Si me dan a elegir prefiero tener suerte que talento

A mi juicio, cuando queremos hablar de abstracciones, de “palabras baúl”, es preferible adoptar un criterio nominalista en lugar de esencialista, entendiendo como esencialismo la búsqueda de la esencia del término, que nos acaba llevando a una regresión infinita de definiciones de las premisas posteriores - ¿Qué es aquello? - Es esto - ¿Y qué es esto? - Es esto otro. - ¿Y qué es esto otro? - Así ad infinitum.

Por contra, el nominalismo no pretende conocer la esencia de un término sino sintetizar la exposición de unos hechos, alejándonos de un verbalismo que otorga más importancia a las palabras que a los conceptos. Las palabras dejan de ser por sí mismas poseedoras de algún tipo de conocimiento intuitivo, una esencia inmutable, y pasan a ser un simple rótulo que describen unos hechos. No se pregunta - ¿Qué es esto? sino ¿Qué nombre se le da a …?

El método científico es la doctrina nominalista por antonomasia. No se pregunta - ¿Qué es aquello? – sino - ¿Qué nombre se le da a esta observación? - Newton no se preguntó ¿Qué es la gravedad? Sino ¿Qué nombre le doy al fenómeno que he observado por el cual dos objetos con masa son atraídos entre sí? El término “gravedad” es puramente arbitrario, no posee per se ningún significado ontológico, y solo hace que describir unos hechos particulares.

A la pregunta - ¿Qué es la suerte? - la respuesta admite múltiples significados universales, en tanto a que nos referimos a una locución de naturaleza abstracta que nos dificulta poder tener un criterio metodológico - sistemático y racional - que nos permita sostener nuestra argumentación. Por contra, a la pregunta - ¿Qué nombre le damos al impacto (adverso o favorable) que tiene sobre un sujeto un suceso que está fuera de su control? - es mucho más sencillo encontrar un consenso léxico sobre el término que definen estos hechos. De tal forma que la palabra consensuada dejaría de tener un carácter universal y metafísico en pos de uno particular, permitiendo al lenguaje desarrollar todo su potencial tecnológico, que es, al fin y al cabo, lo que es la lengua, una tecnología que permite que los seres humanos se entiendan entre sí.

Por lo tanto, a la pregunta - ¿Qué nombre le damos al impacto (adverso o favorable) que tiene sobre un sujeto un suceso que está fuera de su control? - el mejor rótulo que yo le encuentro a dicha definición es el de la palabra “suerte”. Y si tenemos o no algún tipo de control o influencia sobre ella, la propia definición de los hechos ya da por contestada la pregunta.

Un saludo.

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Tiene vd. razón. De hecho creo que la suerte no existe. Lo adecuado sería hablar de Karma o destino. Sin embargo, a efectos prácticos, la mayoría de la gente lo interpreta como suerte.
La clave es si se cree que interviene el azar fortuito e incontrolable. Yo creo que no, que todo tiene una causa, por lo que no cabe hablar de suerte, aunque puedo estar equivocado.

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Gran post, aunque disiento como buen tomista :grin:. Si los nombres sólo se aplican a casos particulares y no hay sustrato universal, ¿cómo podemos decir que el término “suerte” que se aplica es el mismo para Fulanito que para Menganito? ¿O para Fulanito a las 10:30 igual que a las 11:31? ¿quién o qué decide que es una situación común y entonces el nombre sirve para lo mismo? (perdón por el desvarío)

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Gran post para empezar @Ayuso. Me ha gustado mucho la síntesis, se nota que se ha trabajado el pensamiento que quería exponer.

Puedo reconocer (paradójicamente leo demasiados libros de psicología) el sesgo de atribución. Y es tal cual, sobre todo cuando va de uno mismo la cosa.

