Reflexionando sobre el ROI

Originalmente publicado en: Reflexionando sobre el ROI – La navaja de Occam

He de pedir perdón a mis lectores por mi ausencia de este foro en los últimos meses. Aunque no debería servir de disculpa me gustaría, al menos, aportar una cuestión en mi defensa. Se trata de que he enloquecido y, abandonando la placidez de la senectud, me he lanzado a nuevos emprendimientos como si ahora hubiera vuelto a tener treinta años. Pero, no es cuestión todavía de hablar de estos espacios de la vida donde uno pierde la cabeza para lanzarse a inciertas aventuras. Ya habrá tiempo para contarlas en formato de éxito o fracaso, según el viento de la fortuna haya soplado a favor o en contra.

Pero, como siempre sucede, a colación de moverse en las procelosas aguas de los emprendimientos, surgen escenarios sobre los que conviene reflexionar. Y hoy me gustaría hacerlo sobre ese indicador infernal, el ROI, con el que los posibles inversores martirizan a quienes necesitan recursos para poner en marcha sus proyectos. Y la reflexión sobre esto me viene a la cabeza porque hace unos pocos días un compañero en estas lides que sigo ahora me preguntaba acerca de cómo plantear un Business Plan para un fondo de inversión y me pedía revisar su cálculo del ROI.

Y aquí viene la cuestión sobre la que me gustaría reflexionar hoy para que futuros emprendedores la tengan siempre en cuenta, aunque quizá lo que voy a decir es tan evidente que cualquiera seguro que ya lo hace. A pesar de lo cual, tengo evidencias de que no siempre es así.

«El problema suele venir cuando necesitamos soporte financiero para realizar esas inversiones y los fondos que pueden apoyarnos nos piden un ROI determinado en un plazo corto de tiempo.»

El asunto es que me gustaría dividir los proyectos de inversión empresarial en dos tipos en función de cómo lograr el retorno de la inversión (seguro que habrá muchos más).

  • Aquellos que requieren una inversión determinada para su lanzamiento, de forma que dicha inversión es la necesaria para la puesta en marcha del proyecto, el marketing del mismo, la contratación del personal… Es decir, el típico proyecto de riesgo. Pongamos, por ejemplo, el caso de una brillante idea para la difusión de determinado servicio a través de internet. La puesta en marcha de ese servicio requiere el desarrollo de un software complejo, la puesta en funcionamiento del mismo en determinadas infraestructuras de hosting, la contratación de personal de marketing para la difusión, comercial para las ventas, técnicos para el mantenimiento de los aplicativos, etc. Supongamos que se ha necesitado una inversión de 1 M€ para todo este proyecto y que en 5 años hemos obtenido unos beneficios de 600.000 €.
  • Los que necesitan la inversión para la adquisición de un activo relevante que al ser explotado generará el beneficio correspondiente. Supongamos que para este proyecto aunque necesitamos también pequeñas inversiones en contrataciones, marketing, etc. estas con menores. Quizá un escenario en el que la inversión es de 1 M€, el activo a adquirir nos cuesta 700.000 € y la diferencia se nos va en el resto de los gastos. En cinco años hemos obtenido un beneficio de 400.000 €.

Pues el tema es sencillo, en el primer caso hemos gastado 1 M€ y hemos obtenido un beneficio de 0,6 M€ es decir que no hemos llegado a recuperar la inversión aunque el beneficio obtenido parece alto. En el segundo caso hemos gastado 1 M€ y hemos obtenido un beneficio de 0,4 M€ pero tenemos un activo convertible en mercado por valor de 0,7 M€ o sea que a la finalización de esos 5 años hemos conseguido convertir nuestro millón de Euros en 1,1 M€. Es decir que sí hemos conseguido recuperar la inversión.

Y, sin embargo, mucha gente solo hace el recuento simplista del beneficio obtenido sin tener en cuenta todo el análisis necesario. Es la dicotomía típica de montar una empresa para facilitar determinado servicio o comprar un piso para alquilarlo. La primera puede ser un pepinazo; podemos haber tenido la idea del siglo y en pocos años venderla por un dineral. Sin embargo habrá sido en su inicio una idea más arriesgada que la segunda. En aquella solo habremos cambiado un activo (dinero) por otro de igual o parecido valor (ladrillo). Y al igual que podemos mover nuestro dinero a través de productos financieros igualmente podemos hacerlo con el ladrillo. No es la idea del siglo, pero no nos supondrá demasiado riesgo.

A mí me parecen muy atractivas las ideas intermedias. Me refiero a que lo de comprar un piso para alquilarlo parece algo aburrido y quizá ni siquiera podamos calificarlo como de emprendimiento sino más bien de algo parecido a lo que nuestros padres hacían abriendo una libreta a plazo fijo para que los ahorros rentaran algo. Y meterse en un proyecto interesante pero de mucho riesgo, pues a una determinada edad como la mía, ya no nos resulta demasiado atrayente.

Cuando hablo de ideas intermedias me refiero a aquellas que sí suponen la compra de activos relevantes, pero que van a ser explotados con un proyecto innovador que nos va a requerir inversión adicional. Lo bueno de estos proyectos es que tienen la importante consistencia de hacerse sobre el terreno sólido de esos activos que forman parte de la inversión. Puede ser, por ejemplo, el planteamiento de algún innovador servicio turístico basado en una infraestructura de apartamentos o una explotación agraria con componentes transformadores pero que se asienta sobre la robustez de los terrenos adquiridos.

El problema suele venir cuando necesitamos soporte financiero para realizar esas inversiones y los fondos que pueden apoyarnos nos piden un ROI determinado en un plazo corto de tiempo. Y, en su cálculo del ROI, lo único que se mira es la cuenta de resultados inmediata, el flujo de caja generado. Y recordemos que los activos no aparecen en la cuenta de resultados sino en el balance. Así, aunque al final del ciclo de la inversión nuestro activo siga conservando el valor o lo haya aumentado, si no hemos generado la suficiente caja, lo m´ás probable es que el el fondo inversor nos obligue a la venta del activo para alcanzar sus objetivos de beneficio, lo que previsiblemente podría truncar el ciclo de vida razonable del proyecto.

En fin, todo esto parece muy obvio, pero la casuística existe y, al menos en algún caso, yo he tenido que enfrentarme a ella. Así que simplemente dejo aquí estas reflexiones para que quien esté pensando en emprender algún tipo de proyecto dedique algunos minutos de su tiempo a pensar sobre ellas.

25 Me gusta

Qué bien ha definido aquí la rentabilidad exigida en base al riesgo:

Por eso aquí en el foro diferenciamos muy bien las rentabilidades de los activos, en base a su incertidumbre. Salvo en situaciones muy raras, lo normal es que, para obtener retornos superiores en las inversiones, uno se la tiene que “jugar” más.

Gracias por sus entradas, las disfruto mucho.

12 Me gusta

Muchas gracias a usted por leerme.

Saludos

6 Me gusta