Estaba dándole vueltas a un tema de índole personal y me ha venido a la mente este hilo.
Recordando a El inversor inteligente, me parece signifivativo cuando señala que la inteligencia necesaria para invertir no es lo mismo que la inteligencia en otro tipo de cuestiones.
En algunos casos, precisamente el ser inteligente y haber tenido éxito en otros campos distintos de la inversión, se convierte en una pesada carga a la hora de tenerlo en el mundo de la inversión. Las premisas que tan habilmente se han aplicado en según que otras disciplinas igual no son las mismas que se pueden aplicar en inversión.
Lo que suele clasificar como tener o no cultura financiera, en algunos casos más bien, es cierta incapacidad fisiológica para manejar situaciones que se van a dar en la vida del inversor como las comentadas en este hilo.
Tener que esperar bastante más de 5 años para ver rentabilizada una inversión o aguantar niveles de pérdidas significativos, no son circunstancias que personas acostumbradas a otro tipo de variables, estén preparadas por naturaleza a sobrellevar bien.
De la misma manera saber manejar bien este tipo de situaciones como inversores igual nos lleva en otros terrenos a asumir decisiones de una forma que tal vez no sea la más adecuada en ese terreno. O tengan unas implicaciones que se salen de lo que otras personas consideren lógico.
Les he de decir que en mi caso, el gusto por la lógica de largo plazo, no tiene su origen en el mundo inversor, sinó bastante anterior. De una vertiente más teórica del análisis de otras problemáticas en otras disciplinas.
De hecho mi salto a inversor se produjo con cierta comodidad, dado que no dejaba de ser un intento de aplicación práctico de lo anterior. Con un grado significativo de ingenuidad sobre ciertas limitaciones de esa aplicación práctica.
Volviendo a lo del principio, esa comodidad con el largo plazo, en mi caso, se suele convertir en incomodidad manifiesta, con cuestiones que se dirimen a corto plazo.
Hay personas, con una especial habilidad, en su campo de trabajo, para manejar este tipo de situaciones con éxito. Sin embargo esto es posible que se convierta en una dificultad a la hora de invertir con perspectiva de largo plazo.
La propia visión del riesgo que implica la inversión suele ser delicada según cual sea el campo de origen del inversor. U otros inversores se dejan influenciar demasiado con visiones del riesgo que tienen como objetivo delimitar riesgos que por naturaleza son complicados de delimitar en inversión.
El intentar confinar el riesgo dentro de métodos estadísticos propios de disciplinas científicas (en el mejor de los casos, en el peor de los casos es un intento burdo de aplicar sin ninguna lógica científica dichos métodos), nos expone a tener luego que manejar las circunstancias donde ese “confinamiento” no va a funcionar.
Vamos que uno se basa en un modelo o en una estrategia que debería saber que no va a funcionar demasiado bien en según que circunstancias. Sin duda una guía cuando menos dudosa para según que otro tipo de decisiones no inversoras.