Muchas gracias por su post, aquí otro que se ha leído los clásicos. Aún no me he animado con nuestros contemporáneos, pero no lo descarto cuando vuelva a darme la “vena estoica”. Me apunto sus dos recomendaciones.
El auge del estoicismo se debe en gran parte en que no se dedica a teorizar sobre cuestiones metafísicas, sino que es una filosofía eminentemente práctica, y que busca aportar soluciones a los problemas del día a día. Su crecimiento, a día de hoy, se debe a que ha encontrado su antítesis en las costumbres de la vida moderna.
Si tuviese que destacar una idea central sobre la que gira la aplicación práctica del estoicismo sería la de aprender a discernir las cosas que dependen de nosotros de las cosas que no dependen de nosotros. En este caso, el dinero, la riqueza, pertenece al mundo de las cosas que no dependen de nosotros, en cambio su representación, el juicio que nos hacemos de ellas, sí. Discernir entre el “yo”, la elección de vida, y el “no yo”, las cosas que nos rodean. Ahora bien, eso no significa sentir aversión por todas las cosas que no dependan de nosotros. Al contrario, la aversión, en este caso, se considera, desde un punto de vista estoico, como un mal moral igual al del deseo. Por las únicas cosas por lo que estaría justificado sentir deseo o aversión es por las cosas que dependen de nosotros y que son favorables o contrarias a nuestra elección de vida. Hay que tratar, por lo tanto, las cosas que no dependen de nosotros con cierto asepticismo. Epicteto decía que, para aprender a desligarnos de esas cosas, debíamos tratarlas como si fuésemos meros usufructuarios, y que, cuando el Destino (el propietario) nos las reclamase, debíamos aceptar devolverlas sin tristeza. También Séneca (probablemente el estoico más practico) dijo al respecto: “Lo que nos rodea no nos pertenece; solo somos sus depositarios. Contamos con su uso y disfrute por algún tiempo, un tiempo de duración limitada a gusto del poseedor. Así, debemos estar preparados para satisfacer una deuda cuyo vencimiento no conocemos”.
También implica que llevar un estilo de vida estoico no significa resignarse a dejar las cosas tal como están, y no supone un impedimento para actuar con el fin de modificar las cosas en el terreno de lo humano y lo material siguiendo el camino de la Virtud, siempre y cuando entendamos y aceptemos que el Destino, en sus innumerables formas y acepciones, puede actuar a veces como obstáculo.
Quizás esa sea la mejor forma de disfrutar de esas cosas que no dependen de nosotros, como decía Taleb, aplicando una “estrategia moral” asimétrica de quedarnos con lo positivo y desechar lo negativo. En el caso del dinero o la riqueza (cuando lo tenemos) podemos hacer un uso racional de sus beneficios siempre y cuando no se interponga en nuestra elección de vida, y al mismo tiempo entender que su ausencia no significa un obstáculo para la misma. Lo único importante es pues, sentirse libre con nuestro vínculo con las cosas.
Esa idea de discernimiento entre las cosas que dependen de nosotros y las cosas que no dependen de nosotros tiene una clara aplicación en el mundo de la inversión en los mercados. De nosotros no depende el mercado, ni los agentes que se mueven e influyen en él, pero si depende de nosotros entender su funcionamiento, sus riesgos y adoptar una estrategia con la que nos sintamos cómodos, entendiendo que una vez aceptamos jugar al juego estamos a merced del capricho del Destino.
Un saludo