En cambio, en mi caso que no tengo el placer de conocer a hijos de millonarios ni a Tamara Falcó, tengo que decir que todas las personas cercanas que conozco y que han llegado a generar riqueza y altas tasas de capital lo han hecho desde la prácticamente “pobreza”.
Soy defensor del país dónde vivo. Independientemente de quien lo gobierne y de las casuísticas históricas que no han tenido pocos problemas tanto vitales como de convivencia. Pero dejando ese tema aparte (que desde luego es importante para quien lo ha vivido) en España ha habido desde que tengo uso de razón igualdad de oportunidades para quien las haya querido para sí. Independientemente de que oportunidades y efecto red en capas altas de sociedad se hayan movido a cierto nivel.
Hace mucho tiempo que la educación dejó de ser sinónimo de conocimiento. Y hace tiempo que la capacidad de poder aprender, prácticamente de lo que sea, está abierto a la mayoría de personas del mundo.
En mi caso me da igual el mundo desigual lo veo hasta sano. Y es lógico, sería hasta una ley “antimatemática” si no fuera así, que quien más tiene opte cada vez más a agrandar su riqueza aunque sólo sea por aquello del “interés compuesto”.
Que yo tenga 1 y otra persona 20 y al cabo de un tiempo ambos doblemos, no me casusa ningún problema ni perjuicio. La diferencia será cada vez más grande (en nominal) porque seguirán siendo 20 veces más. ¿Y qué?
No tengo, tampoco, una opinión fuerte por un tema que roza más la ideología que la practicidad y la realidad como comenta @iguerrero .
Cuándo comencé a leer el libro de Piketty lo dejé rápidamente. No porque no fuera interesante. A diferencia de José Luis Sampedro, que reconoce en la competitividad y en la desigualdad necesaria (entendida como la simple capacidad de que unos llegan dónde otros no pueden o deciden libremente no poder), éste siempre tiene un halo “de envidia por el bien ajeno” y de cuadrar la realidad a los números que de antemano tiene en su cabeza.
Quizás porque toda mi familia se ha criado en la absoluta pobreza de los tiempos pasados y la autarquía de las aldeas, tenga la influencia de que todos los que se lo curraron consiguieron salir adelante. Por entonces las cosas no estaban como ahora.
Lo “más curioso” es que la meritocracia y la justa oportunidad casi siempre vino de personas que se suponían de la élite y que, lejos de tirar de puertas giratorias, entendían el trabajo y el esfuerzo como lo que ellos mismos habían experimentado para llegar dónde estaban.
Obviamente historias de caciques y fuerzas de poder hubo y habrá. De hecho si tuviera que discutir algo no sería la desigualdad sino la injusticia.
¿Por qué iba a ser más justo que yo me gastara mi capital en mi por el simple hecho de hacerlo, si resultara que disfruto más dejándoselo a un hijo y pensar que él pudiera vivir mejor que yo si le puedo echar un cable?. No lo haría por él. Lo haría por mi. Aparte que nadie sabe que problemas o situaciones podría tener un hijo, amigo o familiar…
Prefiero primar la libertad. O por lo que sea que piense en ese momento. Igual me da por desheredar
. O la opción de donar como hacen otras personas si así se sienten mejor.
En mi caso, prefiero la libertad de hacer lo que me venga en gana, con lo que he ganado con mi esfuerzo, que en promover una supuesta igualdad que, casi siempre, promueven los que se han dedicado a hacer estudios para manejar el dinero y esfuerzo de los demás 
Políticamente me mantengo al margen. Tengo hija de 18 años. No tengo claro si una medida como la que se promueve podría ser hasta vista como liberal si se rige por ciertos condicionantes. Los hombres de negro si evalúan los resultados y los “covenant” del dinero que prestan para que sea eficiente, no lo vería mal.
Lo que no creo es que sea una medida electoralista. Al igual que la Ley de Vivienda, me da que saldrá “al revés de lo que se pretende con ella”. (Simplemente un sentir, NPI de estas cosas…).
En un país como USA la riqueza y empresas que lideran ésta, se mueve constantemente. Hoy es Apple, ayer fue General Electric…
Recuerdo el libro de Greenspan en el que decía que igual de jodido era tener déficit que un superávit desbocado. La riqueza se crea, se puede destruir en las crisis, y mantener ciertos niveles de dar servicio a la Sociedad no es nada fácil. Gracias a ellos estamos aquí, cada vez con mayor calidad de vida y en un mundo mejor.