—Keynes creía que « el principio fundamental de las inversiones es ir en contra de la opinión general, ya que si todo el mundo estuviera de acuerdo en las ventajas de una inversión, ésta sería forzosamente demasiado cara y por lo tanto poco atractiva ». Si pretendes vivir de tus inversiones en acciones basándote en sectores o áreas geográficas de moda, me temo que, como afirmaba J. Paul Getty: « Para alcanzar el éxito financiero tendrías que levantarte temprano, trabajar duro y encontrar petróleo ». Todo eso es cierto, pero como value investors no deberíamos volvernos ciegamente «contrarians». Seamos lógicos y emocionalmente fríos. « Usted ni tiene razón ni se equivoca aunque la muchedumbre discrepe con usted. Usted tiene razón porque sus datos y razonamientos son correctos », esas son sabias palabras de Buffett. No decidamos únicamente porque sea lo contrario de lo que la multitud esté haciendo sino porque sabemos los motivos por los que la masa está equivocada.
—Kostolany decía sabiamente que « lo que en Bolsa todo el mundo sabe, a mí no me interesa ». Busquemos las cosas baratas pero teniendo siempre presentes nuestras ventajas como inversores, entre las que se incluyen la adopción de una estrategia de largo plazo y el conocimiento de cuáles son los catalizadores necesarios (recompra de acciones, OPA…), para que el precio pueda, en algún momento, reflejar el valor intrínseco. Los value investors somos « contrarians » por naturaleza, pensamos que las masas son simples y exageradas en sus comportamientos, tratamos de ir en sentido contrario a la mayoría porque creemos que el movimiento de la colectividad genera oportunidades de las que aprovecharnos. Pero siempre que veamos esos movimientos en los mercados deberíamos dar un paso atrás, reflexionar y analizar sistemáticamente nuestra posición y estrategia. No siempre es bueno ser ciega y fanáticamente « contrarians » e ir contracorriente por norma; muchas veces las inversiones —sean acciones u otros instrumentos— han caído por buenas razones y es imprescindible entender el porqué de dichas caídas. Nuestra naturaleza «contrarian » nos induce, además, a invertir demasiado pronto, comprando barato para luego ver como las cotizaciones caen a baratísimo; cuando esto sucede no hay mucha diferencia con haberse equivocado aunque, ciertamente, el valor intrínseco sea bastante más alto. Además, como expresó Keynes: « El mercado seguirá siendo irracional durante más tiempo del que tú puedas mantenerte solvente ». Para evitar esos efectos negativos de nuestra naturaleza « contrarian » tratemos de entender la psicología de los inversores: ¿Por qué están actuando así? ¿Cuáles son las fuerzas que hacen que los diferentes instrumentos de inversión estén cayendo? ¿Cuánto tiempo puede seguir esa tendencia? Y, sobre todo, busquemos una ventaja sólida como podría ser el aprovecharnos de momentos en los que hay ventas forzadas o cuando podemos permitirnos tener una visión de largo plazo mientras la mayoría de inversores están preocupados por el corto plazo. Pero ten presente, además, que demorar demasiado la decisión puede hacernos perder o dejar de ganar mucho dinero, recuerda la cita de Peter Lynch: « En el momento en que la señal es recibida el mensaje ya puede haber cambiado ». No postergues tu decisión, « ninguna idea puede ser más provechosa que las acciones que se llevan a cabo para ejecutarla ».
—¿Pero no es muy arriesgado invertir llevando la contraria al sentimiento de la mayoría y hacerlo a contracorriente desafiando a las tendencias?—concretó Alicia.
. —No basta únicamente con conseguir algo que está barato, hay que saber por qué está barato y adivinar por qué tienes a todo el mundo en contra de tu tesis; entonces habremos encontrado lo barato por barato y barato por despreciado, lo cual no es lo mismo y lo segundo es más importante que lo primero. Las grandes empresas pueden estar baratas, lo que implica que probablemente no pierdas dinero, pero para ganar hay que buscar situaciones muy particulares; en las gigantescas compañías necesitas un pánico o algo similar que haga que hasta los inversores institucionales tengan que comportarse irracionalmente, y eso sucede mucho menos frecuentemente que en las pequeñas y olvidadas empresas donde un mal resultado trimestral, un rumor o una noticia son suficientes para que caigan, bruscamente, como un plomo. Posicionémonos de manera que las probabilidades estén a nuestro favor. No es necesario estar seguros de que la estrategia de la empresa sea la correcta sino tener la certeza de que si dicha táctica no funciona no tengamos una pérdida de capital importante y que si la estrategia es válida nuestra ganancia sea enorme. Éstas son situaciones infrecuentes y que hacen que el inversor que las encuentre pueda invertir en grandes cantidades con absoluta tranquilidad.
—Se trata de tener la certeza de perder poco si va mal y ganar mucho si va bien. ¿Cierto?
Se sonrojó al darse cuenta de que había empleado demasiadas palabras para expresar algo tan simple, pero al mismo tiempo se alegró de que Alicia fuera tan perspicaz.
Luis Allué Bellosta