El problema es que la palabra pandemia o guerra son generalizaciones que luego no inciden en las dinámicas concretas de cualquier fenómeno o en su supuesta gravedad.
Es como crisis bancaria. En los últimos 150 años ha habido un montón de crisis bancarias. No obstante su gravedad es tremendamente distinta de la más grave, la gran depresión, de otras que no pasaron de meras tormentas veraniegas.
La guerra tampoco es igual mirar una guerra que afecta a zonas muy concretas o incluso una guerra donde un país se beneficia a corto/medio plazo de los problemas de otros (el caso USA en la primera guerra mundial) del daño que puede hacer cuando afecta directamente a uno durante 5 años o más.
Las probabilidades suelen estar a favor del progreso, pero cuando demasiados se empeñan en no buscar soluciones generales a los problemas, la capacidad de ciertos problemas para degradar ese progreso durante un montón de años, también existe.
Incluso existe otra posibilidad que conviene no olvidar. Si volviéramos a como se vivía en los 70, la ganancia a muy largo plazo seguiría siendo notable, pero sin embargo habríamos perdido un nivel de vida considerable desde donde estamos ahora.
Seguro que la mayoría tendrían la sensación que se ha perdido mucho y el efecto en las cotizaciones bursátiles no sería precisamente benigno. Aunque a muy largo plazo seguiría vigente la idea del progreso.
Igual alguno dirá, no sin cierta razón, que es poco probable y que igual peco de algo de crueldad simplemente señalándolo. Pero también conviene plantear este tipo de situaciones cuando uno llama gran avance a que los muy pobres vivan algo mejor de lo que hacían 50-100 años, pero lejos de donde nos conformaríamos nosotros con vivir.