Cómo ya dije, al menos imho el caso que nos ocupa es un problema más de formas y de errores en la comunicación que dejan entrever dudosos incentivos, más propios de la banca tradicional, que de la subida del coste en si.
Eso sí, si su problema es de enfoque sobre que los costes no importan y lo que importa es la rentabilidad futura y el VL, como le argumentarán los vendedores de crecepelos, entonces es más grave, pero suyo, no de la comunicación en si. Y es que el retorno futuro no dejará de ser incierto y los costes siempre estarán ahí, llueve o truene.
Si ese es el caso, que lo desconozco, le pongo otro ejemplo:
Imagine que en tres años le baja el VL de 50, como ya le pasó al cuñado de Pepito Grillo al inicio de Cobas. Pero esta vez le pasó a Pepito Grillo, un ser peculiar, excesivamente optimista, y aunque ese coste le pasó de 0,03% a 0,25% (porque resulta que no sólo bajó la rentabilidad, sino que muchos copartícipes salieron despavoridos, y al bajar el AUM del fondo toca pagar la cuenta entre menos comensales).
Pero siendo Pepito Grillo tan optimista, se dijo para si mismo: “mira lo que pasó tras el COVID. Cierto que ahora me bajó más por más costes de los que pensaba y tendría que subir más del 100% para remontar, pero mira tras el Covid cómo lo remontó”. “Y mira lo que ganó luego mi cuñado: ¡entre más cae más potencial!” Se dijo para si mismo, muy valiente y seguro de si mismo Don Pepito.
Hipotecó entonces su casa a escondidas de su señora, y lo metió todo en el fondo "ahora sí que si. se decía ". Pero resulta que el VL cayó a 25. “Que desastre!, ¿cómo es ésto posible?! ¿No rimaba siempre ésto?!” Gritó ya mosqueado Pepito. Meses más tarde llegó el triste día en que el pobre Pepito no pudo pagar los costes de su fondo, que ya le habían subido demasiado, y su banco le embargó el piso y lo que le quedaba del fondo.
Entonces, Pepito dormía bajo un puente y se encontró una revista sucia en el suelo de fundspeople, en el que se veia que habían cerrado su fondo y abierto otro, y que algunos de sus gestores, analistas, comerciales, resto de personal de back Office y los propios analistas externos de su gestora ya se habían comprado mejores casas y coches incluso antes. Y Pepito Grillo se preguntó: “¿Cómo fue ésto posible?” “¿No invertían todo conmigo?, ¿y el skin in the game?!”
Meditó entonces el bueno de Pepito que todos ellos estaban cobrando altos salarios anuales de media durante todos los años que él invirtió, sobre todo pensando más en aumentar el patrimonio bajo gestión, antes que en los retornos/riesgos futuros. Y todo eso con las jugosas comisiones y costes que él les sufragó durante años y buena parte no la metían en los fondos como decían hacer, sino igual en otros activos “Ellos pensaban más en su remuneracion anual y a mí sólo me brillaban los ojos con el potencial y rentabilidad futura, sin pensar en los riesgos!”, se murmuró Pepito.
Se echó entonces Pepito las manos a la cara y empezó a sollozar. Entonces, mientras se sonaba, vio algo brillar. Empeñó entonces Pepito su anillo de oro, ya que su mujer por supuesto lo había abandonado.
Con eso dió la entrada para montar una peluquería: “Peluquería Pepito Grillo” rezaba el letrero. Empezó con una de barrio, cobrando el corte sólo a 2€!. “Oferta, su peluquería más barata” rezaba un letrero. “Corte de pelo es lo que paga, hermosura es lo que recibe”, “Por 2€ será el potencial ligón este fin de semana”, rezaban otros, etc, etc …
En seguida se le llenó de clientes. Pero empezó a subir precios el avispado y ya experimentado Pepito, cada mes 5€ más! Hasta que ya un día empezaron a mosquearse sus clientes, porque su habilidad con las tijeras no era ya ni de lejos para ese pricing power, y le preguntaban:
"Hola don Pepito, ¿Por qué ha subido tanto los precios?! y él le dijo: “Hola Don José, ¿sabe usted a cuánto le saldrá esa subida a cada pelo que le corte y cómo me ha subido a mí la luz con la inflación?!” “Estás subidas son sólo transitorias”, les decía .Se tranquilizaban entonces algo sus clientes, aunque pensativos y ya algo mosqueados.
Pasó entonces un pobre calvo con un sólo pelo en la coronilla y le preguntó: “Oiga D. Pepito, ¿cree usted que necesito un corte de pelo?”. “Por supuesto” respondió Pepito, “¿Sabe usted lo que le gustará a las mozas del pueblo acariciar su cabeza totalmente rasurada?”.
Y, etc, etc…hasta ya volver a quedarse Pepito sin clientes en esa primera pelu de barrio. Ya para entonces Pepito tenía una multinacional de peluquerías con la mayor venta online de crecepelos, y era asquerosamente rico. Su mujer le pedía volver a estar juntos, pero el muy estirado se negaba.
Desconozco si era su caso, seguro que no, pero le dejo la receta que me pasó Pepito Grillo hace años para que no se extendiera su virus: tres pastillas boglerianas al día y jarabe de interés descompuesto si me subía mucho la fiebre y siempre atento a los incentivos. Por ahora todo en orden y durmiendo a pierna suelta! 
S2