Es incuestionable en España, Grecia o Portugal. En Alemania y Francia eso se cuestiona bastante más. ¿Cuántos funcionarios europeos hay en Alemania y Francia dictando las medidas socioeconómicas que tienen que tomar los Gobiernos de Steinmeier y Macron?
La pregunta que hay que hacerse es ¿Quién dicta esas reglas? ¿La Unión Europea? Si lo reflexiona bien se dará cuenta de que eso es imposible. Simple y llanamente porque la Unión Europea es una “ficción jurídica”, una entelequia que existe en tanto que “superestructura” compuesta por una serie de Estados miembros. La infraestructura realmente existente, de la que emana la soberanía, son los Estados miembros. El político que toma su cargo en el Parlamento Europeo lo hace como alemán, francés u español, no como europeo. Lo que le permite entrar en el parlamento es su condición de ciudadano y de miembro de un partido político de un estado europeo, y como tal es a quién se debe: al votante del SPD alemán, el LRM francés o del PSOE español (que a su vez tienen relación entre sí, como lo evidencia por ejemplo la influencia y participación del SPD alemán en la formación del PSOE moderno postfranquismo, en pleno contexto de guerra fría, para frenar el desarrollo del PCE. Por eso el PSOE es el partido europeista español por antonomasia). ¿A cuántos políticos europeos ha votado usted? Cuando se dice “la UE, la ONU, la OTAN deciden” estamos incurriendo en una sustancialización de algo que no es sustancia. La UE, la ONU o la OTAN no deciden nada. Deciden sus Estados miembros como históricamente se ha decidido en la política exterior entre Estados: mediante tratos, negociaciones, chantajes, guerras (militares, comerciales o de cualquier otro tipo). En definitiva, mediante las relaciones de poder. Si la soberanía está sustentada en lo que Max Weber llamó el monopolio legítimo de la violencia en manos del Estado a través de la fuerza militar ¿Dónde está el ejército europeo? ¿Y, en el caso de que se forme uno (algo que está volviendo a sonar en la coyuntura actual), compartirá Francia su armamento nuclear, fuente de su superioridad militar? Permítame que lo dude.
Cuando se habla de la UE hay que hacerlo desde las coordenadas de la filosofía de la política y de la realpolitik, y dejarse de idealismos simplistas e ingenuos. Históricamente el continente europeo ha sido la región con mayor número de guerras entre sus Estados miembros (lo que el filósofo español Gustavo Bueno llamó una biocenosis). Hace apenas 80 años se vivió la peor de ellas y actualmente estamos inmersos en el enésimo conflicto entre Estados europeos (porque Rusia es geográfica e históricamente parte del continente europeo). No existe razón aparente para un cambio de la noche a la mañana. Simplemente se ha encontrado un mecanismo de subordinación mucho menos costoso: la relación de vasallaje. ¿Conoce la diferencia entre el vasallaje y la servidumbre? El vasallo era en principio un hombre libre que decidía voluntariamente subordinarse a un señor feudal a cambio de tierra y cargos, con la obligación de proporcionar apoyo militar y político y el pago de tributos. Y, a mi juicio, esta es la analogía que define a esta Unión Europea. Una serie de Estados que deciden subordinarse a otros Estados, ceder parte de su soberanía a cambio de las “migajas” de convertirse en segmentos anónimos del mercado global.
Esto enlaza con su siguiente punto:
Es indudable que para países industriales como lo es Alemania interesa tener a su alrededor países con un cierto poder adquisitivo a los que poder vender sus automóviles, electrodomésticos y productos químicos y farmacológicos. En el 2021 Alemania exportó a España por un valor de 41.2 MM. Curiosamente, España exportó a Alemania automóviles y vehículos por valor de 7MM… de vehículos alemanes y franceses. Encabezan la lista PSA, SEAT (propiedad de Volkswagen), Renault y la propia Volkswagen.
Alemania (pongo el ejemplo de Alemania para poder facilitar el argumento) no puede permitirse una pauperización extrema del ciudadano español por la sencilla razón de que perdería no solo una parte de su mercado importador de productos alemanes, si no también de sus inversiones en territorio español. Es por esa razón por la que Alemania, a través de la UE, está “obligada” a sostener económicamente al Estado español, por el bien de la propia Alemania. Pero lo que no puede hacer, también por su propio bien, es permitir que España pueda llegar a ser una potencia industrial que le permita competir con la industria alemana. Antiguamente una de las funciones de la guerra era destruir (literalmente) el sector industrial de los países. En esta Europa con libre circulación de capitales, una manera más eficaz y menos costosa es simplemente comprar las compañías extranjeras, como se hizo en España con el desmantelamiento del INI en los años 80 (requisito para poder entrar en la CEE), se ha hecho con SEAT o, por ejemplo, con Gamesa, que, citada por un forero como ejemplo de la posibilidad de emprender en España, se le olvidó comentar que fue adquirida por el gigante industrial alemán Siemens en el año 2017 y ahora se llama Siemens Gamesa. Vaya usted desde España a intentar insertarse en un sector clave de la economía alemana, estadounidense o china. Le sacan de ahí a patadas.
En la relación de vasallaje, el interés del señor feudal para su propia recurrencia era permitir al vasallo una cierta prosperidad que le permitiese pagar sus tributos, pero no la suficiente como para que pudiera convertirse en un elemento de disputa de su poder. La satisfacción del vasallo era contentarse con no ser un siervo de la gleba.
¿Qué entiende usted por “desvaríos populistas monetarios”? Porque en Europa acabamos de vivir unas políticas monetarias ultraexpansivas que han llevado a tasas de interés negativas ¿Hay algo más irracional que que te paguen por prestarte dinero? A eso no le llamaría “poner límites”.