A los seres humanos nos fascinan las formas lineales. En cierto modo, podríamos decir que nos aportan tranquilidad.
Esta tranquilidad, si profundizamos un poco, podemos decir que se cimienta en la seguridad que nos da el control. Un cuadrado es cuadrado y tiene cuatro lados. Algo simétrico nos da la paz mental de reproducir con bastante exactitud el lado que estamos viendo. El conjunto produce armonía.
Las formas por el contrario, encierran el desafío divino de lo fractal. La naturaleza, con su irregular relieve, describe una lógica creada por algo distinto a la mente humana. Las formas irregulares son por tanto para los simples mortales, motivo de desasosiego cuando intentamos controlarlas, y de admiración cuando simplemente nos abandonamos a contemplar su recorrido, indiferente a nuestros ancestrales y adaptativos mapeados cerebrales. Tal es la sensación que nos invade, cuando ascendemos a una montaña, y contemplamos la inmensidad, sabiéndonos al mismo tiempo vulnerables a los designios de la naturaleza, que seguirá su plan trazado, por muy maravillosos que nos pensemos o sintamos.
Geometrías y formas. Formas y geometrías.
Ambas tan necesarias como imprescindibles.
Deje de leer y observe su casa. Probablemente verá estanterías, puertas y paredes, y con suerte algún ser vivo, tal como una planta, un perro o un humano. Piense en lo que diferencia unos de otros. Un ying y un yang, tan necesario como complementario.
Hasta aquí, el nivel uno. Lo fácilmente visible con solo alzar la mirada.
Pasemos al nivel dos. Las personas.
Piense por un momento en sus amistades. Dado que a los seres humanos nos encantan las etiquetas (linealizar el pensamiento), seguro que reconoce en muchos de sus amigos, formas geométricas de comportamiento, o simplemente hablando en cristiano, predecibilidad en sus comportamientos.
Estas personas le aportan tranquilidad y estabilidad, aunque también aburrimiento. Sus respuestas son en muchas ocasiones las esperadas. No encontrará demasiada genialidad en ellos, pero su ausencia no es algo malo per se, simplemente es su naturaleza última.
Otros de sus amigos, presentarán formas geométricas irregulares. Nunca sabe por donde van en algunos casos extremos, y en otros más habituales, sabe por donde van, pero no por donde derivarán en el momento más inesperado. La genialidad es sin duda un rasgo distintivo y apreciado, aunque incómodo y difícil de gestionar. Sólo el amor nos mantiene unidos a estas personas, que rompen la linealidad, y nos sorprenden, sacándonos de nuestra zona de comfort.
Cuáles son los buenos, y cuales malos, es un debate tan estéril, como absurdo. Sería algo así como querer vivir en un mundo en el que no existiera la naturaleza, o en otro en el que no hubiese ningún tipo de orden. Sólamente valoramos la luz, por la oscuridad, y sólo gracias a esta, podemos complementar nuestros bioritmos.
Llegamos al nivel tres, de muchos más. Los grupos de personas.
Las empresas, no dejan de ser grupos de personas organizadas en torno a una determinada cultura. La cuenta de pérdidas y ganancias, los balances, los flujos de caja o las deudas, son acercamientos lineales al comportamiento de las mismas.
El número de personas, la partida destinada a la inversión, el Ebitda o la distribución o reinversión de beneficios, son acercamientos lineales, reproducibles y cuantificables.
La posición competitiva, la dirección, la estrategia comercial, de producto, la retención de talento o el entorno, son planteamientos con geometrías irregulares. No hay una linealidad que nos sirva para acercarnos a ello. Son suposiciones en las que nos basamos, que vienen condicionadas por nuestra manera de entender el mundo, por nuestras vivencias e intuiciones.
Los mejores inversores que conozco combinan ambos hemisferios, y generan hipótesis respecto a ello. Conozco a algunos extremadamente bien dotados para la linealidad, que son un verdadero desastre gestionando geometrías irrregulares, y a otros maestros de la intuición, que son tan vagos (o simplemente desconocen las herramientas), que no desean aprender a extraer la información lineal, y caen en trampas totalmente evitables, con sólo observar un balance, o un mísero margen neto.
Ahora ahondemos en el plano meramente inversor.
La mayoría de las empresas actualmente aceptadas por todos como empresas de calidad, es altamente probable que acaben siendo una inversión mediocre.
La cuestión no es baladí, aunque si evidente. La linealidad (pasada), en este caso, choca de bruces con la forma (futura).
Realmente no es un problema, pues para muchos inversores, esa inversión mediocre quizá sea mejor que una inversión mala de una compañía exótica, pero uno debe ser consciente de que las comidas gratis, hace tiempo que las repartieron.
El otro día charlaba con un amigo, sobre los famosos Private equity. Hace unos años te miraban como si fueses estúpido por comprar esas compañías, pues linealmente son un embrollo de tres pares de narices, pero la morfología, a mi me resultaba bastante evidente que las convertía en unas de las mejores vacas lecheras que uno podría comprar a esos precios. Presenté mi tesis al Value Investing Club, y me contestaron bastante educadamente que verdes las habían segado.
Hoy en día esas compañías empiezan a ser vistas como excelentes oportunidades de inversión, y hay demanda por hablar de ellas. En estos casos, vale más la pena llevarse el barco a otras aguas menos frecuentadas.
No se crean que soy tan listo. A todos los mediocres nos sonríe alguna vez la diosa fortuna…aunque por lo general, por los dos lados de la moneda, pues al mismo tiempo (más o menos) compré Gilead. La razón, fue que hacía gala de una linealidad excelente. Como ustedes se imaginarán, en este segundo ejemplo me ha ido más o menos igual que a la protagonista del cuento de la criada, en el país del mismo nombre. Me dejé llevar por una excesiva linealidad, sin tener en cuenta la forma. Y no tuve en cuenta la forma, porque nunca supe entender bien su negocio. Es duro de aceptar, pero uno debe ser transparente con sus errores. Es la única forma de aprender.
Esto mismo pasa también con los grupos de empresas, y aquí ya entramos en fondos y modas.
Hace unos meses observé un amor incondicional al value investing, con adhesiones inquebrantables, que hoy se va abriendo como una flor bajo la lluvia. Incomprensiblemente, grandes inversores que tienen oficio, y que no me cabe duda que saben muy bien lo que se hacen, se ven hoy como meras caricaturas que han perdido su toque. Le pasó al bueno de Warren, así que es algo bastante normal.
La nueva moda que entra con fuerza es la indexación, o la indexación parcial. Nada malo puede pasarle al que se indexa. Los costes bajos y el mantra de que “el 95% de los gestores no baten al mercado”, harán el resto.
Aquí sólo hay una verdad inmutable y sencilla…cada cual arrimará el ascua a su sardina. Usted, yo y el vecino de enfrente.
En las modas, siempre hay un abuso de pensamiento lineal (argumentos pasados), y geometrías irregulares, (fe).
Les ruego no tomen mis palabras como un ataque a la gestión indexada, pues como saben de 25 posiciones que mantengo, 5 son etf´s. Ni como una defensa del value, pues creo que algo muy bueno, se ha inundado de billetes, y se ha convertido en un circo mediático en el que ve uno cosas que le provocan vergüenza ajena, en señores que años ha, admiraba.
Por concluir, les animo a que visualicen sus certezas lineales y de forma. Pueden hacerlo en el ámbito inversor, o en su vida personal. Créanme que es un ejercicio que vale la pena.