Hay un factor que introduce mucha confusión, el término “suerte”. Demasiada gente, en una cierta “anumeralia”, no alcanza a ver el mundo como un espacio probabilístico. Y eso es todo lo que hay. La suerte, tal y como se entiende popularmente, es un concepto inexistente. Lo que existe es el azar, y mucha parte de ilusión de control, que no digo que sea 100% ilusión y que no sea positivo el tenerla. Como dijo alguien, las cartas que te tocan no están bajo tu control; el jugarlas sí.

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adelanto unos de los temas sobre los cuales estaba trabajando, que viene a colación de lo que está comentando.

Entiendo que se puede distinguir entre azar y suerte, donde ambos están relacionados con el ámbito de la casualidad pero el azar tiene una connotación más universal y objetiva; está ligada al mundo de las probabilidades y, aunque no se puede predecir, es explicable y tiene aplicaciones en el ambito científico.

Por otro lado la ídea de suerte está más ligada al ambito subjetivo/personal

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Audaces fortuna iuvat.

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¿Los 10.000 del Soplao?¿La Quebranta? ¿Montaña o Carretera? :wink:

Un ejemplo muy brillante. Permítame que siga con su símil para diferenciar suerte de probabilidad.

  • La primera vez que se me partió la cadena de la bici pensé que fue mala suerte, me tocó volver a casa andando 10km. Me compré un tronchacadenas. ¿Las siguientes roturas de cadena ya no tuve mala suerte?.
  • Cuando en una de estas pruebas de 10 horas duración se le partió la patilla del cambio a mi compañero ¿fue mala suerte o que no llevaba una patilla de repuesto como yo?.
  • Cuando pincho en una ruta 4 veces, pero llevo un sistema tubeless que me permite que se autorrepare ¿es suerte o tengo demasiado talento por llevar sistema antipinchazos, 2 cámaras y un kit de parches?
  • Cuando en una ultramaraton no tengo problemas gástricos ¿suerte o que he reducido la probabilidad no variando mi alimentación la semana previa?
  • ¿Porque la gente con la salgo a montar tienen tantas averías? ¿no revisan la bici el día anterior? ¿tienen suerte de venir conmigo por tener conocimientos para hacer la reparación en medido del monte?

Llevo decenas de años y miles de km en bici sin incidentes que me impidiesen llegar a destino por mis medios. Me incomoda ponerme rodilleras y casco integral en los descensos o cargar con un botiquín. ¿suerte o poner las probabilidades a mi favor al comprar boletos para el éxito?.

Como bien dice, está en nuestra mano mejorar lo que depende de uno, pero la diosa fortuna puede tener muy mala uva.

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Este tema es uno de tantos que se me escapa.

Alguna vez me he preguntado… ¿cuanta aleatoriedad habría en la vida?, ¿tendría sentido la vida si no hubiese cierto grado de aleatoriedad?,
-creo que será imposible relacionar tantísimas variables que ocurren por segundo a cada uno de nosotros
¿por qué debería haber un destino?

No veo sentido a que haya un destino, por que de ser así, ¿que sentido tendría?, ¿Hay un objetivo en el futuro? ¿Donde está el límite de nuestro futuro como seres humanos?
Es un buen tema para al que le guste pensar un buen rato jeje :stuck_out_tongue:.
estoy muy de acuerdo en lo que mencionas, de reflexionar sobre la cantidad de “suerte” que hemos tenido para cualquier resultado, ya sea éxito o fracaso, para saber que grado de culpa o satisfacción deberíamos tener, para poder seguir mejorando o por el contrario no desanimarnos, y no caer en el error de atribuirnos éxitos, frutos de la buena suerte mas que de la propia preparación, o atribuirnos fracasos por la mala suerte más que por culpa de nuestra preparación.

siento si no he sabido explicarme muy bien… supongo que las horas que son, lo mal que me explico aveces y alguna cerveza pueden tener algo de culpa :smile:. Saludos y buenas noches.

