Historia de dos ciudades

Creo que no se puede comparar el estudio de disciplinas científicas con el estudio, por muy profundo que sea, de una empresa. No seré yo quien diga que no es una ciencia, pero, en todo caso, la consideraría una ciencia social, con las consecuencias que ello tiene en orden a la precisión y valor de las conclusiones que deriven del estudio.

En primer lugar, como ya dije días atrás, me cuesta creer que en la cuenta de pérdidas y ganancias, el balance y la memoria de una empresa encuentre el núcleo de la información relevante de esa empresa. Los mismos números de hoy en una empresa y en otra pueden, a lo largo de los años, desembocar en situaciones completamente opuestas porque seguramente no puedo ver lo que es realmente es relevante en su desempeño. En tiempos en que muchas empresas tienen un capital inmovilizado muy bajo es mucho más importante conocer muchos intangibles difíciles de valorar y cuya evolución asimismo es muy difícil valorar. Eso por no hablar de la dificultad de valorar el componente humano, también de importancia superior.

Por si fuera poco, esa es la foto de hoy. Pero todos conocemos empresas teóricamente muy sanas, sin deuda, etc que en un periodo no muy largo de tiempo entran en situaciones financieramente muy complicadas. Esto es como los seres humanos ¿A quién no le ha pasado el típico caso de persona no muy mayor, que hace deporte, se cuida, tiene buen aspecto físico y un día te enteras de que ha fallecido? La vida es así y en la vida de las empresas hay que pensar que jugar a adivino es peligroso por mucho que se conozca del presente.

Lo mismo digo en cuanto a la llamada “calidad”. Todo tiene mucha calidad hasta que actúa la destrucción creativa. Así que no puedo evitar sonreír cuando leo que tal o cual empresa seguirán dentro de 50 ofreciendo sus productos con total seguridad. Puede que sí, pero puede que no, porque el desarrollo tecnológico avanza de forma exponencial y sinceramente yo no jugaría a adivino en ese aspecto, ni siquiera en periodos mucho más cortos de tiempo

Por último, suponiendo que todo lo que he dicho no tiene utilidad alguna y que es posible conocer hasta lo más profundo de una empresa y su futuro ¿Quién puede conocerlo, unas personas elegidas (magos del estudio) contadas con los dedos de una mano o más o menos cientos o miles de personas si ponen esfuerzo en ello?
Porque si en el mercado esa actividad la puede realizar mucha gente, resultará que dicho conocimiento, debido a la eficiencia del mercado, estará reflejada ya en el precio del activo y dicha información carecerá realmente de valor. Como bien decía Kostolany: “lo que todo el mundo sabe, no me interesa”

En resumen, que me parece muy positivo el estudio de las empresas en las que uno va a invertir, siempre que se tengan en cuenta las, para mí, enormes limitaciones del mismo.

11 Me gusta