A veces uno se encuentra con esa paradoja en algunos inversores que habiendo invertido un capital en acciones de Repsol o relacionadas con el petróleo (por poner un ejemplo real con el que me he encontrado durante los peores momentos de la pandemia), lo pasan mal cuándo sus títulos se desploman, y luego resulta que por temas profesionales se tiran todo el día en la carretera y, es más lo que se ahorran por la bajada de los precios que les afectan directamente a su economía privada que lo que fluctúa una cartera.
El anclaje es así. Más preocupados por las fluctuaciones cortoplacistas y el sesgo que se crea de estar mirando constantemente la cartera (en un sentido u otro) que tener un objetivo y un proceso definido y aceptar el devenir de la realidad que, seguramente, será el mejor posible de acuerdo a las posibilidades y las circunstancias de cada uno.
Creo recordar que en el Podcast con Flavio Muñoz Podcast +D episodio 76. Una tarde con Flavio Muñoz de Andromeda Value comentó que, precisamente, muchos inversores que pudieran parecer con “más cultura financiera” y muy de estar al día con las inversiones eran más proclives a tomar decisiones cortoplacistas por los resultados de rentabilidad por un lado o por la comparación de un activo frente a un índice si éste en el corto/medio plazo había tenido un resultado con mejor rendimiento.
Muchas veces aquellos inversores que pensamos tienen “menos cultura financiera” que invierten y se olvidan, obtienen, de lejos, mucho mejor resultado en el largo plazo que los “rebalanceadores de carteras” que estamos, (y me incluyo), constantemente encima del mercado.