Aunque no sea fácil decidir que es un buen gestor y que no es un buen gestor, creo que hay quien se equivoca sensiblemente confundiendo que le guste mucho un determinado tipo de estrategia con que el gestor sepa implementarla.
Al final tendemos a polarizarnos en forma de estrategias de inversión cuando la capacidad de alguien de implementar la estrategia que sea, no debería ser una premisa de partida.
Llevo años viendo horrorizado como gente con algo de sentido común, ríen las enormes tonterías de según quien simplemente porque ven una afinidad en la estrategia de inversión que sigue esa persona.
Aunque nos distingue que tengamos preferencia por el value, por la calidad o por los dividendos, eso no nos debería llevar a confundir esa preferencia con que cualquiera con la misma preferencia tenga ya habilidad para invertir. Especialmente delicado es cuando esa persona, en base de las supuestas ventajas de esa forma de invertir, llega a puntos donde parece ser capaz de soslayar los inconvenientes intrínsecos a la inversión en renta variable.
En este punto uno debería mantener la cordura en lugar de caer en esas trampas al solitario donde uno termina creyendo que invirtiendo de cierta manera, se va a ahorrar riesgos que no se pueden evitar.
Alguien que invierte en value, en calidad, en dividendos o en alto crecimiento por las razones incorrectas, termina dando igual si mantiene el estilo o lo cambia. Al final está persiguiendo quimeras.
Tal vez si se va al otro extremo de donde estaba, se detecta más fácil que perseguía quimeras, pero los hay que se mantienen largo tiempo en las mismas quimeras y no por eso dejan de serlo.
Por ejemplo,los que cada dos años predicen una gran debacle bursátil, no cambian de estilo, y, por mera probabilidad de vez en cuando aciertan. Como por mera probabilidad, su tasa de acierto es baja y la rentabilidad a largo plazo mala, aunque algún año parezca que lo hacen muy bien.