MIre, los inversores ya tenemos más que suficiente con cumplir el ordenamiento jurídico y exigir que las empresas en las que invertimos hagan lo mismo. Si en algún momento existe un consenso social suficiente para que un criterio ético o moral se convierta en norma jurídica pues habrá que cumplirla, pero hasta que llegue ese momento no será más que una forma de pensar de un grupo concreto que no tiene por qué condicionar mi conducta individual.
Respecto a las drogas, es claro que los seres humanos han consumido todo tipo de drogas desde la noche de los tiempos y, nos guste o no, lo van a seguir haciendo. Y lo pueden hacer de dos formas: Legalmente, mediante su venta controlada, que al menos garantiza la calidad del producto y que la mortalidad sea menor de la que podría ser. Además, como negocio legal, genera unos impuestos que aseguran que se cubra el gasto sanitario que inevitablemente se produce.
La otra alternativa es ponerse una venda en los ojos, pensar que somos muy éticos y prohibir. Con ello conseguiremos una mayor mortalidad puesto que los adictos consumirán cualquier sustancia que les venda cualquiera. En este caso, además, el gasto sanitario se seguirá produciendo de igual manera, pero el estado no ingresará impuestos derivados de este “negocio” que le ayude a paliar el mayor gasto sanitario. La sociedad en su conjunto se verá, por lo tanto, perjudicada en favor de unos pocos “suministradores” que se verán altamente beneficiados si su actividad es ilegal.
La conclusión es clara: tanto para los que consumen tabaco como para la sociedad en conjunto es muy positivo que el tabaco sea legal, ya que aminora claramente el daño que su consumo produce a los consumidores y a la sociedad. Por ello es muy legítimo que un inversor decida invertir su dinero en la industria tabaquera y no tiene que avergonzarse de ello de ninguna manera.
Por último, ¿Por qué centrar siempre las críticas sobre los inversores en industrias como el tabaco?. En ese negocio obtienen beneficios los inversores, claro está, pero también sus trabajadores, todos sus proveedores que les suministran todo tipo de productos y servicios, quienes venden sus terrenos para construir sus factorias y las constructoras que las edifican. Todos ellos ingresarían menos si no existiesen empresas tabaqueras, todos, por lo tanto, se benefician.
Al final, todos nos vemos perjudicados de forma directa o indirecta por la existencia del tabaco y otras drogas, asi que parece justo que también nos beneficiemos de forma directa o indirecta de su existencia que, hoy por hoy es inevitable. Y una de las formas completamente legales de beneficiarnos es siendo inversores en dicha industria.