Originalmente publicado en: https://blogs.masdividendos.com/helmonomics/2020/11/19/modelando-las-recompras-parte-i/
Las matemáticas subyacentes al método de descuento de flujos de fondos asumen que los flujos futuros serán reinvertidos a la tasa exigida. Igualmente, el método de estimación de la tasa interna de retorno asume implícitamente que los flujos futuros son reinvertidos precisamente a esa tasa interna de retorno.
Ninguno de los dos supuestos tiene que ser necesariamente verdad. Especialmente teniendo en cuenta que no todo el flujo de caja libre fluye al accionista de la misma manera. Efectivamente, el efectivo generado por la empresa se puede quedar en la caja a la espera de ser asignado de una manera u otra, o puede ser devuelto al accionista de dos formas distintas: mediante el pago de dividendo o mediante recompra de acciones propias.
Cuando una empresa reparte dividendos, todos los accionistas los reciben, quieran o no. Por el contrario, si la empresa decide recomprar sus propias acciones, sólo los accionistas que quieren dejar de serlo reciben el efectivo, mientras que el resto se queda con una mayor proporción de la empresa.
Las recompras de acciones pueden suponer una transferencia de riqueza en función del precio al que se realicen. Si el precio pagado es mayor que el valor intrínseco, se destruye valor para los accionistas que permanecen. Si el precio pagado es menor, se crea.
Aunque ambas cosas pueden suceder a priori, existe cierta evidencia empírica de que las recompras tienen un comportamiento procíclico. Cuando las cosas van bien y hay dinero, los responsables de la empresa tienden a recomprar sus propias acciones. Momento que suele coincidir con valoraciones más exigentes.
Es un hecho conocido también, que las empresas utilizan cada vez más las recompras de acciones para devolver dinero a sus accionistas.
Enlazando con el principio del artículo, si la empresa lleva a cabo recompras a una tasa implícita de retorno inferior a la rentabilidad que el inversor empresarial exige a sus inversiones, tanto el valor actual neto como la tasa interna de retorno estarán sobreestimando la bondad de la posible inversión.
En su recientemente publicada antología, Terry Smith propone tratar las recompras de la misma manera que tratamos la adquisición de otras empresas: activándolas en el balance y monitorizándolas mediante el retorno sobre el capital invertido que producen.
Por otro lado, una primera aproximación al problema consiste en utilizar la tasa interna de retorno modificada (TIRM). La TIRM es una medida financiera donde explícitamente introducimos la tasa de reinversión. Noten que es una aproximación burda, y teóricamente errónea, ya que estamos cayendo en un razonamiento circular: suponer aquello que precisamente queremos conocer.
Sin embargo, puede suponer una buena primera estimación del problema al que nos enfrentamos, en la medida que nos podemos formar una idea de cómo cambia el retorno esperado conforme cambia la tasa de reinversión de las recompras.
Otro día más y mejor.