A veces hay que escoger el mal menor, al menos así lo veo yo.
Prefiero concentrar parte de la cartera en una o varias empresas que tras echar muchas horas estoy razonablemente convencido de que sus riesgos son reducidos, que diversificar en otras en las que sus riesgos son evidentes (riesgo de competencia, riesgo de divisa, riesgo financiero, riesgo por apalancamiento operativo, riesgo de sufrir inflación, etc etc.). Todo esto, dando por hecho que compramos a priori barato en las diferentes alternativas (caso contrario, súmenle el riesgo de sobrevaloración).
Es verdad que siempre habrá cosas que no sabemos sobre un negocio, y que pueden tener su impacto (imaginen que en las próximas elecciones gana un partido anti finanzas y prohíbe la gestión de activos: ¿era un riesgo que los gestores habían previsto para su negocio? seguramente no: ¿es muy probable que suceda? pues tampoco, seguramente le daríamos un % de probabilidades enano como para que los gestores anden diversificándose estudiando postgrados sobre otras profesiones). Pero es un riesgo más, que se suma a los que sí sabemos que existen (si a un ciudadano de a pie le dan a elegir, a igual nivel de beneficios, ser propietario de un estanco, o serlo de una panadería, una pastelería, una zapatería y un pequeño súper, explicándoles las bondades y riesgos de cada negocio, igual nos sorprendían eligiendo únicamente el estanco, aún a riesgo de asumir una menor diversificación). El problema quizás viene cuando esta decisión no se toma con conocimiento de causa, y decidimos que el negocio que vemos poco arriesgado es la panadería (por decir algo), dejando de lado un mix en el que también se incluyese un estanco (aquí seguramente lo sensato y menos arriesgado, si no se tiene ni idea, es delegar, sea en un fondo, o en un índice grande y variado).
Este pasado fin de semana tuve una conversación con un caballero, ya mayor, que invertía por dividendos en Bolsa española desde hace ya bastante años. Comentándome el ejemplo de Mapfre u otras similares, resumía su tesis en: “cada año me dan un dividendo, eso es lo único que importa”. Se puso blanco cuando empecé a explicarle lo que era el riesgo divisa, o el riesgo de que los tipos de interés se mantengan mucho tiempo tan bajos para una empresa como Mapfre, cuyo negocio gira alrededor de invertir su float (algo complicado, porque no sabía ni lo que era un bono).
Cada cartera es un mundo, porque cada inversor también lo es, en el fondo salvo dar la propia visión de uno, por si a alguien le pudiera servir para reflexionar, no tiene ningún sentido tratar de imponer nada a los demás.