Los disidentes
El mundo financiero está lleno de intereses, al igual que el mundo laboral e incluso el familiar en algunos casos.
El dinero lo corrompe todo hay quien lo quiere para gastar y otros para ver subir la cifra en su cuenta bancaria, otros solo para aparentar que les sobra, aunque pasen hambre, el caso es que nadie le dice que no y hasta hay gente que vende su palabra y sus valores por ello, los disidentes no están aquí para hablar de eso.
Los disidentes solo observan desde la barrera como discuten los demás en posiciones enrocadas.
Sus dogmas son maleables, se adaptan, evolucionan, alguna vez encuentran gurús que les guían pero a su debido tiempo abandonan el camino marcado por el maestro y eligen otro, a veces lleno de fango, a veces idílico, pero saben que cualquier camino es temporal y solo hace falta tiempo para encontrar una bifurcación para tener otra oportunidad.
Abundan los tabúes, los gurús se empecinan en relatar sus diez mandamientos, sus acólitos jalean con entusiasmo las palabras del Maestro, miran con desdén a los disidentes, si pudieran los apedrearian por desafiar la Palabra, tal es su fe.
Los disidentes saben que la verdad absoluta no existe, es temporal, parcial, subjetiva y en esa ambigüedad se pierde potencia, liderazgo, sus cuentas de Twitter están llenas de afirmaciones incómodas y no hacen más que entrar y salir seguidores porque nadie entiende cual es su rumbo y dónde se posiciona.
En un mundo polarizado la filosofía pierde acólitos a pasos agigantados pero los disidentes seguimos a nuestra bola y que felicidad sentimos cuando encontramos a otro disidente con el que no estar de acuerdo y poder entrelazar ideas para evolucionar nuestras convicciones.
Disientan porque es la manera de enriquecer nuestras vidas, los cambios duelen pero evolucionar implica cambiar y cuando la pereza nos impide avanzar empezamos a morir, trabajen por sus objetivos y una vez alcanzados (o, a veces no) márquense otros nuevos aunque solo sea por mantener la chispa necesaria para vivir dignamente.