Pues recojo el testigo y en un alarde de valentía -esperando, eso sí, condescendencia y perdón por su parte (después de todo hay políticos que estos días aún dicen más tonterías que yo mismo)-, les desvelo, generosamente, mis secretos como inversor de éxito.
1.- 2+2 no siempre son 5-1.
2.- No comprar acciones que vayan a caer y no vender acciones que vayan a subir.
3.- No comprar acciones que no van a subir ni vender acciones que no van a caer.
4.- No intentar adivinar, sobre todo, el futuro, porque como dice Yogi Berra: “El futuro ya no es lo que era”.
5.- Seguir la tendencia lo justo y necesario hasta el momento preciso en el que ésta se empeñe en llevarme la contraria.
6.- Leer y escuchar a los expertos para hacer justo lo contrario de lo que preconicen, salvo, eso sí, que esos expertos, por casualidad, y por una única vez (a modo de cisne negro) tengan razón. Y es que la mitad de las mentiras (no olviden aquello de que hasta un reloj de saetas averiado da la hora certeramente dos veces al día) que lanzan, a diestro y siniestro, no son verdad.
7.- Rehuir, como de la peste, de aquellos expertos que sólo pierden dinero cuando los mercados se equivocan y eso, llevado a nivel personal, me lleva a ser humildemente arrogante y convivir con mis certeras contradicciones, siempre amenazantes, y a recordar mi mantra consolador: “Si pierdo, lo hago siempre teniendo razón”.
8.- Buscar obsesivamente el fondo más bonito, el mejor, el más barato, el más seguro…, sólo para darme cuenta de que cuando encuentre ese idílico vehículo de inversión no me aceptará, como copartícipe, por no ser el inversor perfecto.
9.- Observar sí. Imitar a los gigantes, también. Copiar sus mejores inversiones -como no-, por supuesto, pero eso sí, esto último háganlo sólo con las acciones ganadoras.
10.- Me reservo el décimo consejo, pero sí les aseguro que invalida los nueve anteriores.