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El talento es importante porque define nuestro camino de vida, eso que la genética nos regala y que la vida enriquece, pues nos acompaña como parte de nuestro ser. Pero en mi experiencia también comento que en momentos determinantes de nuestras vidas, necesitamos la suerte para que ese camino de vida tenga el éxito merecido.

Un saludo y gracias por el post, enriquece el debate.

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Les dejo de nuevo una especie de cita de un texto sobre Maquiavelo que me encantó sobre la suerte y la forma de afrontarla. Una frase vale más que mil palabras

Creo que @Ayuso , @arturop y @Fabala dan en el clavo recordando lo peligroso que es convertir lo que debería ser un análisis probabilístico de posibilidades, con sus consiguientes limitaciones, en una cuestión personal sobre si uno ha tenido suerte o mala suerte e incluso relacionarlo, como se tiende a hacer demasiado, con una especie de deuda del mundo con nosotros mismos.

Si uno asume según que riesgos debería ser consciente de la forma como pueden alterar los resultados. Veo con frecuencia lo mal que se tiende a entender la dispersión de resultados que puede implicar la renta variable en particular y la inversión en general. Incluso el hecho que termine pasando lo que más o menos había pensado no es garantía de que el escenario no hubiera podido ser otro distinto.

Por otro lado ojo con los objetivos de las personas. En realidad por ejemplo si alguien busca enriquecerse con la renta variable con inversión directa (no estoy hablando de la gestión de dinero de terceros), es muy probable que deba alterar la distribución de probabilidad respecto a otros con unas metodologías más clásicas.

Si buscamos una rentabilidad razonable con la renta variable el riesgo de terminar con unos resultados muy malos pues es bastante inferior a si lo que uno busca es una rentabilidad estratosférica donde posiblemente esté incrementando de forma muy notable las probabilidades de terminar de alguna forma trasquilado.

Vamos aquellos que venden formas de llegar a según que objetivos con la renta variable igual le están mintiendo dado que eso es difícil que pueda pasar o, lo que es igual peor, están dispuesto a exponerle a unos riesgos donde no entiende su posible magnitud.

También, como seres humanos que somos y si uno hace un análisis de probabilidades, debería darse cuenta, que por mucho que le vendan una noción individualista de la sociedad, como medio para lograr objetivos individuales, nuestra capacidad de modo individual es la que es y, lo tenemos realmente muy complicado,o imposible, para superar de modo individual, problemas que puedan afectar de forma tremenda a nuestra sociedad como colectivo.

En este caso la ilusión de que a uno le va a afectar muy poco el problema colectivo se basa en que está extrapolando condiciones precisamente de cuando no se estaba dando dicho problema y sin embargo tiene bastante menos sentido extrapolarlas a las condiciones donde pasa dicho problema. En estos casos quien lo hace suele enfadarse con nosotros cuando le insistimos en que eso es difícilmente extrapolable, pero en realidad se esconde un miedo profundo a asumir precisamente que su análisis de probabilidades pretendía, ni que fuera de modo insconsciente, maquillar ciertos riesgos.

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https://www.youtube.com/watch?v=va1oiojnGrA

En el contexto de mi vida, mi camino y mi experiencia.

Amor al trabajo para valorar los resultados en los que estos llegan tras solucionar problemas, que si o si, parten desde la necesidad de afianzar los valores personales que dan sentido a la/mi vida, esa que sin lo material, es la misma vida. En el que “hacer algo”, tiene el mismo valor que “hacer nada”.

En este contexto la palabra suerte deja de tener el mínimo valor, al tratarse de una intención ajena, que a mi juicio, alguien interesó poner en contexto, para simplemente obligar al individuo a pensar para afianzar o no, un proceder.

Lo que si es una suerte, es encontrar a uno que diga lo que esencialmente piensa, piense lo que dice, lo comparta y el que lo escuche lo valore.

