Cada momento de la historia es una encrucijada con una miríada de sendas hacia el futuro. Se avanza desde una encrucijada a la siguiente y, por alguna razón misteriosa, se sigue primero una senda, y después otra. Algunas sendas son más anchas y están mejor marcadas, pero a veces se producen giros inesperados.
Cuando Constantino subió al trono de Roma en el siglo IV d.C., el Imperio Romano se enfrentaba a un amplio horizonte de posibilidades religiosas. Podía haber perseverado el politeísmo tradicional o haber triunfado cualquiera de los diversos cultos existentes (entre otros, el maniqueísmo, el mitraísmo, los cultos a Isis y Cibeles, el zoroastrismo, el judaísmo, el budismo…). El cristianismo era una secta esotérica oriental minoritaria y acabó triunfando sobre las otras, convirtiéndose en la religión oficial y definitiva del Imperio. Los historiadores pueden especular sobre las razones (“algo hubo en la biología, la genética o la geografía que hizo inevitable lo que ocurrió”), pero no pueden explicar por qué cristalizó esa posibilidad concreta. Nos ofrecen una historia para explicar en retrospectiva por qué aquel resultado era inevitable, pero no nos hablan de las sendas no tomadas.
La historia, la política o los mercados financieros no se pueden explicar de forma determinista y no se pueden predecir porque son sistemas caóticos. Hay tantos elementos en juego y sus interacciones son tan complejas que variaciones extremadamente pequeñas en la intensidad de las fuerzas y en la manera en que interactúan producen grandes diferencias en los resultados.
Además, los sistemas caóticos reaccionan a las predicciones. Si p.ej. desarrollamos un programa informático que prediga con un 100% de exactitud el precio del petróleo mañana, los inversores reaccionarán inmediatamente a la previsión, que en consecuencia no se materializará. Si el precio del petróleo es de 90 dólares y el programa informático predice que mañana será de 100 dólares, los inversores comprarán petróleo y el precio subirá a 100 dólares hoy. ¿Qué ocurrirá mañana? Nadie lo sabe.
¿Los próximos años tendremos crecimiento económico o volverá la recesión? ¿Se convertirá China en la principal superpotencia? ¿Nos encaminamos hacia el desastre ecológico o hacia el paraíso tecnológico? ¿Se independizará Cataluña del resto de España? Pueden ofrecerse buenos razonamientos, pero no tenemos manera de saber lo que pasará con seguridad. Dentro de unas décadas, la gente mirará hacia atrás y pensará que todas estas respuestas eran evidentes.
Retrospectivamente todo resulta obvio.
But randomness is unpredictable.
(Notas del libro Sapiens, de Yuval Noah Harari).