Milton Erickson ha sido una de las personas que más impacto me han causado, debido al uso que hacía de las metáforas, para mediante ingeniosos cuentos, hacer que los pacientes se dieran cuenta de conceptos difícilmente asimilables por las vías tradicionales. Milton le escribía al inconsciente, de modo que le resultase posible llegar a través de historias a priori inconexas, a razonamientos complejos que activase de modo efectivo un cambio en el sujeto.
Yo no le llego a Milton ni a la suela de los zapatos, y si quieren aprender más de él, les recomiendo la lectura de este brutal libro, pero esta mañana me levanté con la intención de perpetrar un entretenido ejercicio ericksoniano, que con gran probabilidad acabará en mero divertimento.
Empecemos por tanto con nuestro primer razonamiento inconexo.
Es bastante habitual leer estupendas biografías sobre empresarios y CEOs que han creado grandes compañías. Muchos gestores e inversores particulares, comentan la importancia de un buen management, y cuando de componedoras (compounders), se trata, es un terreno común, loar las maravillas de los asignadores de capital.
En el fértil terreno del ideario común, se ha instalado una suerte de mantra, que vendría a ser algo así como buscar y encontrar compañías que compongan de una forma sencilla. Multitud de nombres de empresas, bastante conocidas y compartidas por los inversores. Este sería más o menos El Dorado, con carteras de consenso, en los que más o menos todos nos sentiríamos cómodos a primera vista.
Los que me conocen saben que en el plano netamente empresarial, que es el único donde me defiendo decentemente debido a mis limitaciones, siempre he defendido que respecto al management:
- Los mandos intermedios son la sangre real de una compañía, la aparente cadena de transmisión que en multitud de ocasiones forma parte del motor de manera no solo indivisible, sino vital.
- Los CEOs son tremendamente necesarios, por la visión del futuro (un CEO debe vivir siempre, y dependiendo del tipo de negocio, al menos 6 meses por delante, del devenir del día a día), y por ser el mejor vendedor que una empresa pueda tener. No se olviden, esas dos componentes, en mi opinión, son la verdadera función de un CEO.
Tenemos en este plano por tanto, un componente puramente variable, debido al componente finito que les acompaña, y a las diversas motivaciones que pueden hacer que parte de ese engranaje marche a otra compañía, atraviese problemas personales etc…
Otro plano que se suele confundir con el plano empresarial , que sería el barco haciendo un símil, sería el negocio, que sería las aguas donde navega el barco. No son todo el oceáno, sino el territorio donde se pesca, donde sucede el teatro de operaciones.
A menudo veo gente (y no me refiero sólamente a gente que empieza, sino a gente que se gana la vida con esto de las compañías cotizadas) ,con una empanada tremenda, confundiendo el negocio, con la empresa, o juntando ambas, y este es quizá un motivo de lloros y crujir de dientes, pues cuando lo analizas fríamente, puedes llegar a la conclusión de que no te has enterado de la partitura en años, y sólo estabas silbando una canción de oídas, y este amigos, si que es un problema importante.
Profundicemos un poco más con un ejemplo.
La señora Rosalía ha heredado una pastelería junto al edificio histórico más famoso de Ficciolandia. Es la tercera generación que elabora unos dulces extremadamente adictivos, que se recomiendan incluso en las guías para cardúmenes de turistas, y que se venden en cantidades industriales a precios de artesano.
Nuestros avezados lectores se habrán dado cuenta que estamos hablando aquí con mayor o menor acierto, de activos únicos. No importa demasiado que los hijos y nietos de Rosalía tengan el cociente intelectual de una gamba, pues en el peor de los casos, venderán el negocio, y otra generación de inversores lo explotará como es debido.
Esto por lo que hemos pasado de puntillas, constituye una de las piedras de toque, que cualquier hombre de negocios conoce. El verdadero Dorado, son los activos únicos. Si eres un inversor inmobiliario, buscarás las zonas deseadas, donde no es posible construir más, pues incluso en entornos recesivos, alguien estará dispuesto a pagar por ellas.
