Todos esos temas los he dejado por escrito en un alarde de arrogancia intolerable, pensando que esas ideas merecían divulgarse en letras de imprenta. Naturalmente cada uno convive con su yo y sus circunstancias, y esas ideas liberales que defiendo están mediatizadas por mis sesgos. Y ya lo dejo aquí, porque probablemente ambos estemos cargados, a nuestra manera (y probablemente usted más), de buenas razones.
De nuevo le copio otra parte de Alicia REGRESA a Wall Street.
—Yo te entiendo, pero los políticos deben imponer y recaudar impuestos. Nadie regala nada. La educación, la sanidad, el ejército, las infraestructuras, todo ello conlleva un coste.
—Haríamos bien en recordar las palabras de Mises: «Todo impuesto específico, así como todo el sistema de impuestos de una nación, se invalida a sí mismo por encima de una cierta tasa de impuestos». Según la célebre curva de Laffer, llegado un punto de presión impositiva, con el aumento de la presión fiscal no se recauda más; por el contrario, la hacienda pública ingresa menos como consecuencia de la desincentivación y de la economía sumergida que esos impuestos confiscatorios generan.
—Si el Estado no recaudara esos impuestos, tendríamos que espabilarnos por nuestra cuenta y administrar nosotros mismos ese dinero para no malgastarlo o invertirlo ineficazmente y quedarnos, consecuentemente, sin una futura pensión.
—¿Y acaso no es el Estado el que malgasta e «invierte» ineficazmente los tributos que recauda? Eso de asumir responsabilidades no va con nuestra naturaleza humana perezosa —protestó Juan—. ¿Te has parado a pensar que, si el Estado no recolectara esos tributos, no tendría que darnos esos servicios y nos cuestionaríamos la propia existencia del Estado tal como está concebido actualmente, con infinidad de políticos y burócratas ineficientes? Curiosamente, son muchos colectivos los que piden aún más Estado, más intervención estatal para conservar esos servicios «sociales»; como si no se pudieran suministrar más eficientemente en un entorno más libre, sin tanta imposición e intervencionismo.