Nos solemos equivocar cuando pensamos que entendemos bien las causas de las crisis pasadas y si encima pensamos que al final los hechos se terminaron desarrollando por la única vía posible, el error es doble.
Se tiende a decir que las ciencias sociales predicen muy bien lo que ya ha pasado pero bastante peor lo que va a pasar en el futuro. Creo que es un error de partida. Las explicaciones de lo que ya ha pasado suelen ser bastante sesgadas y a veces contienen errores significativos cayendo en una visión a posteriori de algunos conceptos que era bastante más complicada que los actores del mercado tuvieran en esos momentos.
A veces nos olvidamos también de la posible incidencia de factores externos a las propias variables económicas que pueden tener gran influencia en la forma como se da una crisis o como evoluciona. El entorno geopolítico o algunas decisiones de tipo personal pueden tomar gran importancia y en cambio son complicadas de predecir en la mayoría de modelos.
El hecho por ejemplo que determinadas situaciones den la sensación que han pasado pocas veces, da lugar que sea fácil creer que uno puede buscar patrones comunes en ellas obviando el papel de las posibles diferencias y obviando otras situaciones donde ante patrones parecidos no terminó produciéndose un resultado del mismo tipo.
Incluso me atrevo a decir que en este tipo de cuestiones, las razones de tipo ideológico, terminan pesando más de la cuenta, siendo complicado no ya ser completamente objetivo, sinó ni siquiera serlo en la propia metodología. Se suele buscar demasiado que cuadre la realidad con nuestra visión del mundo que incidir en aquellos detalles que igual nos pueden mostrar que lo que no termina de encajar con la realidad es nuestra visión demasiado simple de la realidad.
Cuando uno analiza “riesgos” presentes y los compara con como han afectado en el pasado, se da cuenta como riesgos que parecen casi ridículos considerar, ha habido episodios donde han terminado pasando una factura tremenda.
Los mercados tienen la particularidad que supuestos riesgos que uno tiende a minimizar bajo una lógica de lo más razonable, pueden terminar pasando una factura enorme. Y saber cual de esos riesgos de baja probabilidad va a pasar factura en la próxima crisis es tarea imposible o casi.
Por poner un ejemplo fácil en un tema donde la mayoría solemos estar de acuerdo que es más que posible causa de problemas futuros: la difícil sostenibilidad de las pensiones. Creo que la mayoría tendemos a infravalorar los riesgos de contagio de este problema a nuestra forma de afrontar una posible solución a él, de modo que nos afecte menos en lo personal. La fiscalidad, las garantías jurídicas de los distintos productos o incluso nuestra seguridad personal, pueden sufrir de lo lindo según cual sea la forma concreta como se termine produciendo dicho problema.
Creo que es un denominador común de la mayoría de las crisis que terminan derivando en escenarios tremendamente complicados, no tanto de las que terminan en tormentas de verano. Hay demasiados actores que tienden a creer “demasiado” que sus soluciones particulares a problemas generales, les hacen inmunes a los mismos. Y eso se suele traducir en un exceso de confianza en la capacidad de anticipar crisis.