¡¡¡BLAM!!!, el portazo resonó con estrépito en mitad de la noche y lo despertó de inmediato.
A oscuras y adormilado, se levantó de la cama. Al pulsar el interruptor, el pasillo no se iluminó. ‘Se ha debido de ir la luz’, pensó. A tientas llegó hasta el comedor y comprobó que había una ventana abierta de par en par. La cerró y se demoró un poco echando un vistazo a través de ella. Se sorprendió de la tranquilidad de la noche. Nada indicaba que hubiera habido tormenta. ‘¿Qué raro?’ pensó. Pulsó de nuevo uno de los interruptores y comprobó que no, que no había luz.
Se llegó hasta la cocina y bebió un trago largo de agua directamente de la botella. Tenía la boca reseca, como de haber dormido mal. Al salir de nuevo al pasillo algo le hizo detenerse. Se giró bruscamente y comprobó con sorpresa y cierto temor como, al final del mismo, se reflejaba un haz de luz en el suelo. Provenía del estudio, la habitación más cercana a la puerta exterior del piso. Pero, no era posible, lo había comprobado, no había luz. ‘¿Qué extraño?’
Su cuerpo se tensó. Sintió una descarga de adrenalina que le aceleró el ritmo cardíaco y la respiración. Aguzó el oído tratando de percibir algún sonido. Nada. Esforzándose en no hacer ruido, se afanó en dar con algún objeto con el que, sí fuera necesario, pudiera golpear. Sin duda serviría la figura de bronce del aparador.
Trató de tranquilizarse y procuró que no se le disparara la cabeza. Era imposible que hubiera alguien más en el piso. Nadie hubiera podido entrar por la ventana de una quinta planta, y la puerta exterior quedaba cada noche cerrada con llave. ‘¿Entonces?’
Sin confiarse y con la figura de bronce empuñada en una mano, entró en el estudio. Nadie, no había nadie. Sin embargo, inexplicablemente, la pantalla del ordenador estaba iluminada. Intrigado rodeó la mesa. Para su sorpresa, encontró abierta la sesión de su Gmail y, en negrita, destacado, un único correo aún por abrir. Sin emisor reconocible y en asunto las palabras: Primer y último Aviso.
Lo abrió. Transcurridos unos segundos, con los ojos como platos y la boca aún abierta por la sorpresa se dejó caer en la silla y se dispuso a releerlo de nuevo otra vez:
"Foreros de +Dividendos, os creéis que sois la última Coca-Cola en el desierto y os encomendais al dios Batir con vuestras “buenorras”, vuestras “joyitas” y vuestros “fondos de autor”, pero una cosa os quiero anunciar …
¡¡¡OS VOY A DESPLUMAR, JAJAJAJA!!!"
“El MERCADO”