Esta es una historia de soldados, hombres que huyeron del enemigo y encontraron la gloria y el olvido.
En la guerra todos pierden . Abel Pérez Rojas.
Es conocido, y probablemente solo una leyenda urbana, el testimonio de aquel general británico, refiriéndose a la Guerra de las Malvinas: «Y aquí se verá: si los argentinos son en realidad descendientes de los españoles, la batalla será ardua y difícil para los nuestros; si, en cambio, lo son de italianos, la batalla se decidirá en cuestión de horas». Otro militar, en este caso un General de la Wehrmacht llamado Jürgens, sintetizó en una sola frase la esencia de nuestras dos leyendas, al contemplar el heroísmo de la División Azul: «Si en el frente os encontráis a un soldado mal afeitado, sucio, con las botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraos ante él: es un héroe, es un español».
La Nueve y la liberación de París por españoles
Tras la Guerra Civil Española muchos españoles se vieron obligados a exiliarse: Anarcosindicalistas de la CNT, trostkistas del POUM, anarquistas de la FAI, catalanistas con firmes ideas independentistas, socialistas de la UGT … Marcharon a Francia donde esperaban recibir una calurosa bienvenida. Nada más lejos de la realidad puesto que la desconfianza de los franceses llevó a muchos de ellos a campos de internamiento en espera de tomar una decisión sobre su porvenir.
Al final se les dieron varias opciones para salir de los campos. La primera era hacerse repatriar a España (con lo que Francia se ahorraba la carga económica). La segunda, intentar que les contratara un particular en el exterior. La tercera, emigrar a un país latinoamericano (algo sumamente complejo). La penúltima consistía en convertirse en prestatarios militares y enrolarse en una Compañía de Trabajadores Extranjeros.
Nace la Nueve
A pesar de la existencia de las opciones anteriores, la más utilizada por los españoles fue la quinta que consistía en firmar un alistamiento militar con el gobierno francés en la Legión Extranjera (por cinco años, acabara o no la Segunda Guerra Mundial) o hacerlo en el Regimiento de Marchas de Voluntarios Extranjeros (cuyo contrato finalizaría cuando acabase la guerra). Así pues. muchos pasaron a formar parte de las tropas francesas, al menos hasta que atacaron los nazis y todo se fue al garete con la aparición de la Francia de Vichy, la cual colaboró con Hitle* en contra de su país. En ese momento fueron muchos los españoles que renunciaron y se unieron a las unidades de la resistencia comandadas por Charles de Gaulle, las denominadas Fuerzas francesas libres .
Unos se internaron en las Fuerzas francesas libres*, otros fueron desmovilizados e intentaron viajar hasta las regiones francesas del norte de África, que eran colaboracionistas y pertenecían a la Francia de Vichy . Finalmente, algunos fueron llevados de nuevo a campos de internamiento. A su vez, no fueron pocos los que se alistaron en el Cuerpo Franco de África , un contingente creado el 25 de noviembre de 1942 con el objetivo de aglutinar en sus filas a aquellos jóvenes africanos dispuestos a combatir bajo bandera francesa, pero que se negaban a hacerlo en las filas del ejército de África.
Puesto al mando del general Giraud, el Cuerpo Franco de África fue concebido como una tropa de choque lista para intervenir al lado de los aliados . Dicha unidad contaba con varios batallones, siendo el tercero de ellos de mayoría española y el quinto el que aglutinaba un mayor número de refugiados antifascistas de todas las nacionalidades. El segundo, el cuarto y el sexto contenían un mayor número de efectivos musulmanes norteafricanos o “indígenas”. Este grupo tenía una compañía que se llamaba la Nueve .
Tras la creación de las Fuerzas Armadas Unificadas de la Resistencia, el gobierno comenzó a organizar sus fuerzas. Así fue como se creó la 2.ª División Blindada (la denominada Leclerc en honor a su general, Philippe Leclerc de Hauteclocque). Dentro de ella se ubicaban –a su vez- varios regimientos. Uno de ellos era el Regimiento de Marcha del Chad, el cual incluía, por su parte, varios batallones. Era en el tercero de estos en el que se ubicaba la 9ª compañía, la cual -junto con la 10.ª, la 11.ª y la 12.ª que contaba con varioes españoles entre sus filas. No obstante, «la Nueve», como empezó a ser conocida, contaba con una peculiaridad. Era excepcional porque una gran mayoría de sus miembros eran españoles. Unos 144 contando con oficialidad cuando la integraban 160 .
La llegada de los half-track
El 8 de abril, la Leclerc entera fue enviada a Inglaterra para participar en el Desembarco de Normandía. Fue precisamente en el campamento británico ubicado en Hall (Liverpool) donde «la Nueve» recibió unos buenos regalos: varios vehículos blindados half-track (unos camiones de transporte ligeros sumamente móviles, aunque muy poco efectivos contra carros de combate).
