«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos directos al cielo y nos perdíamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.».
Casi cualquier lector que haya reparado en el título, sabrá que el párrafo con el que empieza este texto, pertenece al libro “Historia de dos ciudades” de Charles Dickens. Una de las más gráficas metáforas, aplicables a cualquier momento de la historia.
He querido comenzar el texto con ello, pues realmente creo que no existe verdad alguna absoluta, en el apasionante y esperemos que instructivo debate, que produce la recepción de rentas.
Codiciadas por muchos, envidiadas y vilipendiadas a partes iguales. Constructivas y destructivas, según el grado de implicación y madurez de quien las recibe, las rentas constituyen el Shangri La del imaginario de los inversores que ansían alcanzar esa tierra de felicidad permanente, aislada del mundanal ruido.
¿Está listo para un nuevo viaje, sobre un polémico mundo? Si es así, empecemos…
Primer movimiento: Los teóricos.
Un amigo solía decir siempre, que las universidades tenían un ritmo, y el mundo de la empresa otro, y que esa brecha, si bien debía buscar cerrarse, era por definición prácticamente imposible que se consiguiese. Incentivos, supongo. Es fácil hablar de competitividad empresarial, pero es difícil experimentar el dolor de que un competidor te esté drenando cuota de mercado a velocidad vertiginosa.
Me imagino que pasará igual en una hipotética conversación entre un estudioso naval, y un curtido marino. Ambos conocen las situaciones, pero sólo uno la crudeza real de un mar bravo jugándote la vida.
No me malinterpreten, estudiar es muy importante, pero reducir cuestiones tan importantes como la obtención de rentas por dividendos si, o rentas por dividendos no, al impacto fiscal, me parece cuanto menos algo miope.
Algo bueno que está trayendo la mayor transparencia en los fondos, es precisamente ver las comisiones reales que uno paga con un fondo, y claro, cuando las ves, pues en algún caso el “deep ahorro” se da la vuelta y terminas pagándole un pastizal a un tío, que te está vendiendo la moto con lo que te vas a ahorrar invirtiendo con él y no haciéndolo tu mismo. Cosas veredes, amigo, Sancho. Nunca le preguntes a un peluquero si necesitas un corte de pelo.
Esto no es una crítica contra los gestores, pues me consta que la mayoría intentan hacer su trabajo del mejor y más honrado modo posible, pero si que a veces ves que ciertos individuos dogmáticos, tienen la insana costumbre de coger el rábano por las hojas.
Segundo movimiento: Un burro y un caballo se parecen, pero no son lo mismo.
Alguien en +D preguntaba hace poco que si era mejor una estrategia de indexación, o una estrategia DGI.
Sobre el DGI han corrido ríos de tinta…y de sangre, pues muchos inversores ven un dividendo creciente y el cuento de la lechera pasa a convertirse en una industria láctea con trailers entrando y saliendo con una cadencia de quince minutos.
Invertir a ciegas en una estrategia DGI puede llegar a ser un error de bulto. Negar que durante muchos años, y estudiando las compañías con cautela ha sido un éxito, también.
Tercer movimiento: Es la paz mental, amigo
Una de las mayores razones para no invertir uno mismo y hacerte tu holding cotizado, es precisamente no tener que dedicarle tiempo a estudiar compañías, y poder dedicarlo a lo que más te guste. Si esa es la razón, no veo argumento de mayor peso. En este caso, la prescripción facultativa es, “ni de coña te lo hagas tu mismo”.
Si por el contrario te gusta el mundillo, te gusta aprender,y elijes medianamente bien las compañías, el esfuerzo se produce al comprar, y luego a revisar las publicaciones de cuentas cada trimestre. Añadir disciplinadamente a tus compañías, te da mucha paz mental. No tienes que estar pensando a que precio objetivo vendo, si mantengo, si no mantengo, si pongo la orden limitada, si la pongo a mercado… si los covenants , la stiuación de deuda límite o un submarino que pasaba, hará implosionar la delicada salud de la compañía … y todas esas cosas absurdas que si te consumen paz mental.
En la vida para prosperar, hay que levantarse cada mañana buscando las situaciones en las que tienes las probabilidades a tu favor. Concentrar tus energías en esos pocos puntos y ejecutar como si no hubiese un mañana. El resto, al menos en mi experiencia vital…es tener algo de suerte, y rezar para que la vida te trate con dignidad.
Cuarto movimiento: La paz mental, también es tener cubiertos tus gastos.
El otro día alguien nos preguntó en el malogrado podcast, que qué opinábamos sobre la información que manejaban nuestras mujeres, y su hipotética acción necesaria, si una buena mañana no decidíamos despertarnos, se nos olvidaba respirar y nos llamaba San Pedro.
Un holding bien preparado, tiene una regla fundamental. Ante la duda, no lo toques. Y esa es la mejor indicación que podemos dar. Cobra los ingresos que te lleguen, y sigue trabajando. Si son más mejor, si son menos, te adaptas. No vendas Coca Cola porque has oído en los medios que si el azúcar esto o el azúcar lo otro. No te pongas a “fabricarte un dividendo”. Si tenéis valor, explicarle a vuestras parejas sin idea financiera , que se fabriquen un dividendo…
Quinto y último movimiento: Lo que es bueno para mi, probablemente no lo sea para ti.
Todo este rollo no tiene la intención de pontificar sobre si lo que yo pienso es lo mejor. Todos sabemos que probablemente no lo sea y desde luego y eso lo firmo, no es lo mejor para todos. Es lo mejor para mi, y ahora. Quizá en el futuro cambie de opinión. Lo que es bien cierto es cuando te vengan con el rollo de los dividendos la única y absoluta verdad, es un rotundo, depende.
Por el momento, a falta de dos meses para acabar el año (simulando lo que queda de noviembre y diciembre), mis ingresos por dividendos han aumentado más de un treinta por ciento, respecto a 2017, y en caso de que fueran mal dadas, tendría una fuente de ingresos, que aunque estuviera en coma en el hospital, seguiría ingresando puntualmente en mis bancos. Y eso, amigos , para mi, no tiene precio.
Al final, todo en la vida son dos ciudades…dos ciudades.