Le doy mi opinión que, a diferencia de Jvas, es cualificada, pocas veces tengo la oportunidad de señalarlo, aunque no me extenderé porque estoy obligado a una total reserva, no crea que me estoy dando importancia y pisto, en lo que puedo ayudo a los compañeros, no es por contarle pormenores y batallitas de mi experiencia, sino por la extrema complejidad del procedimiento, su ejecución y los imponderables que pueden surgir en la tramitación y hechos que deberá controlar de difícil conocimiento.
Le pondré un ejemplo muy grafico y le aseguro que no es exagerado. Lo que plantea es igual a si Ud. realiza con suficiencia el mantenimiento general de su coche: cambio de aceite, líquidos, bujías, algún pequeño y sencillo arreglo mecánico, siempre con éxito, y decide entrar con esa sabiduría en el mundo de la optimización de los motores de los formula uno. Y poco me parece.
Considere que lo anterior es en función del concreto ejemplo que plantea, subasta de inmuebles por la Hacienda Pública, algo que califico de “tranquilo y suave”. Si es un procedimiento de ejecución por juzgados, en el ejemplo citado, considere que está Ud. optimizando los motores de un Jumbo. A mano, un destornillador y llave inglesa.
Hasta la crisis inmobiliaria, antes del 2008, y la reforma del procedimiento licitador, podían encontrarse auténticos chollos, se lo calificaré mejor, chollazos, lo que no implica que Ud. pudiera beneficiarse de ellos, pujar sí, pero muy poca opción a obtener resultados. Los subasteros, en grupos amplios, pujaban por los lotes, distribuyendo medias de precios en el conjunto de lotes más afortunados o, como era bastante común, reventando incluso las subastas. Lo que le interesa, imposibilidad de un acceso en competencia justa para poder adquirir el bien. Y esto si se lo puedo señalar, se llegó a contratar por quien ejecutaba servicio de seguridad porque se llegó, lo he visto personalmente y varias veces, a ver volar tortas entre los grupos constituidos de subasteros por concretos lotes.
A partir del 2008, con las sucesivas reformas legales en un intento de “dar luz y taquígrafos” al procedimiento y ofertas y, muy especialmente, a una situación económica donde los inmuebles estaban altamente valorados a efectos de hipotecas, con estas como carga previa, entre otras muchas, disminuyó drásticamente, muy drásticamente, el elemento “chollo” en este tipo de operaciones. Alguno queda, desde luego, pero este estará muy estudiado, al milímetro, por los subasteros, muy escasas opciones tendrá.
En resumen, si desea entrar en este mundo para ganar un dinero, no se lo aconsejo. Si lo que pretende es conseguir un inmueble que le gusta, para uso propio, cree que es una oportunidad, acuda no a un profesional, no, debe acudir a un excelente profesional, cualificado, con experiencia, serio, que le de una total seguridad. Se ahorrará unos dineros, no tantos como espera, pero evitará problemas y disgustos. La frase de “el diablo está en los detalles” se creó para definir estos procedimientos.
Créame, las incidencias que he ido observando a lo largo de mi vida en este tipo de procedimientos podrían llenar la Biblioteca Nacional y faltaría espacio. De lo que uno conoce y, sobre todo, lo que desconoce.
De Tristán el subastero he leído algo, no tengo opinión al respecto.