¿Polarización o estupidez?

Muy interesante el hilo. Creo que es una preocupación a la que bastantes le hemos dedicado algún tiempo a darle vueltas.
Yo me considero casi fuera de las RR.SS.

Nunca tuve Facebook hasta que me obligaron en el trabajo. Como era una obligación, era para trabajo y sólo me salían gatos y mujeres en bikini, no llegué ni a entender muy bien cómo funcionaba Facebook.

En cuanto a Instagram he de reconocer que fui casi uno de los pioneros. Cuando yo me lo instalé, me lo instalé porque era un sitio donde la gente a la que le gustaba la fotografía posteaba sus fotos y le daba cierto toque artístico. Los filtros eran como las aberraciones que salen al revelar carretes caducados. Luego, cuando se convirtió en una red social como cualquier otra, me quedé enganchado, como corresponde a mi generación. Hace como un año me desintoxiqué. Lo puse en la última pantalla del teléfono e hice un esfuerzo por desengancharme.

El antiguo Twitter (ni siquiera sé escribirlo, he tenido que buscarlo) nunca me lo había instalado. Me lo instalé hace como 5 años, porque me dijeron que era bueno para recibir avisos de alarma y emergencias por fenómenos atmosféricos, incendios, y etc. Nada, nunca me sirvió para eso. He de reconocer que últimamente estoy cayendo más en sus redes, pero como lo hago tan de higos a brevas, lo pillo despistado y no sabe por dónde tirarme. Eso sí, tarda unos 5 o 10 scrolls de pantalla en coger ritmo.

El resto ni las nombro, porque ni me acerco mentalmente a cosas como TikTok y demás inventos.

También me enganché a Youtube, hasta que me di cuenta de que también me ponían cosas demasiado a la carta. Ahí desactivé el historial o algo así, y ahora me sale una página de Youtube en blanco. Sigo pensando que Youtube es una herramienta perfecta, sigo acudiendo a él cuando necesito informarme, culturizarme o aprender cómo hacer alguna chapuza o invento. Creo que tiene más potencial del que se le otorga. Pero lo dicho, también me he desintoxicado.

Y una vez llegado a este punto, he empezado a hacerme otras preguntas: ¿puede ser que me esté quedando un poquito marginado a nivel social? ¿Me he convertido en un contrario a la evolución tecnológica? Y si la respuesta es sí ¿lo quiero, es bueno? No he sabido dar respuesta a estas preguntas todavía.

También estuve enganchado a los periódicos. Y ya andaba yo dándome cuenta de que algo no me cuadraba, cuando el hilo de Medios de comunicación objetivos me terminó de abrir la mente. Ahora estoy en proceso de desintoxicación de periódicos también.

En otra cosa en la que también anduve bastante enganchado fue en el Strava. Esto no sé si es la mejor de las redes sociales, o la más peligrosa de ellas. Sé de gente muy pero que muy adicta. De esto me estoy desenganchando pero por falta de tiempo para hacer deporte. Aunque no me molesta seguir todo lo activo que pueda. Para mi es la menos molesta.

Y por último, pero no menos importante, está +D. Aquí creo que ya lo he comentado algunas veces, tengo un sentimiento de culpabilidad importante. Mi sentimiento es que yo vine aquí a parasitar por un interés claro personal. Una vez tuve lo que necesitaba, cada vez visito y aporto menos. Aunque nunca tuve la sensación de aportar nada. Por lo tanto, aquí es como que encima, me siento un total parásito.

También he notado lo de la polarización y lo de la irritación. Recuerdo que de joven no era una persona que viviera permanentemente irritado. Y hubo un momento en que noté que los demás me veían irritado y yo también me veía. Noté estar muy politizado. Y sí, también me pasó con Federico, que cuando lo escuchaba las primeras veces, sólo notaba que estaba enfadado. Y luego me enganché a él y me hacía estar enfadado por lo mismo que él se enfadaba.

El problema que he encontrado es que, en los días en los que vivimos, cuando m e veo en la puerta de embarque del aeropuerto, esperando, no pasan más de 30 segundos de “aburrimiento” sin echar la mano al bolsillo y sacar la pantallita del entretenimiento. Siempre se me viene a la cabeza una imagen de mi mismo, cuando estaba en la universidad, haciendo tiempo en la estación de autobuses, para volver al pueblo. No hacía nada. Esperar, mirar a la gente, las papeleras, el techo de la estación y darle vueltas al bisel del reloj a modo de tic nervioso. Creo que antes sabíamos aburrirnos. Hoy ya no sabemos. Incluso los hay que han nacido en la era en la que no se comprende qué era eso, o qué valor a título personal puede tener el saber “aburrirse” sin más.

Y aun sigo con la misma pregunta: ¿y si me desintoxico de todo, en qué me convierto? ¿Me veré obligado a ponerme un sombrero de papel de aluminio?

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