Hay libros que nos enseñan los principios que sustentan determinadas ideas. Contribuyen a formar imágenes conceptuales que construyen marcos que después debemos lograr aplicar para los objetivos que deseemos; no necesariamente han de tener efectos prácticos, puede que lo único que pretendamos sea regodearnos en en nuestra bañera de burbujas mientras disfrutamos de un suculento helado de turrón, ignorantes de que el conocimiento que hemos adquirido lo es tal, pues no seríamos capaz de articularlo en un debate con un oponente que se precie. Feynman nos tendría por verdaderos ignorantes.
Otros libros, sin embargo, son mucho más prácticos. Sin bucear demasiado en filosofías y principios fundamentales, nos ofrecen un conjunto de herramientas prácticas, taxonomías y reglas más o menos específicas para implementar procesos, herramientas o recetas de cocina. The Art o Quality Investing es uno de estos libros.
Uno siempre se ha preguntado si el factor calidad es algo esencialmente cualitativo o hay algo de cuantitativo detrás. Al final, romo y torpe que es uno, no está hecha la poesía para la boca del asno, siempre se ha preferido fijar en indicadores numéricos, que arruinan toda la riqueza del detalle, con la vana esperanza de que la correlación y la persistencia estén de su lado. El tema cualitativo es para los artistas, para aquellos que saben usar el hemisferio derecho, esos peligrosos surdos funcionales a los que uno envidia por su capacidad de leer entre líneas, adivinar escenarios y construir futuros.
El libro que vengo a reseñar intenta abordar ambas facetas en tan solo 200 páginas. Para mi, ha sido mucho más útil la parte cualitativa. No les quiero hurtar el placer de recorrer la clasificación que hace y las guías que ofrece. Creo que es muy fácil, a partir del libro y con paciencia y dedicación construirse un checklist que le permita a uno hacer análisis fundamental de verdad y entender temas verdaderamente importantes y “de sentido común”. La segunda parte del libro, a mi entender más floja, habla de facetas cuantitativas, no entro a opinar de la bondad de las mismas, pero me valen como cualesquiera otras, no creo que tengan muchas dificultades alguno de Vds. bien en este foro, bien mediante su google o perplexity favorito en encontrar múltiples recetas. Los autores no demasiado sutilmente recomiendan y bonifican una web para filtrar empresas según estos criterios; no la conozco y no puedo opinar, pero entiendo que algún interés más allá de la comisión por referidos se esconde. Sin embargo, esto no quiere decir que sea un mal servicio.
No voy a entrar en los criterios cuantitativos. Para esto casi sin pretenderlo me valió mucho más What I Learned About Investing from Darwin, libro que disfruté encarecidamente y que pretende ser más del primer tipo que describía en esta ya demasiado larga reseña.
Los autores se fijan en:
- Facilidad de entender el negocio
- Diversificación geográfica y de clientes
- Potencial de crecimiento
- Presencia de una ventaja competitiva sostenible
- Capacidad de fijación de precios
- Liderazgo en el mercado
- Dirección competente
- Resistencia a las recesiones
- Resiliencia ante las disrupciones
Creo que es muy interesante ahondar en estos principios y por supuesto no aprende uno a hacer las cosas leyendo, sino intentando poner en práctica las enseñanzas (y qué mejor sitio para hacerlo que este foro, en el que nadie se va a reir de nosotros, ¿verdad @Helm?)
Los capítulos sobre Valoración y Configuración de una cartera son mucho más anodinos y creo que acudiría a otras fuentes. Particularmente cada vez me interesa más la mauboussiana y mungeriana inversión pero no financiera sino direccional e intentar crear modelos en los que el precio es un input y los parámetros son un output, parámetros como crecimiento e ingresos previstos que convertidos en output por inducción nos pueden permitir hacer una comparación sobre la razonabilidad del precio y de las hipótesis que plantean estos parámetros.
En fin, no les aburro más, espero con atención sus primeros ejercicios que discutiremos y despedazaremos apropiadamente porque aquí somos MUY HUMILDES TODOS, ¿verdad?
Recomiendo el libro para aquellos pequeños saltamontes como el que suscribe que aprendan por imitación “dar cera, pulir cera” (disculpas a los más jóvenes) antes de formarse sus propias entelequias.