Bien, ¿sencillo, verdad?. Todo se reduce a encontrar activos únicos, invertir en ellos sin pagar demasiado y mantenerlos toda una vida.
Aquí encontramos la primera malicia. ¿Cuanto es pagar demasiado?. ¿Cuanto vale la tienda de Rosalía? Su nieto está enganchado al blackjack y la vende por 8 millones de unidades monetarias. Es carísimo, ¿cierto? …¿lo es?
Esta pregunta es de lo más difícil que puede uno llegar a hacerse, y sobretodo constituye la base de cómo se gana la vida gente muy preparada, que ha dedicado años de su vida a esta disciplina. Mi profundo respeto y admiración hacia ellos. La valoración es un arte, si, pero también mucha técnica de finanzas cuantitativas, que se han desarrollado a lo largo de los años, que puede ser estudiado y aprendido, con esfuerzo y rigor.
Aquí llegamos al primer problema. Los mortales, es decir, la mayoría de nosotros, los que tenemos trabajos, hipotecas, nos levantamos de madrugada, y sacamos tiempo de donde buenamente podemos, ¿Podemos ser buenos inversores activos? ¿Podemos seleccionar nosotros mismos las compañías, sabiendo que te vas a perder una parte muy grande de la foto?.
No es esta una cuestión baladí. En cada transacción, una parte venderá y otra parte comprará, y ambas pugnarán por tener razón. Probablemente la parte vendedora haya dedicado 200 horas de estudio a la idea, y tu 40. Es duro de aceptar esto, pero es la realidad.
Visto así, yo les diría que no tenemos ninguna posibilidad los inversores particulares, salvo contadas excepciones. Y en muchos casos tristemente será así. Antes de tirar la toalla definitivamente, pensemos… ¿todo está perdido?
Mi opinión, como imagino que habrán adivinado es que no, necesariamente . La ventaja del inversor particular es la “no linealidad de la naturaleza” . La naturaleza no son rectas, sino curvas. Un indio del Amazonas puede tener más conocimiento de los pájaros locales, que un ornitólogo de Minnesota. El problema aquí es aceptar otra dura realidad. Tu círculo de competencia va a ser enano.
La única posibilidad de supervivencia para un inversor particular con poco tiempo, bajo mi punto de vista es esa. La hiperespecialización.
Lógicamente, cuanto mayor capacidad tengas, y más tiempo, mejor. Tu zona de pesca será mayor. Pero ten en cuenta, que debes esforzarte por encontrar zonas de pesca fértiles (negocio), y a poder ser menos abarrotadas, pues tu estructura empresarial (tu), va a ser mucho más endeble que los barcos que faenan por esas áreas.
Tener un barco último modelo, no les va a asegurar el éxito, pues muchos son sólo fachada, pero hay que tener en cuenta, que los barcos pequeños, tienen menos tecnología y eso en las malas es cuando se nota.
¿Lo bueno? Pues que con una zona de pesca bien controlada, es bastante posible , (que no seguro), tener mucho más pescado del que tendrías si estuvieras de marino faenando en uno de los barcos grandes, en los que el capitán se lleva la mayor parte para él y su esposa.
Aún así, el peligro del que hablábamos antes, me parece muy importante volver a resaltarlo, si uno decide salir a faenar por su cuenta. Recurriremos a la sabiduría del abuelete vividor , Kostolany, de “lo que sabe todo el mundo a mi no me interesa”,y es que si lo sabe todo el mundo, se convierte en una verdad a medias. Nada en el mundo inversor es más nocivo que una verdad a medias.
Uniendo los puntos.
Les dejo los objetivos del ejercicio:
- Piensen en su empresa y su negocio. Compartan en este hilo, su reflexión
- Enumeren a día de hoy, que activos únicos conocen. Compártanlo.
La vida va de poner las probabilidades a favor de uno. No se desanimen, siempre hay puntos dulces, entendidos como zonas donde su resultado será mejor que la media. ¿Cuales son los suyos?