magínese que tiene dos opciones para invertir. Ambas a largo plazo (> 7 años) y basadas en una rigurosa selección de empresas.
La primera se basa en elegir compañías muy sólidas financieramente, globales, con marcas muy reconocidas y con negocios con barreras de entrada sustanciales. No cabe esperar de ellas que su cotización tenga mucha separación de un índice apropiado (en parte porque forman parte sustancial de ese índice), pero sí que, por su crecimiento orgánico, crezcan un poco más cuando todo crece y decrezcan un poco menos cuando todo merma. Este tipo de inversión, hablando en parábolas, es como la agricultura de frutales en buena tierra y con buen clima: hará falta su tiempo, vendrán heladas y pedrisco, pero, a largo, se obtendrán beneficios.
La segunda se basa en elegir empresas bien gestionadas, con buenos números, con claras ventajas competitivas, pero más oscuras, menos populares, cuya cotización se ve muy afectada por las oscilaciones del índice porque son más pequeñas y locales, y que se pueden comprar por un descuento sobre lo que de verdad valen. La parábola sería la minería: todos los indicios geológicos indican que hay una veta de mineral valioso a cierta profundidad, pero en el tiempo (una eternidad para el que espera) que se tarda en llegar a ella parece que estamos haciendo el tonto gastando el dinero en hacer un boquete en el suelo; hasta que se encuentra la veta y cambian las tornas.
El inversor con poca experiencia entenderá mejor y, por tanto, sobrellevará con un ánimo más alegre ser agricultor que minero. A lo primero lo podemos llamar growth , porque los árboles crecen, y a lo segundo value , por aquello de que buscamos algo de valor, la mena, tras un montón de ganga.
Si hemos asumido que es una inversión a largo plazo, que mantener y cuidar, fondos growth de calidad fácilmente entendibles y, por lo tanto, apropiados para un inversor sin demasiada experiencia (pero que lea inglés) podrían ser:
Fundsmith Equity
Seilern Stryx World Growth