Los vehículos cambiarían de numeración conforme eran destruidos o sufrían reparaciones importantes, manteniendo el nombre con otro dígito ordinal. Así hubo, al menos, dos Guernica , tres Résistance o dos Mort aux cons y algunos cambiaron de nombre como el España Cañí que después de la liberación de París pasó a llamarse Libération . Los vehículos de La Nueve se componían de camiones Dodge 6×6, Jeeps , y el vehículo de la infantería mecanizada por excelencia, el half track , un semioruga capaz de transportar hasta diez hombres y, según modelo, dotado de dos ametralladoras Browning y en algunas de las unidades – una por sección – arrastrando un cañón de 57 mm. Los half track entran en la leyenda de La Nueve por ser bautizados con nombres de batallas, personajes de la Guerra civil española o referencias a la españolidad de la compañía. Las compañías se dividían en cinco secciones: la de mando, capitaneada por un HT, un jeep de mando y un par de Dodges; la de suministros, compuesta por un HT y un camión Dodge; y tres secciones de combate dotadas de cinco HT cada una. En sus ataques se apoyaban con compañías de carros blindados de la 501E RCC, del modelo M4A2 Sherman con cañones de 76 mm. Fueron bautizados como Guadalajara, Brunete, Ebro, Santander, Belchite , Jarama, Teruel, Guernica, Madrid . su misión consistiría en avanzar al frente del regimiento y “peinar” las zonas antes de la llegada del cuerpo principal aunque también eran una unidad de combate.
El Día D
Finalmente, y tras multitud de preparativos, la Nueve como parte de la 2.ª División Blindada francesa desembarcó en Normandía el 1 de agosto. El objetivo de sus 160 soldados, al igual que el de tantos otros aliados, era atravesar las defensas nazis, contrarrestar el contraataque que –previsiblemente- ordenaría Hitler y, finalmente, ponerse el cuchillo entre los dientes y avanzar hasta París.
A partir de agosto, la Nueve participó en la toma del puente sobre el rio Sarthe , la conquista de Alençon, el avance sobre y en la conquista de Écouché .
Una absurda retirada
Tras la toma Écouché, ubicado a 260 kilómetros de París, la 2ª División Blindada recibió, al fin, la orden de dirigirse hacia París el 23 de agosto. Como siempre, la Nueve, al mando del capitán francés Raymon Dronne iba al frente, preparada para cualquier eventualidad.
Al día siguiente, el 24 de agosto, se sucedieron todo tipo de combates contras las defensas a ultranza de los alemanes. En ellas, «la Nueve» demostró su valía, ya fuese luchando de la mano de carros de combate aliados, o limpiando las posiciones nazis de cañones anti-carro. Sin embargo, cuando Dronne llegó al pueblo de Fresnes (a unos 15 kilómetros de París) recibió la extraña orden de rehacer el camino avanzado. Tocaba retirada, a pesar de lo cerca que estaban de la capital. A regañadientes (y seguro que con algún insulto que otro), el galo y los españoles acataron lo dicho y regresaron a una posición más retrasada.
Horas después, la Nueve llegó a la posición que se les había encomendado. Eso sí, con un humor de perros. En ese momento se dio una situación rocambolesca cuando el mismísimo Leclerc observó que los hombres que ya creía en París se hallaban allí. El enfado con Dronne fue mayúsculo, y no amainó cuando este le dijo que recibía órdenes. «No se ejecutan las órdenes idiotas, Raymond. Vaya derecho a París, entre en París. Pase por donde quiera, arrójese al corazón de París, diga a los parisinos que no se desmoralicen, dígales que toda la división estará en París mañana por la mañana», señaló el general galo.
Las razones de Leclerc por tomar la capital eran, sin duda, fundadas, y Dronne las entendió al instante. «Era inútil puntualizar el objetivo, porque el objetivo no era militar. Estaba claro, era evidente, que en el pensamiento del general el objetivo era psicológico. Se trataba de apuntalar la moral de la Resistencia y de la población sublevada, que esperaban con impaciencia la llegada de las fuerzas aliadas. Cada hora que pasaba aumentaba su inquietud. […] Debíamos infundirles valor con nuestra presencia, aunque esta fuera simbólica. Se trataba de que vieran a la 2ª División Blindada, la única francesa desembarcada en Normandía», explicó el propio capitán en sus memorias.
Llegada a París
Dicho y hecho. Al instante, Dronne armó lo que quedaba de «la Nueve» e inició camino, de nuevo, hacia la capital. Una misión para la que contaba con sus half-tracks , tres carros de combate Sherman , un jeep en el que viajaba el propio capitán y, finalmente, dos camiones con dos grupos de ingenieros.
Increíblemente, la resistencia fue nula y a las 21:22 horas los blindados Guadalajara, Brunete, Ebro, Santander, Belchite, Jarama, Teruel, Guernica, Madrid, España cañi y Don Quijote se hallaban en el Ayuntamiento de París.
Lamentablemente, su enorme contribución a la liberación de París quedó en el olvido y solo recibió reconocimiento en 2004, cuando se celebró un homenaje a la 9.ª Compañía y se inauguró una placa conmemorativa en su honor.
En la siguiente entrega hablaremos de la División Azul.