“Suerte”… Crecer sin copiar. No tener necesidad de competir. Tener un camino en el que aprender de los necesarios errores. Capacidad para percibir y darle más valor a lo que no se dice cuando el que lo dice, no dice. A prestar mucha más atención a lo que suma, sin desdeñar lo que resta… Esta suerte es la que hace más fácil encontrar un camino, sin importar el destino.

Desde este escenario, en el que las palabras suerte, libertad, competir, avaricia, miedo… “pierden peso”, uno empieza a encontrarse consigo mismo. No necesitas suerte, la libertad es interior, aceptas lo que la vida te ofrece sin pedir nada, perdiendo el miedo… y todo por la falta de “distracciones”, en nuestro corto existir, por afectar menos el tiempo.

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Para poder tener suerte deberemos estar preparados para ella, la suerte, sin duda, favorece a los que más trabajan.
Thomas Alva Edison.

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Muy buen artículo por el propio contenido y por el debate que genera, le felicito @Ayuso.

Es difícil aportar cuando el nivel es alto, pero he venido a tentar mi suerte así que en mi opinión no elegiría binariamente entre suerte y talento, salvo que estemos hablando de tener suerte constantemente, lo cuál, salvo que seamos amigo de, o familia de, se me antoja hartamente complicado. Suerte por nacer en la familia X o suerte por rodearte de los amigos o contactos Y, muchas veces relacionado: gracias a mi familia tengo estos contactos.

Podemos tener un golpe de pura y subjetiva suerte: nos toque la lotería, nos demos cuenta un microsegundo antes de cruzar la calle sin mirar, que tenemos el cordón desatado y nos paramos a atarnos el mismo, etc. En menor escala todos los días hay pequeños golpes de suerte, hay que estar con los ojos abiertos para reconocerlos, de hecho, ver un nuevo día, podría verse como tener suerte (salvo que sus condiciones de vida sean infrahumanas, pero discúlpenme, no hay que buscarle las vueltas de tuerca a todo).

Pero yo prefiero considerar que hay que tener talento, trabajarlo, disponer de disciplina y resilencia, y así y tal y como comentaba @Fabala podremos mejorar la mano que nos ha tocado, jugando buenas cartas. ¿Conseguiremos lo que nos marcamos? Puede que sí, puede que no. Quizás los objetivos eran demasiado altos, quizás tuvimos “mala suerte” por no lograrlos. Y si los logramos, ¿fue buena suerte? …

Como en todo: ni todo el que puede quiere, ni todo el que quiere puede. Quizás alguien no quiera y pueda, con suerte.

Y para terminar, como una anécdota que puede verse como buena suerte, relacionada con el artículo donde dos amigos, por poco tiempo consiguen condiciones muy diferentes laborales:

En mi caso, cuando terminé la beca en Telefónica I+D, por suerte, querían que continuase, no como propio en Telefónica, pero sí en el proyecto, así que pude negociar muy jugosamente mi primer salario en una empresa que me subcontrataría a Telefónica. Tan jugosa, que empecé cobrando bastante más que compañeros del mismo proyecto. Lo cual removió el avispero, como se pueden imaginar. Pero incluso esta buena suerte, podría verse como mala, porque otra compañera becaria, sí consiguió ser propia en Telefónica I+D, por su relación con la jefa de proyecto.

¿Mejor suerte tuvo que yo? Quizás, pero para nada cambiaría todo lo que ha acontecido desde entonces, que yo lo veo como fundamental para estar como estoy. Y si me permiten, los compañeros que vieron como cobraban mucho menos que yo nada más contratarme esta empresa, hoy por hoy son mis socios en otra aventura ;), y la que sí acabo como propia, acabo fuera de Telefónica I+D cuando Telefónica vendió esta línea de negocio … giros y giros y más giros.

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Vaya, que alegría encontrar un ultramaratoniano por aquí, la carrera a la que me refería es la Madrid-Segovia.

Muy buenos sus puntos, a mí no se me ocurriría llevar una patilla de repuesto, pero tiene toda la razón en que aplicándose sobre ellos reduce al mínimo el posible impacto de la suerte o el azar o como quiera llamarse.

