No puedo esta más de acuerdo con dicha afirmación. Llevo muchos años en esto y a mis 51 años debo decir que es el momento en que más dudas me suscita la eficacia del estudio pormenorizado de las compañías. Y todo a pesar de que, en este momento, mi cartera en un 55% se compone de 19 empresas que he analizado y, en general, se consideran de buena calidad. Sin embargo, creo que en los próximos meses o algo más voy a ir virando aún más hacia la indexación.
Estudiar las compañías me parece bien, faltaría más, pero siempre que no llegue a producir una falsa seguridad que lleve a decir con un tono de infabilidad aquello de “Riesgo es no saber lo que se hace” o “la volatilidad no es riesgo, sólo lo es la pérdida permanente del capital” como si el estudio de una compañía pudiera evitar ese riesgo.
Se supone que las compañías son estudiadas minuciosamente durante meses e incluso años y, sin embargo, de repente, uno tiene que leer, a veces, que la tesis de inversión se ha deteriorado y se reduce la posición. Y todo ello en un espacio breve de tiempo. Sinceramente no puedo evitar que me recuerde a lo de la fijación de los precios objetivos: primero cae la cotización y después sale el banco de inversión de turno a reducir el precio objetivo en el entorno del precio de cotización. Ningún sesudo analista se había dado cuenta del deterioro hasta que lo refleja el precio, evidenciando que el análisis tenía poco o ningún valor.