El símil de la comparativa de los riesgos de volar respecto por ejemplo a los de conducir, respecto al de invertir en RV sobre invertir en otros activos, da para mucho.
En primer lugar encontramos, una vez más, la percepción propia que normalmente no cuadra, al menos del todo, con la percepción de los datos.
Yo creo que es algo que hay que aceptar y acostumbrarse a ello y que los estudios masivos de datos, a través de Big Data, pero también las estadísticas simples, suelen poner de relieve, y es que lo que llamamos sentido común está muy basado en todo tipo de percepciones personales que no necesariamente se corresponden con la realidad. O al menos no exactamente.
En el caso de la inversión está claro que se da mucha importancia a lo que se ha vivido pero poca a otras cosas que también han pasado pero no se han sufrido. También se tiene una falsa sensación de control y se busca, siguiendo la evolución de un activo o un producto concreto, cuando al final lo que vemos es sólo una parte de la historia.
Y nos fijamos mucho en percepciones del riesgo donde pesa en exceso el corto plazo y se olvidan riesgos mucho más importantes a largo plazo. Como ya he comentado, las caídas del 10-15% suelen tener una importancia mínima a largo plazo para un inversor, y , sin embargo, para el inversor que vive pendiente del corto plazo, parecen significar mucho.
La diferencia entre estar en máximos históricos o estar un 10-15% por debajo de ellos, es mínima en términos reales.
Otra percepción errónea del riesgo viene de la falsa sensación de que lo que controlamos personalmente supone siempre un riesgo muy inferior a de si lo controlan otras personas u otros mecanismos. En el caso del coche creemos controlar mucho más la situación que cuando estamos volando, pero esa es la típica falsa sensación de control, porque hay muchas situaciones que se pueden producir conduciendo que no controlamos mientras en el tráfico aéreo están mucho más controladas.
No siempre la libertad individual se traduce en mejores resultados. Las reglas pueden ayudar a delimitar mejor donde esa libertad individual es productiva y donde igual constituye riesgos que preferimos no asumir si es posible. No veo a mucha gente preocupada porque el agua lleve cloro en lugar de que uno se administre el cloro a voluntad.
Aquí creo que vemos otra parte interesante de la comparativa entre inversión y viajar en avión versus viajar en coche. Y es cuales son las causas que hacen que viajar en avión termine siendo más seguro. Si el tráfico aéreo se llenara de personas haciendo lo que quieren y no siguiendo un mínimo de reglas básicas, como suele pasar en inversión, es posible que los resultados fueran otros.
Lo que quiero decir es que no es la mera distinción entre regla variable y otros activos lo que produce una mejor rentabilidad a largo plazo, como tampoco es la simple distinción entre tráfico aéreo y transporte en coche, lo que produce la diferencia de riesgo. Es importante lo que acompaña a esa distinción y la gestión que se hace de los riesgos inherentes a ambos.
El que busca el resultado sin dar importancia al proceso que lo acompañe, lo normal es que termine fatal. Si uno se sube a un avión en según que país en según que condiciones, que no espere el resultado medio, como quien hace tonterías en renta variable tampoco debería esperarlo.
Para terminar, ya que nos movemos en términos probabilísticos, es importante resaltar que la probabilidad no es garantía de resultado en un caso individual concreto. A veces es lo que uno no quiere o no está dispuesto a asumir. Uno puede tener la suficiente mala suerte para que aunque lo haga todo bien, le toquen las circunstancias que provocan un resultado peor que si hubiera elegido la otra opción.
Pero estos son los riesgos que son inherentes a vivir.