Muchas gracias , @Pacheco49 , además, viniendo de usted que ha sido toda su vida un luchador, que ha pasado probablemente por situaciones que hubieran arrugado a más de uno, y decidió enfrentarlas con coraje y arrojo (probablemente porque no le quedó otra), es un honor leer sus palabras.
En efecto, los que hemos tenido la suerte de nacer en esta época, reproducimos a veces, un patrón tipo “cuando el demonio se aburre, mata moscas con el rabo”.
Hace unos días, leyendo algunos poemas de Wiliam Blake, me topé con una nota de “El matrimonio del cielo y el infierno”, que decía "La abeja laboriosa no tiene tiempo para la tristeza". Y me da a mi, que gran parte de la generación que nos precedió, estuvo tan ocupada con cosas realmente vitales como poder comer, que no tuvieron tiempo para preocuparse de otras cosas.
Vivimos en una sociedad en que es difícil pasar hambre, sed o no tener nada que darles de comer a tus hijos. Sin embargo, poco a poco, de una manera imperceptible al principio, y más sonora después, nos vamos marcando metas… y más metas… y más metas. Tener objetivos es bueno, pues es la forma de poder avanzar, crecer y mejorar, sin embargo, la frustración que trae aparejada el no conseguirlos puede abrir heridas que difícilmente cerraremos.
Creo que hay una asignatura que no se enseña lo suficiente en las escuelas, y es aprender a perder.
Nuestra sociedad está diseñada para enseñarnos a ganar, a ser los primeros, a ser los mejores, pero no te enseñan, que para ser los primeros, vas a perder en múltiples ocasiones, y que esto forma parte del trato, te guste más o te guste menos.
Como perder se ve entonces como una debilidad y un fracaso, tratamos de evitarlo a toda costa, y dejamos de tomar riesgos. Al dejar de tomar riesgos (o pensar que estamos dejando de tomarlos), no nos caemos lo suficiente, y de repente un día, decides deprisa y corriendo que si vas a arriesgarte y que puedes con todo, y que eres el Master del universo y puedes mandarlo todo a pastar…y te das una leche de campeonato. Simplemente, porque no has acumulado suficientes microderrotas.
En la vida, ante cualquier problema puedes, confrontarlo, evitarlo o huir. Lo ideal es evitar los problemas, pero esos pequeños cabroncetes, tienen la mala costumbre de pegarse bien pegados, y en mi experiencia, la única forma de quitártelos de encima es enfrentarte a ellos.
Mientras les escribo todo esto, reflexiono y digo…Jose, pero si tu mismo sabes que tendrías que estar ya confrontando X y no lo estás haciendo…¿qué les vas a decir a los demás, si tu mismo no lo estás haciendo? … y así se resume lo que nos suele pasar a todos en algún momento de nuestras vidas, y lo que va sembrando esas semillas del descontento.
Al final, el resumen es que para tener independencia de cualquier tipo, lo primero es ser valiente y confrontar las cosas. Y luego, pues día a día, sintiendo un enorme agradecimiento por la suerte que tenemos, y cimentando lo mejor que sepamos. Y perder, no se olviden. Sean grandes perdedores, con todas las letras. Sin miedo alguno.