Mi mas sincera enhorabuena por esos logros!

Un abrazo

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Qué maravilla de respuesta. Estoy muy gratamente sorprendido del debate que se ha generado!

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Ejem. Espero que esté bueno el jamón de Parma ese que va a degustar pronto.

Aunque estoy de acuerdo en lo de prepararse lo mejor posible (la analogía del naipe), y soy el primero que utiliza el giro “qué suerte / qué mala suerte” si uno lo mira en conjunto, en el global de todo lo que sucede, por la ley de los grandes números, la suerte no existe. Individualmente, se producen todo tipo de aberraciones: los que más ganan y los que más pierden tienen una sola acción

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Discúlpeme, ruego que me perdone, le dejaré algún bocado de dicho jamón en forma de compensación.

Estoy de acuerdo con usted, pero no quiero obligar a @Ayuso a cambiar el título de su post a “Si me dan a elegir prefiero tener el azar de cara en un alto porcentaje de ocasiones que talento”

Por otro lado, fíjese en la propia suerte de la palabra suerte, 18 entradas para la misma, latín de origen, mientras que azar tiene sólo 5, el árabe como origen. Estos, los segundos, han tenido a bien sacarnos de nuestra subjetiva interpretación de los hechos que acontecen día a día :stuck_out_tongue:, pero ya sabemos que los romanos se perdían entre tanta deidad y la diosa fortuna sacó buenos dados en la tirada al colarnos la palabra.

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Enhorabuena por el tema @Ayuso. Interesantes todas las aportaciones.
Se me ocurre recomendar la lectura del libro de Taleb Existe la suerte?. Además, esta bastante basado en las reflexiones del autor como gestor de inversiones, aspecto que lo hace muy oportuno en este foro, aunque me imagino que la gran mayoria de ustedes lo conoce.

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Estoy con Arturop, la suerte no es más que un asunto probabilístico y, en función de su grado, llegados a los extremos del cálculo, la buena o mala suerte, denominamos así lo sucedido por un mero motivo emotivo, de la situación, del hecho, del momento, se simplifica el cálculo. Un ejemplo visualiza lo anterior, intervienen como personajes Arturop y un servidor (verán que utilizo el tuteo, es conversación privada), sucediendo:

Arturop. - Te comunico, Calimero, que hemos recibido 47.350.000 de € cada uno, motivado por el retorno de la apuesta de una línea al Euromillón, lo que ha supuesto acertar en nuestro cuidadoso estudio de los números, ajustarnos a la probabilidad de acertar la primera categoría (5 números y 2 estrellas) que es de 0,000000013, aproximadamente 1 entre 76 millones. El importe es neto, ya descontado impuestos. Nos pagan mediante transferencia del Organismo, sin comisiones, les he indicado los números de cuenta. En dos días tiene el ingreso. Póngame a los pies de su señora.

Calimero. - ¡Larechele! ¡Menudo pastón, tío, pasta gansa! ¡Si lo sabía, es que lo sabía, que nos tocaría! ¿No les toca a otros? ¿Por qué no a nosotros? ¡Arturop, tío, sonríe un poco que es un pastizal! ¡Un pastizal! Joooo…………… No me lo creo, es que no me lo creo es que ….¡Arturop, que son más de 47 kilos de boniatos, tío! Me voy a comprar ……………. mira, salgo ya o exploto, me pido ya un Porsche 911 GT3, rojo, ¡Arturop, tío, sonríe, Porsche, tío, un Porsche!

Arturop. - El Porsche 911 GT3 tiene un motor gasolina de 3800 cc con 6 cilindros situados bóxer que alcanza una potencia máxima de 476CV a 8250 rpm y par máximo de 440Nm a 6250rpm. Se trata por tanto de una mecánica ……………………………………………………………

Gracias, Ayuso, por darnos pie.

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A veces pienso que es Vd más gracioso que yo

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