Exactamente, creo que al mirar el balance se tiende a cometer el error de verlo como una foto fija. Y es en la visión dinámica cuando se visualiza el beneficio/perjuicio que puede aportar la deuda. Al fin y al cabo, un incremento importante de deuda no deja de ser algo accesorio a un fin, y este fin suele ser una decisión de inversión relevante para la vida de la empresa.
Valorar el impacto que puede tener la deuda no es fácil, tal vez podemos, simplificando mucho (tal vez demasiado), tomar el ejemplo habitual de que las empresas son animales en movimiento. Así, clasifiquemos las empresas en dos tipos: 1) aquellas con un negocio tan bueno que sus ingresos crecen sostenidamente más que sus costes, y 2) aquellas cuyo negocio no es suficientemente bueno y su beneficio se reduce sostenidamente en el tiempo (obviamos las estables, el tiempo deshará el equilibrio enviándolas a 1) ó 2). Animales que crecen y se hacen más fuertes vs. animales que “se hacen pequeños”.
Pues bien, simplificando de nuevo, imaginemos empresas sin deuda que deciden invertir endeudándose de forma significativa: las del grupo 1) la intuición nos dice que querrán aprovechar el círculo virtuoso del que disfrutan, para convertirse en animales aún mayores. Nuestra reacción será presuponer como probable el éxito, ya que la inercia es una fuerza muy importante, e infravalorar el riesgo menor pero también obvio, que el camino elegido acabe suponiendo un problema de salud importante.
En el caso 2) la situación suele ser opuesta, el endeudamiento suele tener como fin rejuvenecer, lo cual acostumbra a ser todo un reto, difícil crecer cuando te estás haciendo pequeño. La intuición nos hace poner por delante el riesgo, ya que es fácil fracasar cuando se quiere cambiar el rumbo, pero a menudo también nos sale el lado optimista, ya que la recompensa suele ser formidable, rejuvenecer y volver a crecer (casi ná!).
Por qué esta simplificación? Porque a menudo se presentan como sofisticadas y complejas algunas decisiones empresariales con deuda/ampliación de k/etc, que en el fondo pueden encajar en estos esquemas simples. Intuitivamente lo vemos claro en negocios pequeños (lógica ampliación del negocio cuando éste va como un tiro, desesperada ampliación de pólizas o créditos “a ver si la cosa remonta” cuando se cierran meses en rojo). Pero en empresas grandes a veces la complejidad y los grandes números no nos dejan ver que es lo mismo (qué son si no algunas de las empresas DGI convertidas en vedettes de este foro sino integrantes del grupo 1, a menudo incluso sin deuda? y algunas trampas de valor de negocios desastrosos con “reestructuraciones” de la mano de “CEOs estrella” buscando “revertir los márgenes a la media del sector”?)
Disculpen de nuevo el rollo,sobre todo porque esta simplificación implica que muchísimos casos se quedan fuera. Pero me conformo si consigo que llegue la idea que demasiado a menudo se pasa por alto, o simplemente se asignan pocas probabilidades, a que la deuda tenga un efecto no deseado, y ese coste financiero extra acabe siendo la losa definitiva que entierra a la compañía. Sobre todo cuando el discurso de CEOs y gestores de fondos invertidos SIEMPRE será que la deuda es manejable y traerá más crecimiento/nuevo crecimiento.
Por cierto! me encantan las compounders y las empresas DGI, también en mi cartera, pero no olviden que toda empresa del grupo 1) acabará en el grupo 2), la pregunta no es si pasará, sino cuándo.