico.
-¿Y bien? – Replicó el padre sin prestar demasiada atención, mientras continuaba leyendo detenidamente.
-Pues… yo… eh… a ver… es que no acabo de comprender eso que me comentaste de la escuela austríaca de economía.
-¿Qué es lo que no entiendes? – Dijo el padre, alzando la vista por encima del diario. El niño había obtenido por fin su atención.
-Pues eso, que me he dado cuenta de que, por ejemplo, la demanda de petróleo ha crecido aproximadamente a un ritmo del 2% al año durante la década del 2010 al 2020. Unos señores dijeron que el petróleo iría a 200 dólares el barril, y luego cayó a 30 en 2016, y esos mismos señores luego dijeron que bajaría más, y luego subió… pero bueno, lo importante es que cuando estaba a 30 dólares, era muy poco rentable extraer petróleo. Muchas empresas que realizaban el upstream ese, estaban en pérdidas… y claro, si muchas empresas están en pérdidas, no es sostenible, pueden quebrar, y la oferta de petróleo se tendría que reducir, porque casi nadie podía extraer petróleo de forma rentable a esos precios… y si la oferta se reduce y la demanda aumenta a ese 2% al año, ese desbarajuste no tiene mucho sentido… por lo tanto, era buena idea invertir en empresas robustas de ese sector cuando estaban deprimidas, porque ese precio no podía ser sostenible mucho tiempo dada la dificultad de la oferta y la constancia de la demanda, se tenía que recuperar más tarde o más temprano, y las acciones de esas empresas subirían…
-Tu razonamiento parece muy sensato. - El padre dejó el periódico en su regazo y miraba extrañado a su hijo. – ¿Adónde quieres ir a parar?
-Pues… eh… que no entiendo por qué he de leer a Hayek o Von Mises para entender eso, más allá de ampliar mi conocimiento económico y mi cultura, con importantes obras del pensamiento humano, que siempre es positivo… pero es un razonamiento que he hecho sin leerlos, creo que es lógico si te paras a pensar.
-En el rostro del hombre se adivinó un atisbo de nerviosismo. Como si aquello le generara una leve incomodidad, un desasosiego.
-Papá, y es que hay más cosas, y… eh… también estuve reflexionando sobre el sector bancario, y…
-¿Seguro que has hecho los deberes del colegio? – Inquirió su padre, interrumpiéndolo.
-Sí, sí, los he hecho, pero mira… cuando la economía va bien, hay crecimiento, buenas noticias, empleo… las personas suelen arriesgar más. Y los bancos pueden relajar su prudencia en los créditos, aumentar el número de préstamos hipotecarios, comerciales, apalancarse más… entonces, si tú ves que el banco ha aumentado mucho el apalancamiento, que se conceden muchas hipotecas con unos criterios financieros laxos y se financian al 100%, si el precio de la vivienda en términos de múltiplo de la renta familiar se dispara muy por encima de la media histórica, y ves que en la tele dicen que tu país ha construido más viviendas ese año que tres países más grandes juntos… pues podrías llegar a pensar que la cosa está un poco sobrecalentada y que conviene evitar las acciones de esos bancos…
-Pues sí, me parece correcto, claro que a toro pasado pues…
-¡Pues eso! Eso también lo he pensado sin leer La teoría del dinero y el crédito de Von Mises… ¿Papá, no puedo invertir bien sin leer a los economistas austríacos?
-El padre se levantó calmadamente del sofá, se quitó las gafas y posó suavemente ambas manos en los hombros del niño mientras le observaba fijamente con una expresión de preocupación contenida. - Hijo, todo lo que dices está muy bien y estoy orgulloso de ti, pero escucha, es mejor que hables en voz más baja… alguien podría estar escuchándonos…
En ese mismo instante, la puerta de la entrada principal del piso se vino abajo con un estruendo sordo. Unos hombres con traje negro y gafas de sol entraron con paso violento en el comedor en el que discurría la conversación. El niño apenas tuvo tiempo de reconocer sus caras, pues de forma súbita sintió una especie de golpe y… guau, guau, guau… guau, ¡Guau! ¡Guau! ¡Guau, Guau!
….
¡Guau! ¡Guau, Guau! ¡Guau! - Tuvo un brusco y sudoroso despertar, acompañado de los ruidosos pero bonachones ladridos de un perro. – Uh, eeh… Uffff, Bobby, ¡Qué susto…! – Suspiró desubicado, mientras ladeaba la cabeza mirando a su alrededor, tratando de situarse.
Se había quedado dormido sentado en el escritorio de su despacho, justo antes de comenzar la tarea. Había sido una extraña pesadilla, pues él no era precisamente un niño, y no comprendía de dónde había extraído su subconsciente una historia tan estúpida.
Tras unos instantes con la mirada perdida, se secó el sudor de la frente con la manga que cubría su antebrazo izquierdo. Miró las bellas vistas y trató de respirar plácidamente; su despacho daba al mar Mediterráneo, sobre el que resplandecía el Sol. Ignoró el portátil, cogió su estilográfica con la zurda, y comenzó a escribir, recuperado, ilusionado y sonriente:
Primera carta a los partícipes del Recursive Return Fund,
Por Arthur P. Babbage, director de inversiones.
¡Guau guau guau guau guau! – Ladró de nuevo Bobby.