No es deseable que se imponga el uso de Bitcoin mediante violencia. La base filosófica de Bitcoin, al menos como yo lo entiendo, es el anarquismo cypherpunk. Un anarquismo que no se confronta al Estado, sino que lo ignora en la medida de lo posible y utiliza medios paralelos al Estado para estructurar la sociedad. Prefiere la negociación a la imposición. Da importancia a la soberanía individual, asociación libre y a la legítima defensa.
Las leyes que hacen funcionar Bitcoin no son competencia del Estado, ya que escapan completamente de su ámbito de actuación: leyes matemáticas, físicas, económicas y computacionales.
No dejaría de ser paradójico que un activo que supuestamente tiene como función “puentear” el Estado, necesitase finalmente de aquel al que intenta puentear para desarrollarse completamente. Paradójico si pensamos en la política como una unidad de atribución. Pero lógico si entendemos que la política está dominada por relaciones dialécticas. En concreto dialécticas entre Estados. Y, por lo tanto, si una sociedad política, un Estado, decide “abrazar el patrón Bitcoin” no sería por razones magnánimas o éticas, sino por razones políticas, en lucha contra otros Estados.
Aunque pueda pasar, y de hecho ya ha pasado, no es necesario que un Estado, o el Estado dé permiso para utilizar Bitcoin para que este sea utilizado. También vemos que en estados donde este tiene serias trabas, sigue siendo utilizado.
Lo que habría que plantearse, y aquí supongo que es donde entra lo de la eutaxia, es a qué sociedad le va a ir mejor: ¿aquélla que permite a sus individuos utilizar Bitcoin, o aquélla en la que se lo intentan prohibir?
Aunque la idea de Bitcoin es más fácil de entender por quién se ve obligado a usar monedas y sistemas de pago de m****a, tiene que haber más grandes tenedores de BTC en países ricos, con buenos sistemas bancarios y monedas menos malas, por el simple hecho de que tienen mayor capital (no solo material, sino de conocimiento) para introducir los avances tecnológicos.