https://www.amazon.es/Las-trampas-del-deseo-irracionales/dp/8434453673
Buenos tardes a todos,
Otra semana más me dejo caer por aquí para ir incrementando, poco a poco, la biblioteca de +D. En esta ocasión, el libro del que me gustaría hablarles es “Las trampas del deseo”, de Dan Ariely.
Este libro se encuadra dentro del ámbito de la economía conductual y el análisis de la toma de decisiones, las cuales han sacudido los cimientos de los análisis económicos clásicos en las últimas décadas. Entre sus mayores exponentes se encuentran Daniel Kahneman, Amos Tversky y Richard Thaler (les dejo más abajo las referencias a libros ya añadidos previamente a la biblioteca de +D).
Dan Airely no es tan conocido como las “bestias” antes mencionadas, de hecho no había oído hablar de él hasta encontrarme con su libro, pero no desmerece para nada. Cosas del destino, este israelí se vio afectado por la explosión de una bengala de magnesio (de las que se utilizan para iluminar los campos de batalla) que quemó el 70% de su cuerpo; al no poder participar de las actividades cotidianas durante tres años, empezó a observar dichas actividades como alguien ajeno a ellas y a reflexionar sobre los objetivos de diversos comportamientos de las personas.
A lo largo del libro, Dan nos va exponiendo situaciones a las que nos enfrentamos diariamente y en las que tomamos decisiones que no son todo lo “racionales” que pensábamos.
Con objeto de no desgranarles el libro, les expongo una situación que me ha llamado la atención y, que, desde mi punto de vista, puede tener un impacto en el comportamiento de los inversores.
En el capítulo “La influencia de la excitación sexual; por qué caliente significa en realidad más caliente de lo creemos”, Dan lleva a cabo el siguiente “picante” ensayo con jóvenes e inteligentes estudiantes de posgrado de Berkeley.
En una primera tanda, estando los estudiantes en un estado frio y desapasionado, les realizó una serie de preguntas sobre cómo serían sus decisiones sexuales y morales si estuvieran sexualmente excitados. En una segunda, estando los estudiantes en un estado caliente y excitado, les realizó las mismas preguntas. El análisis de los resultados (les incluyo más abajo una imagen con las respuestas a dichas preguntas) mostraba que los estudiantes respondieron a las preguntas de manera muy diferente en ambos estados, poniendo de manifiesto que la magnitud de la infravaloración de sus predicciones era sustancial, siendo incapaces de predecir hasta que punto la pasión podía cambiarles.
Este experimento revelaba no sólo la vieja historia de que todos somos como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, sino que todos nosotros nos quedamos cortos a la hora de predecir el efecto de la pasión en nuestra conducta. Si no somos capaces de conocernos realmente a nosotros mismos, ¿es posible predecir de algún modo cómo nos comportaremos cuando estemos de verdad enfadados, aterrorizados o hambrientos?
Este ejemplo me ha traído a la mente la frase que se repite una y otra vez entre los inversores “Seré capaz de resistir una caída del 50% o el 60% sin vender, de hecho, estoy deseando que ocurra para comprar más”. Sin embargo, ¿seremos realmente capaces de comportarnos cómo asegura nuestro yo racional?
Hay tener en cuenta que enunciamos esta frase cuando estamos en un estado normal, pero, ¿nos comportaremos de esa manera cuando estemos aterrorizados al ver nuestra cartera tocando el fondo más absoluto? Seguramente, replicando el ensayo realizado por Dan, una gran porcentaje de inversores esté sobrevalorando su capacidad de resistencia.
Entonces, ¿qué medidas de protección podemos implementar para tomar una mejor decisión inversora y no vender en el momento de pánico? La medida más extendida entre la comunidad es repetir una y otra vez a los inversores que no tienen que vender en momentos de fuertes caídas,…, pero, ¿esta promesa de “abstinencia” vendedora es suficiente? Seguramente no.
Aplicando algunas de las propuestas de Dan para otras situaciones (sexo seguro o conducción segura), se me ocurren las siguientes medidas:
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Cuando la cartera caiga un X% en un corto periodo de tiempo, implementaría una herramienta que nos impida vender en los siguientes X días, dando tiempo a nuestro “super-yo” a volver a la superficie.
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Cuando la cartera caiga un X% en un corto periodo de tiempo, debería salir un cartel recordándonos a nosotros mismos que nos prohibimos vender (justo lo contrario de lo que me ocurrió el otro día: mi bróker me aviso que una posición había bajado más de un 10% y que debería reconsiderar mi posición).
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Cuando la cartera caiga un X% en un corto periodo de tiempo, debería salir un cartel amenazándonos de que, en caso de ejecutarse la venta, se enviará un correo a nuestro cónyuge notificándole la cuantiosa pérdida debida a nuestra ineptitud.
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No consultar el precio de nuestras posiciones diariamente, espaciando los tiempos de consulta, ya que así no podríamos saber el estado de nuestra cartera y eliminaríamos una posible tentación vendedora.
¿Se les ocurre alguna medida adicional a este respecto?
Me gustaría concluir recomendando este libro de Dan Ariely. Como han visto, nos puede aportar mucho, hacernos reflexionar sobre nuestra toma de decisiones como personas e inversores y darnos herramientas para mejorar nuestra “supuesta” toma de decisiones racional.
Que disfruten de la lectura.
Muchas gracias y un saludo.
Tiberio