Magnífico el podcast como de costumbre.
Hay temas donde a veces le cuesta a uno entender que hay quienes los afrontan desde otra perspectiva o que tienen otras vertientes que nos cuesta ver si llegamos a ellos desde nuestra perspectiva como inversores.
Por ejemplo, creo que es muy provechoso, casi diría que imprescindible, tener mentalidad empresarial a la hora de invertir, pero luego hay que entender que hay inversores que difícilmente van a conseguir esa mentalidad y que por lo tanto su tolerancia a la renta variable va a ser más bien poco. Lo que @Fernando suele llamar, con su fina ironía, personas que igual no deberían invertir.
Otras tienen algo de esa mentalidad pero tampoco en un grado muy extremo. A veces recurren a análisis políticos y/o económicos para intentar suplir esa falta de mentalidad empresarial. Camino delicado también dado el peligro de dejar que se termine formando una mezcla explosiva entre entusiamo, interés propio económico y falta de objetividad.
También como inversores nos cuesta llevar la mentalidad empresarial hasta cierto punto aunque tengamos mucha sintonía con ella. Basta ver los puntos de vista peculiares de @jvas sobre ciertas cuestiones, muy condicionados por estar muy curtido en esa mentalidad que otros solemos ver más desde la barrera. Cuidado que también hay muchas tipologías de empresas y generalizar seguro que termina siendo problemático.
Por poner un par de ejemplos, como inversores tendemos a ver la caja como disponible para el accionista incluso si el negocio está pasando por muchos problemas. Al final a nosotros nos da un poco igual invertir allí que en otro sitio. La mentalidad empresarial creo que es algo distinta y difícil que no crea que la función de esa caja que ha generado la empresa no sea luchar para la supervivencia de esa misma empresa.
Otro tema del estilo y es el tema de recompras o adquisiciones de empresas pagando cantidades excesivas ya sea por las acciones propias o por las de otras empresas. Como inversor, una vez uno tiene cierta mentalidad empresarial, tiende a pensar que ese dinero quizás estaría mejor en otro sitio. Pero como empresario hay otras variables a considerar. Nos acordamos de las locuras que algunas empresas han hecho con ello pero en otras ocasiones recordamos la diworsificación de la que hablaba Lynch o de las empresas que se han quedado “obsoletas” por no querer meterse en alguna moda nueva que se ha terminado consolidando.
No digo que sea mejor una u otra opción, si ser inversor con mentalidad empresarial o ser empresario hasta las últimas consecuencias. Quizás lo delicado es cuando uno termina confundiendo unos y otros objetivos y se termina frustrando porque con un planteamiento no consigue los objetivos del otro que tienen menos que ver de lo que cree.
Invertir es una actividad tremendamente racional pero hay que asumir unos costes notables. Soportar épocas complicadas de los mercados, y no estoy hablando de una caída del 15% que en 1 año ya se ha llegado bastante más arriba, no suele encajar bien con los objetivos que tendrán la mayoría de nuestros amigos menos inversores. No hay que enfadarse con ellos por eso ni dejar de disfrutar de su compañía por diferir en este tema.
Otro coste notable es que si uno lo hace de forma racional difícilmente va a llegar a ciertos niveles de rentabilidad donde es más fácil llegar siendo un empresario al que han salido bien las cosas. Tampoco es igual el riesgo ni el desgaste personal asociado.
Tampoco debería frustrarnos eso aunque hay quien cuando no hace tanto que ha empezado a invertir y ha pillado una buena racha, lo ve más factible de la cuenta y le incita a meter más carne en el asador de la adecuada.
Tampoco se suele ser consciente del salto patrimonial necesario para llegar a ciertos objetivos que se marcan algunos que empiezan a invertir. Luego cuando no has tenido en cuenta ni la inflación, ni los impuestos, ni algunos gastos imprevistos, ni que los mercados pasan épocas más complicadas, es difícil que uno no termine disparando hacia todos lados buscando culpables.
Uno de los ejemplos claros de buscar culpables de que uno se plantee objetivos que no cuadran con la realidad es el habitual debate entre público y privado. Suelo coincidir con personas de ambos mundos, una en mi vertiente profesional y otra en mi vertiente inversora y personal.
Las personas que han conseguido seguridad económica mediante su profesión, luego les cuesta asumir que ahí su reconocimiento profesional está mucho más limitado o que invirtiendo igual uno tiene que ver el riesgo de otra forma distinta del tipo de normas que es una oposición.
Desde el sector privado es algo parecido. Si uno busca reconocimiento debería ser consciente que lo público no está pensado para él o si busca determinados objetivos económicos. No tengo tan claro que también sea consciente de las propias diferencias dentro del sector público. Los mismos agravios que ve entre lo público y lo privado los va a encontrar dentro de lo público.
Creo que esto nos ocurre a todos, especialmente cuando tenemos un mal día o una mala temporada, pero sumar objetivos suele ser mucho más complicado en la práctica que lo que puede parecer en la teoría, dado que es fácil que unos terminen entrando en contradicción con otros.