Me gustaría que aquellos de ustedes que hayan recorrido algún camino, vale Italia, Jerusalén, Murcia, Japón o …, sea sagrado o profano compartan sus experiencias y pensamientos, a mí también me gusta leer de otras experiencias y pensamientos.
Creo que el germen de “este” camino prendió cuando estaba en una boda en Cangas de Morrazo, un sitio estupendo para hacer poco, ver atardeceres y disfrutar de la comida. Empecé a pensar en recorrer la costa de Portugal. Una de mis frases favoritas es: “Cuando quieras oír reír a Dios cuéntale tus planes”. Yo empecé a planear el recorrido por la costa: etapas, paradas, me ayudó Esther haciendo un estupendo excel con la previsión del tiempo. Debieron ser unas risas estupendas.
Algunos habrán leído El gran farol, repite una idea, muy frecuente en este foro: si te centras en hacer algo, p.e. jugar al poker, invertir, planificar el camino, teniendo un buen proceso, puedes obtener resultados buenos, malos o regulares; eso es diferente a tener un adecuado proceso.
Si sólo te centras en vivir el camino, tal vez llegues o no a Santiago, lo que haya ocurrido en las jornadas te hará sabio y cuando vuelvas, aunque sea a la habitual pobreza serás más sabio.
Con permiso de Kavafis: Ítaca, de Kavafis | Lengua y Literatura.
Después de hacer planes, medir distancias, entrenar en Madrid con las botas que iba a usar en el camino, comprar billete a Oporto, ir a determinada gran superficie que todos conocen a comprar calcetines y gorra sahariana (el sol da siempre desde el sur si vas casi paralelo a un meridiano, o sea cogote quemado si no te proteges); seleccionar pesando cada camiseta, pantalón, calzado de recambio para cuando llegara a los sitios donde dormiría,… Y sin reservar donde dormir, ni comprar billete de regreso, salí una mañana de casa. ¡Ah! importante “n” apps, de las cuales una la he usado un día, el primero, y la que he usado después con cierta frecuencia, me la recomendaron pasada la mitad del camino.
Primer pseudolestrigon: Aireuropa vuela muy temprano a Oporto, hora de embarque 6 AM. Me fío de la velocidad de los controles de los aeropuertos, poco. Pues bien, el coche con conductor reservado con anticipación se retrasó casi 10 minutos, unos pocos pálpitos y una eternidad al mismo tiempo. Recuerden, si no llevas dentro los monstruos, estos no aparecerán.
Llegada al control, dado que me iban a hacer quitar las botas, éstas iban en la mochila, los líquidos en bolsa transparente y un libro electrónico se quedó en el interior de la mochila al pasar. Un amable vigilante me hizo retornar, y previo desmontaje del equipaje, el libro iba entre saco y ropa, salvé la barrera del control, para ponerme a rehacer la mochila, que había vaciado en gran parte. El libro electrónico lo saqué y metí cada noche al llegar, eso sí sin encenderlo, no hubo lectura.
Vuelo tranquilo, niebla muy espesa en el aeropuerto, salida rápida previo alivio de vejiga. Consulté al oráculo (Google) desplazamiento a Oporto y distancia a Labruge, ¡Sorpresa!
El camino está muy bien marcado, el recorrido coincide a partir de relativamente poca distancia del aeropuerto, Oporto es una ciudad que he visitado unas cuantas veces y espero volver. Decidí andar desde el aeropuerto.
Según abandoné los techos del aeropuerto recibí una fina llovizna-humedad, con lo que me puse el impermeable, sin preocuparme demasiado de la mochila, que resiste bien esas pequeñas humedades.
La previsión del tiempo decía que sol y nubes, la realidad del clima fue lluvia fina y nubes bajas.
A poca distancia del aeropuerto hay un estadio de fútbol, al pasar a su lado me pregunté si el ruido de los aviones aterrizando apagaría el de la hinchada en los partidos.
A poco de salir del aeropuerto:
Paso a paso, se recorren kilómetros, se contemplan paisajes, casas modernas y otras no tanto.
Es sorprendente lo largas que son las pistas de los aeropuertos cuando vas caminando a lo largo de ellas. En un par de ocasiones oí un súbito rugido, y a pocos metros rompieron las nubes dos aviones al aterrizar. ¡Qué maravilla la tecnología que permite eso con nula visibilidad! Saberlo es una cosa, oír y ver “caer” un avión muy cerca es otra.
Un oasis en el camino, un bar abierto; al quitarme el impermeable, caían gotas de su interior, que estaba casi igual de mojado que el exterior; las camisetas “tecnológicas” me permitieron estar prácticamente seco.
¡Qué rico puede estar un café temprano con pan y mantequilla!
Cuando se está a refugio de lluvia y viento, un placer al que me volveré adicto a lo largo del camino.
Llegué muy temprano al albergue, los peregrinos de la noche anterior apenas se acababan de ir. La hospitalera me permitió dejar la mochila y me dijo que abría a las dos; al preguntarle donde tomar un café la Padaria S José fue un paraíso donde refugiarme, entre olores de after shave y perfumes matutinos.
Después anduve hasta el mar, un atlántico que estaba para pocos baños.
Junto a él indicaciones de los múltiples caminos de la vida.