Casi todas las verdades…son mentira.
Vaya manera de empezar un escrito un sábado por la mañana, coincidirán conmigo muchos de ustedes.
Los finales de año, son momentos de reflexión sobre todo aquello que hemos hecho bien, y sobre las metidas de pata, que como es necesario para todos los que somos meros mortales, habremos cometido con mayor o menor dosis de buena fe.
Al haber nacido en el Mediterráneo, tierra de fenicios, uno tiene más o menos claro que está más mezclado que un perro callejero. Si además tuvo uno la suerte de haber leído a Mendel, y no haber hecho caso de los cantos de sirena de cualquier supremacista, sabe perfectamente, que la mezcla mejora las especies, de modo que lejos de ver esto como un drama, lo ve como una gran oportunidad de ir cogiendo lo mejor de cada interacción con otras culturas que pueblan mi probablemente heterogéneo ADN.
Algo parecido me ha ido pasando en el plano inversor. Una sucesión de “Verdaderas Creencias de la Religión de _____”, han ido penetrando y diseminando su poso, jalonando un lienzo que a veces hasta a mi me parece irreconocible.
Una de las lecciones que más me han interesado empresarialmente hablando, es el saber que a ganar se aprende perdiendo y a perder, se aprende ganando. Y a veces incluso, ni ganar ni perder te mantiene vivo.
La sobre-optimización es uno de los mayores cánceres a los que se enfrentan las compañías y los individuos. La tiranía de la perfección y el abuso de la cresta de la ola, lejos de dar resiliencia, debilita profundamente las estructuras que sostienen los sistemas.
Crecer, al contrario de lo que suele pensarse, es un proceso tremendamente doloroso. Diversificar, innovar, o crecer a varios dígitos son sinónimos de quemar plata como si no hubiese un mañana. Esto no suele quedar demasiado bien en ningún powerpoint, pero en mi experiencia son verdades como puños.
La visión idílica de las cosas no deja de ser una forma de autoengaño, que si bien puede tener algún sentido en momentos de travesía del desierto para elevar la moral, no constituye sino terrones de azúcar que te empujan momentáneamente, al tiempo que te crean una adicción de difícil utilidad.
Reconozco por tanto, que me he contaminado. Otras visiones distintas a la mía han derribado algunas creencias, y cimentado otras , probablemente igual de erróneas, pero sin lugar a dudas distintas.
Una empresa excelente, no tiene porque ser una inversión excelente.
Una basura de empresa, operando en un sector destrozado, puede revertir a la media, cuando el dinero ya no te haga falta y estés criando malvas. O quizá nunca.
Para invertir con éxito, no es necesario ser el primero en llegar a la fiesta, pero por tu bien, mejor será que no te vayas el último. Sin embargo, la mayoría de inversores, sigue y seguirá haciendo lo mismo y aportando más en las cosas que suben y reduciendo las que bajan.
El mayor prescriptor de la gestión pasiva, ha sido y es una pequeña parte de la gestión activa que ha tratado y trata a sus partícipes como una masa encefálica vacía, a la que drenar inmisericordemente.
Nuevos profetas de la gestión pasiva llegan y llegarán, para llenar sus sacas , abriendo los brazos a todos los descreídos, que otra vez más ,se entregarán a los nuevos traficantes de seguridad, en un bucle de vasos comunicantes, que pendulean de un lugar común al siguiente.
Es genial ver que tu punto de vista es distinto a esa mayoría tuitericida y/o youtubesca, pues lejos de perjudicar, son tu contrapartida y simplificando un poco, los que te dan precio para mejorar tu rentabilidad. No tiene sentido alguno “enfadarse”, por ver como los sospechosos habituales arrastran al abismo a nuevas generaciones de inversores, pues esto no deja de ser como aquello de los documentales de animales, donde salvar a la gacela de ser devorada por las hienas, no suele ser una buena idea. Lo normal es que encima te lleves una coz de la gacela, por lo que lo mejor es dejar que la naturaleza siga ordenando su particular tablero de ajedrez y que cada perro se lama su…
Los medios de comunicación financieros y las redes en general (y aquí pueden incluirnos), son/somos, meros altavoces de sentimientos generalmente errados, pero comunmente aceptados, y en bastantes casos (y aquí si pueden quitarnos de momento), pagados por incentivos perversos para su bolsillo y excelentes para el que ordena el pago a sus esbirros voceros.
Los inversores por lo general, no queremos aprender a pensar, queremos ganar dinero sin esfuerzo. Invertir en cosas que se sienten muy seguras, aunque sean activos más hinchados que un globo aerostático.
La verdadera ventaja de un inversor, es y será pensar de forma diferente, pero correcta. Una de las mejores formas de subir de nivel en esto, es juntarte con gente que tiene un mapeado cerebral distinto al tuyo, que te contamine y te rompa ciertos cimientos, para poder dar paso a otros más evolucionados. No teman contaminarse
Bueno, me dejo muchas más cosas, pero ya se hace tarde y hoy tengo un día entretenido.
Pasen buen Sábado